Amazonía en el laberinto predador
Si bien la destrucción de la Amazonía tiene múltiples niveles, actores y alcances, queda claro que el espacio amazónico es el centro del debate geopolítico y ambiental, dicha disputa geopolítica sobre la base de la lógica del mercado es la que, en últimas, está definiendo su situación actual y sus condiciones futuras.
En el 2021 el Panel Científico para la Amazonía (SPA por sus siglas en inglés), en Glasgow, Reino Unido, durante la COP26 lanzó una alerta sobre la Amazonía, afirmó que este bioma central para la vida del planeta se acercaba a un punto de no retorno (Panel Cientifico por el Amazonas, 2021).
Este punto de no retorno consiste en que este bioma se está transformando rápidamente de un boque húmedo tropical a un bosque seco o una sabana degradada, esto debido a la pérdida de humedad provocada por el cambio climático y la deforestación, lo que ocasiona un círculo vicioso de secamiento progresivo de la Amazonía en amplia escala.
Llegar al punto de no retorno afectaría por un lado, directamente a las 47 millones de personas que allí viven, y por otro, agravaría la crisis climática y de pérdida de biodiversidad global. Siendo así, no sería posible cumplir el objetivo de mantener el calentamiento de la Tierra hasta un máximo de 1,5°C, puesto que este bioma almacena entre 367 – 733 gigatoneladas de dióxido de carbono en su vegetación y suelos, lo cual sobrepasa el presupuesto de carbono considerado para este tema según el informe Amazonía Viva (WWWF, 2021). Pero, el carbono guardado por siglos en la Amazonía está liberándose a un ritmo acelerado debido a la deforestación, los incendios y la degradación por actividades productivas insostenibles.
La Amazonía presente en Brasil, según el departamento de asuntos indígenas del gobierno (FUNAI), es el hogar de más tribus aún no contactadas que cualquier otro lugar del mundo., se estima la existencia de al menos cien grupos aislados.
El bioma amazónico cobija importante porcentaje del territorio de Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa, es el bosque tropical más extenso del planeta, con alrededor de 5,5 millones de km2 de su territorio cubierto por bosques es tal vez el mayor regulador del clima a nivel global, esto además de su increíble diversidad biológica y riqueza cultural presente en los más de 500 pueblos originarios que la habitan, es sin duda alguna un bioma de interés mundial y además geoestratégico.
Esta región se encuentra altamente amenazada y algunas de ellas en nivel crítico: el 18% de los bosques amazónicos han sido transformados para otros usos y un 17% adicional están altamente degradados, un 35% se ha perdido.
Así mismo, según información del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), solo en Brasil, en el año 2019 se registraron 89.176 focos de incendios en el bioma amazónico de este país. Las cifras en junio y julio ya superan las de estos mismos meses en 2019. La región amazónica de Bolivia también fue gravemente afectada por múltiples incendios el año anterior, resultando en una destrucción de casi dos millones de hectáreas de bosque según información de la Fundación Amigos de la Naturaleza (UICN, 2020).
En el caso de Colombia, el 42,3% del territorio nacional continental es amazónico, según datos del Instituto Sinchi. Además de la deforestación en 2020, de acuerdo con cifras del IDEAM, fue del 63% de este flagelo se concentró allí.
Ahora bien, los incendios no son la única amenaza a la región, actividades como el cambio de uso de suelo, la deforestación, minería legal e ilegal, proyectos hidrocarburíferos, hidroeléctricas e invasiones ilegales son una constante afectación, incluso para áreas protegidas y conservadas.
Sin duda alguna las dinámicas socioeconómicas de ocupación y uso del territorio, con el favor de los Estados en articulación con actores económicos y políticos legales e ilegales, están presentes en el juego de intereses de mercado que han logrado convertir de manera real a la Amazonía como un territorio en plena expansión de la frontera mercantil capitalista, sobre la base de un despojo violento de recursos, saberes y culturas. Es esta una situación igual o peor que la generada por la invasión colonial occidental pero ahora, en pleno siglo XXI (CLACSO, 2021).
Si bien la destrucción de la Amazonía tiene múltiples niveles, actores y alcances, queda claro que el espacio amazónico es el centro del debate geopolítico y ambiental, dicha disputa geopolítica sobre la base de la lógica del mercado es la que, en últimas, está definiendo su situación actual y sus condiciones futuras en términos de su importancia para dicho modelo y no para las sustentabilidad de la vida en el planeta.
En este contexto, los espacios territoriales amazónicos son reorganizados según los procesos productivos que de manera neurótica están interviniendo zonas “no desarrolladas”, tierras aún disponibles y con gran capacidad productiva, a través de proyectos de infraestructura, dinamizando el comercio e incentivando de manera legal o ilegal, la movilidad humana y la subsecuente urbanización.
