En tierra ocupada

Melissa Cardoza

El acecho fundamentalista

Y un día nos horrorizamos con la noticia en los medios: una mujer fue asesinada, despedazada, quemada, junto a su perrito, en una ciudad pequeña del norte del país. No sólo, sino que fueron personas de su familia quienes se responsabilizan por el crimen. “Bruja” es como resumen el motivo, si es que hubiera alguno imaginable para esta brutalidad medieval. Los que se dicen parientes se llaman hijos de dios y decidieron actuar de esta manera porque la mujer se dedicaba a hacer cosas que para ellos no eran sagradas, porque practicaba brujería, explicaron. Se llamaba Sara, tenía 40 años.

Ojalá fuera un caso excepcional. Quienes hemos reivindicado a las brujas como mujeres rebeldes, sabias, conocedoras de secretos de la naturaleza y acervo cultural de los pueblos estamos abriendo mucho los ojos y escuchando con cuidado. En los entornos domésticos cada vez son más las cosas que nos dicen “no son de dios”, lastimosamente en esa categoría no entra el asesinato de mujeres y de defensores de los territorios que a quienes alaban al señor cada martes, jueves y sábado no parece afectarles.

Cada dos cuadras, en los barrios populares de Honduras, en comunidades rurales, se abren templos con  nombres extraños, banderas sionistas, todos legítimos para realizar celebraciones religiosas, conducidas casi siempre por hombres de voces y palabras estridentes, amenazantes, violentas. El saludo normal en el país ahora, en cualquier sitio y de cualquier persona es Bendiciones, y en el nombre de dios es como parece se logra sobrevivir en una Honduras cada vez más desencantada.

Los discursos con los que la presidenta Xiomara Castro llegó al poder fueron palabras engalanadas. Y el amor romántico que todo lo pudre se vuelve a imponer, una cosa es cuando éramos novios, otra es cuando una se casa, dicen algunas. Parece una comparación desproporcionada, pero no lo es. La misma ficción detrás, la misma institucionalidad que despoja a las personas de su conciencia, fuerza colectiva, autonomía y hasta sentido común para depositarla en personas, que dirán cualquier cosa con tal de llegar a un poder donde, entonces sí, develan sus reales proyectos; mientras quienes confiaron intentan encontrar aún alguna pista para no dejar de creer que algo del cuento pudo ser verdad.

El 29 de julio del 2023 la presidenta Castro vetó la Ley de Educación Integral de Prevención del embarazo adolescente, argumentando poca consulta y errores en la propuesta. La envió al Congreso, a la jaula de los leones, donde de manera confesa la inmensa mayoría de diputadas y diputados se oponen a iniciativas de ley como ésta por razones de militancia religiosa; aunque de hecho es de ahí que salió, pero al parecer, abortada. El veto me parece una manera  grosera, desleal de la presidenta para zafarse el bulto, quedar bien con las iglesias del país que es la derecha poderosa nucleada en movimientos de Padres de Familia con nombres rimbombantes, y que son los mismos que la quisieran ver en su casa envejeciendo ante la chimenea mientras hace crochet, y los que se movilizan con sus reales enemigos. Por supuesto estos sectores salieron a felicitar a la Presidenta por cuidar de los valores familiares, que van pegados a la propiedad privada y los desalojos, y aplauden. La ley de Educación Sexual  fue aprobada un 8 de marzo,  y la presidenta anuncia su veto cuatro meses después en su cuenta de twiter, aunque como investigaron algunas compañeras, la vetó diez días después que es lo que señala la constitución, pero se guardó la información para el momento apropiado. Cuánto cálculo político desplegado.  

Honduras es el país de Centroamérica con más embarazos adolescentes de la región y el segundo en América Latina, según el Centro de Derechos de Mujeres al menos 36,000 menores cada año; con un nivel de violencia sexual que según organizaciones feministas ya es una problemática más que alarmante. La mayoría de esas jóvenes que paren de niñas han sido  violadas, muchas veces por esos hombres de la familia que defienden todas y todos los aquí nombrados. De hecho es curiosa la fuerza que tiene la heterosexualidad en este aciago tiempo que vivimos en Honduras, el noviazgo (hetero, claro), el matrimonio pomposo y la sublime maternidad se derrochan entre quienes eran jóvenes promesas de libertad y  libertinaje ahora convertidos en funcionarios y directoras. Por pura costumbre feminista no puedo evitar encontrar relación entre la política de estado y la vida de las personas que le alaban, el avance de la derecha está en todos los ámbitos y asegurar la ritualidad de lo establecido, autorizado y asquerosamente conservador es parte del guion. Qué pena.

Este es un gobierno que llegó al poder con apoyo y anhelo feminista y algunas ocupan cargos públicos, son diputadas y funcionarias en diversas instituciones. Silenciadas ante la barbarie del veto, del hecho que un ministro de educación rompa en televisión nacional las guías de educación sexual que hace décadas se han peleado por el movimiento feminista, cierran filas con la presidenta porque ya el hecho de que sea mujer lo justifica todo y porque la jefa del ejecutivo no es muy abierta a las críticas y las señala como deslealtades. ¡Vaya daño nos ha hecho la política de la identidad y representación!

Sin duda la señora presidenta teme a las iglesias, los militares, la empresa privada, la embajada americana; no son poca cosa todos ellos juntos, pero eso lo sabía cuando prometió lo que seguro sabía que no iba a cumplir. El cinismo político es algo que impresiona; las componendas, los pactos, el arreglo entre partidos, la política oficial que conocemos de siempre en este país asfixiado de hambre y mentiras no ha cambiado ni un pelín, y la moneda de intercambio seguimos siendo las mujeres, por mucha cuota que se gane.

¿Y el amor y lealtad al pueblo al que pertenecen esas niñas obligadas a ser madres, o a abortar de manera clandestina, que con vehemencia y suspiros entonó un día de banda presidencial, donde quedó? Acaso no confían, la presidenta y sus acompañantes, en el poderío de la gente que necesita transformar este país donde ya no se puede vivir, amar y crecer; o piensa que la gente sólo quiere, como algunos dicen, un carguito y un trabajito en el gobierno; aunque los cargos son mucho más generosos y complacientes que los otros.

El asesinato de Sara por brujería, el veto de la presidenta, las bodas progres suntuosas, el silencio de las feministas en el estado, el terror de las otras que no estamos ahí y que a cada crítica recibimos amenazas, chantajes emocionales, rechazo social son del mismo veneno. A mucha honra hay que decir que ya se ha conformado la Coalición por la defensa de la educación integral en sexualidad con feministas indignadas ante el engaño y la falta de ética gubernamental, y por ahí van a encontrar alguna ruta porque no renunciarán a la historia escrita con cuerpos y palabras rebeldes.   

La mayoría de las activistas aún no atinamos bien a cómo reaccionar mejor y con la inteligencia que nos caracteriza ante la dimensión de este acecho fundamentalista, que ya salió de todos sus sagrados sitios y toma el poder de las calles y del estado con celeridad y bendiciones.

Melissa Cardoza

Escritora, activista feminista integrante de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras y la Asamblea de Mujeres Luchadoras de Honduras.

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