Transitando nuevos senderos

Red Cecosesola

Abordando nuestra fragilidad

Creemos que nuestra manera de practicar la autogestión es una de las claves para lograr el bienestar que hemos ido generando durante más de 50 años.

Funcionamos sin ninguna estructura jerárquica. Tomamos las decisiones por consenso. Rotamos las tareas. El crecimiento de las actividades, así como las nuevas a desarrollar no se planifican, sino que van emergiendo según nuestras capacidades y las necesidades comunitarias.

Y practicando esta manera tan innovadora de asumir la autogestión, hemos ido logrando un volumen de actividades con un impacto comunitario que no se pudiera haber imaginado en la más optimista de las proyecciones.

Sin embargo, se trata de un proceso sumamente frágil. Esa libertad que nos damos con el fin de potenciar nuestro proceso educativo tiene sus riesgos. En cualquier momento puede florecer el individualismo que llevamos por dentro, resquebrajando la disciplina colectiva y socavando esa mística que tantas veces nos ha permitido superar las dificultades.

En ocasiones abusamos de la libertad que nos damos

Y es que cuando eliminamos los cargos jerárquicos e intentamos ir desdibujando las relaciones de poder se genera un vacío, un vacío que es fácilmente aprovechable para satisfacer intereses individualistas. Esa oportunidad que nos damos para potenciar nuestro desarrollo se puede convertir fácilmente en un caldo de cultivo para que se creen mecanismos de nivelación, que no es más que una manera de dominar al otro para poder hacer lo que nos viene en gana.

La nivelación va succionando las energías, socavando la disciplina colectiva que emana del grupo y sin ella el caos va imperando. Se trata de mecanismos que si no se precisan a tiempo se van propagando como un tumor canceroso hasta hacer metástasis, poniendo en jaque la capacidad de producir bienestar. Allí nuestra fragilidad.

En una empresa convencional se intenta contrarrestar el efecto de la nivelación a través de una disciplina impuesta por las líneas de mando.

En nuestro caso, es primordial abordar los mecanismos de nivelación desde lo educativo. Se trata de convertir cada situación que se presenta en una oportunidad de profundizar aún más en nuestro proceso transformador. En la reflexión colectiva vamos evidenciando cómo la nivelación frena nuestro desarrollo personal y grupal.

Mecanismos de nivelación cotidianos

Una de las maneras más clásicas de nivelar es decirle ¨jala bolas” o ¨pajúo¨(adulador o chismoso) a quién tiene un comportamiento responsable y de compromiso. Otra es negarle el saludo o la palabra a quién nos hace observaciones sobre incoherencias en nuestro comportamiento. También se puede llegar a utilizar la amenaza física y en algunos casos, convertirse en realidad.

Hay infinitas maneras de nivelar, algunas más sutiles que otras. Seguidamente mencionaremos tres sobre las que actualmente estamos conversando en nuestras reuniones.

¿Y no es que aquí no hay jefes?

Al plantearnos un proceso educativo inmerso en actividades económicas, los jefes se convierten en un estorbo. Sin embargo, el jefe no se puede eliminar por decreto. Se trata de un proceso, de un ir siendo, de un gerundio. En cuanto vamos siendo transparentes, honestos, responsables y solidarios vamos desdibujando la necesidad del jefe, demostrando con nuestro comportamiento personal y grupal que no hace falta que nos estén supervisando. Allí el reto.

Cuando interpretamos que aquí no hay jefe por decreto, la frase ¨¿y no es que aquí no hay jefe?¨ se convierte en una poderosa herramienta que muchas veces nos impide precisar a alguien que se burla de nuestros acuerdos, no vaya ser que nos diga ¨jefecito¨. Y nuestros acuerdos no son más que la disciplina colectiva que emana del grupo, esa disciplina que va permitiendo que vayamos transcendiendo la necesidad de un orden impuesto desde arriba.

¿Y no es que aquí trabajamos con base a la confianza?

Igual ocurre con la confianza. No se puede decretar. Cuando alguien reclama ¨¿y no es que aquí trabajamos con base a la confianza?¨ se puede estar viendo la confianza como un derecho adquirido por el solo hecho de formar parte de la red, ya sea como persona o como grupo. A veces con esta expresión, nos nivelamos y, dejamos de revisar el trabajo del otro cuando es necesario.

Más bien, con la libertad que nos damos, intentamos facilitar la oportunidad de ir construyendo confianza con base a un comportamiento ético. Cada persona o grupo es responsable de la confianza que va generando, cada persona o grupo posee la confianza que se vaya ganando con su manera de relacionarse.

¿Y no es que aquí somos iguales?

La igualdad concreta decretada se puede convertir en otro mecanismo siniestro de nivelación. Entre nosotros y nosotras existe una abundante y rica diversidad. No somos iguales. La igualdad decretada potencia la nivelación porque tiende a colocar el límite de nuestro esfuerzo en el del más flojo o menos comprometido.

El no reconocer y respetar nuestras diferencias tiende a terminar en terribles injusticias. En cambio, nosotros vamos tratando de construir equidad. La equidad es un proceso donde permanentemente nos vamos preguntando qué es lo justo. Es un proceso que no tiene final y que se va profundizando en cuanto vamos respetando y valorizando nuestras diferencias, propiciando el emerger de nuestras diversas potencialidades.

Colectivo de Redacción Cecosesola

Cecosesola es un proceso educativo basado en la reflexión colectiva en el quehacer diario, donde nos relacionamos sin líneas de mando, abiertos a una participación plena, sin intermediación. Ese proceso se desenvuelve dentro deuna red cooperativa de cincuenta organizaciones comunitarias de los sectores populares, ubicadas principalmente en la región centro occidental de Venezuela. www.cecosesola.org

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