En este proceso es central el papel de los Estados nacionales, sus clases dominantes y élites globales, en tanto impulsan y/o permiten el avance y acceso nuevas fronteras de recursos y, por otro, generan mecanismos que flexibilizan normas y regulaciones para el aprovechamiento y usufructo de estos, generando toda una arquitectura institucional funcional al avance del mercado sobre la amazonia.
El avance mercantil implica de suyo, que la intencionalidad de las clases dominantes nacionales, burguesías agroindustriales y mineras en articulación con capitales transnacionales avancen facilitándoles una mayor acumulación (CLACSO, 2021).
Se acentúa año tras año la violencia contra las comunidades étnicas y los defensores ambientales; según el informe de Global Witness, solo en la región amazónica ocurrieron 33 muertes en el 2020 y casi el 90% de los asesinatos en Brasil, fueron en la Amazonía.
Las Amenazas Reales
La cría de ganado es la principal causa de deforestación en la selva amazónica. En Brasil, este ha sido el caso desde al menos la década de 1970: las cifras del gobierno atribuyeron el 38 por ciento de la deforestación entre 1966 y 1975 a la ganadería a gran escala. Hoy la cifra en Brasil está más cerca del 70 por ciento.
El cultivo de soja es otro gran deforestador, se cultiva en gran escala para alimentar animales para el consumo europeo, afirma Greenpeace Francia. Del total de necesidades en soja de la Unión Europea, tres cuartas partes son destinadas a la cría industrial de pollos o gallinas ponedoras (50%), o de cerdos (24%). Las vacas lecheras consumen por su parte 16% de la soja importada y los bovinos destinados al consumo de su carne un 7% (Ecologistas en Acción, 2022).
Cargill la principal empresa señalada de mover a gran escala a la deforestación en la Amazonía para el cultivo de Soya. McDonald’s, KFC y Burger King compran carne de res brasileña y las tres cadenas sirven pollo alimentado con una dieta a base de soya que proviene de esta cadena poco verde. Según un nuevo informe de la ONG Might Earth, habría muchas otras compañías involucradas en la deforestación, como JBS, Bunge, Stop & Shop, Costco, Walmart / Asda, Carrefeur, Nestle, Burger King, Unilever, Yum Brands y Sysco. (Nalatichio, 2020) ; (Mendes, 2019).
La deforestación por minería de oro aumentó un 90% en la Amazonía según la Asociación Española de Ecología Terrestre (AEET). El grueso de esta destrucción, según Greenpeace, se da en reservas indígenas, donde bandas de ‘garimpeiros’ instalan grandes minas con material pesado, atacando aldeas, transmitiendo enfermedades, contaminando el agua y devastando las comunidades cuyo conocimiento y respeto de la naturaleza son claves para salvar este territorio (CAAAP, 222).
Un informe de Global Witness publicado por EuObserver revela cómo la banca europea se beneficia económicamente de la deforestación y contribuye a la misma: las entidades financieras de la UE tienen contratos por valor de más de 30.000 millones de euros con empresas vinculadas a la tala. Tras examinar 70.000 acuerdos financieros que firmaron fondos de inversión y entidades bancarias con industrias forestales y agropecuarias entre los años 2016 y 2020, el documento concluye que la banca de la UE gana más de 401 millones de euros al año por contratos que contribuyen a la deforestación, concluyen. (Núñez & Stock, 2021).
En especial, contribuyen a la desaparición de los bosques los bancos de las cinco economías más importantes del Viejo Continente: Alemania, España, Francia, Italia y Países Bajos.
Informe de Stand.earth y Amazon Watch revela que los principales bancos del mundo invierten en compañías de hidrocarburos que generan impacto en la Amazonía.
El documento “Financiando la destrucción de la Amazonía” apunta que 14 entidades bancarias han otorgado préstamos a 90 compañías con operaciones en la cuenca amazónica.
JPMorgan, HSBC y Deutsche Bank son los bancos que invierten en petroleras que representan mayores riesgos y tienen débiles políticas de gestión de riesgos vinculadas a la Amazonía.
Entre los indicadores se consideró seis áreas de riesgo de las compañías que recibieron financiamiento: la expansión petrolera, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, los derechos indígenas, la contaminación y la corrupción (Amazon Watch, 2021).
Por su parte, una investigación titulada “Destrucción Bancaria” de Global Witness señala al Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo y el Sistema de la Reserva Federal de EE.UU. como partícipes de la destrucción de bosques en la Amazonía de Brasil al comprar millones de dólares en bonos para el agronegocio (Global Witness, 2022).
Un informe del Instituto Escolha en São Paulo asegura que Joyerías multinacionales, inversores financieros y bancos centrales compran metal extraído ilegalmente de la selva amazónica de Brasil, oro contaminado, así mismo Suiza compra oro de los dos estados amazónicos más conocidos por la minería ilegal, gran parte del oro exportado de países como Perú o Colombia también está contaminado (Robinson, 2022).
Conclusiones
El capitalismo hoy juega con un falso traje verde, es necesario tener mucho cuidado antes de apoyar ideas que bajo el modelo de mercantilización de la naturaleza se presentan como cuidadoras de éste (Insuasty Rodríguez, 2022).
América Latina sigue siendo el continente de la esperanza y ahora en términos del cuidado y conservación de la vida del planeta en sus múltiples manifestaciones.
Investigar y comunicar, romper cercos informativos es muy urgente hoy para tener conciencia de lo que realmente ocurre más allá de los titulares, narrativas mediáticas y demás distractores.
El cuidado del Amazonas hoy es un asunto ya planetario, lo que sigue es la extinción, no tenemos opción, el cuidado es la ruta.
Las salidas de orden militar y bajo el marco de la llamada “cooperación internacional”, como son el BM, BID, la OTAN, Comando Sur, se constituyen en espejismos en tanto agravan la situación y acentúan el acaparamiento, es un arma de doble filo.
Las comunidades indígenas y campesinas tienen el saber para potenciar el cuidado y conservación de la selva amazónica y de los demás ecosistemas en nuestra américa.
Los gobiernos deben ser obligados por el movimiento social, a implementar políticas socioeconómicas compatibles con la naturaleza, controlar las actividades predatorias.
Las empresas deben recibir sanciones ejemplares que propendan por la eliminación de la deforestación de sus cadenas de suministro y asegurar altos estándares socio-ambientales. A sus financiadores, a no proveer fondos que lleven a la destrucción de la Amazonía.
En Colombia, ante una crisis de seguridad sin precedentes por la intensificación del acaparamiento de recursos y de las actividades económicas ilegales que pone en riesgo a los defensores ambientales, pese a esto, aún cuenta con un área de bosque mejor conservada de toda la cuenca amazónica y esto se debe en gran parte a que los pueblos indígenas y comunidades campesinas han demostrado conservarlos mejor que nadie, sobre la base de sus sistemas de conocimientos y prácticas sostenibles.
El rol de las poblaciones locales es central allí debe poner su mirada la comunidad internacional con miras a propiciar un modelo de pleno cuidado de la Amazonía.
Superar el neoliberalismo y más el capitalismo no será tarea fácil, pero es urgente sumar fuerzas en esa ruta pues, la debacle ya camina por nuestras tierras y solos, no podremos.
*Docente investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, integrante grupo Autónomo Kavilando.
Referencias bibliográficas.
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Ecologistas en Acción. (20 de enero de 2022). La producción de soja para ganadería industrial, elemento clave en la deforestación de ecosistemas tropicales. Obtenido de Kavilando: https://kavilando.org/lineas-kavilando/territorio-y-despojo/8933-la-produccion-de-soja-para-ganaderia-industrial-elemento-clave-en-la-deforestacion-de-ecosistemas-tropicales
Insuasty Rodríguez, A. (28 de mayo de 2022). Expansión mercantil y despojo continuado. Obtenido de Desinformemonos: https://desinformemonos.org/expansion-mercantil-y-despojo-continuado/
Mendes, K. (20 de agosto de 2019). Brasil: empresas multadas por deforestación amazónica continúan haciendo negocios con China, Europa y Estados Unidos. Obtenido de Mongabay: https://es.mongabay.com/2019/08/brasil-deforestacion-negocios-china-europa-estados-unidos/
Núñez, A., & Stock, T. (27 de octubre de 2021). La banca europea se hace de oro con la deforestación: gana 400 millones de euros anuales en contratos con empresas vinculadas a la tala. Obtenido de Bussines Insider: https://www.businessinsider.es/banca-europea-hace-oro-deforestacion-informe-955001
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Panel Cientifico por el Amazonas. (diciembre de 2021). Informe de evaluación de Amazon 2021. Obtenido de The Amazon We Want: https://www.theamazonwewant.org/amazon-assessment-report-2021/
Robinson, A. (23 de agosto de 2022). El oro de sangre llega desde la Amazonia de Brasil. Obtenido de La Vanguardia: https://www.lavanguardia.com/economia/20210816/7664355/oro-sangre-brasil-amazonia.html
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