En la Red Cecosesola nuestra metodología fundamental es un reflexionar permanente con base a lo que ocurre en el quehacer diario y, en este sentido, los fondos colectivos que vamos creando cumplen un importantísimo papel. Debido a ello, en la gran mayoría de las cooperativas de la red hemos ido creando diferentes fondos con base a las necesidades que se van presentando. Como ejemplos, tendríamos los fondos para la reparación de vehículos, para ahorro y préstamos, así como para la salud de las personas asociadas y sus familiares. De igual manera, tenemos varios fondos conjuntos de la red, entre ellos, uno para financiar proyectos de las cooperativas para infraestructuras, vehículos, insumos y capital de trabajo, así como otro para apoyar los casos de enfermedades cuyos costos no puedan ser cubiertos totalmente por los fondos de salud de cada cooperativa.

Como muestra, hoy hablaremos del fondo de salud de las personas que colaboramos cotidianamente en las tres ferias gestionadas desde Cecosesola como organismo de integración. Se trata de un fondo para garantizar una parte sustancial de los costos de salud requeridos por las más de 600 personas que estamos en la gestión diaria, incluyendo nuestros progenitores y descendientes directos.

Como es nuestra costumbre, la creación de este fondo de salud emergió tanto para resolver una necesidad material como para fortalecer nuestro proceso educativo. Esa necesidad ya se vislumbraba a mediados de los 90. El sector público acusaba fallas para garantizar el derecho a la salud, situación que se ha venido acentuando dramáticamente durante los últimos años. Por otro lado, vimos la creación del fondo como una oportunidad para ir transcendiendo ese individualismo que impregna nuestra formación cultural, vivenciando relaciones de responsabilidad, de equidad y, sobre todo, de cuidado mutuo.

Tratándose de una oportunidad educativa, desde el comienzo estábamos claros de que la manera de prestarnos el servicio no podría ser un mero hecho administrativo, tipo compañía de seguro: “presento mis facturas y mecánicamente recibo el reembolso que me pudiese corresponder”. De hecho, con excepción de los tratamientos preventivos, una parte de los gastos, en la mayoría de los casos entre el 20 y el 25%, nos toca asumirla personalmente.

Profundizando nuestro proceso educativo

Nuestro fondo de salud quizás sea nuestra mejor oportunidad para practicar la autogestión responsable, con equidad y cuido mutuo. Permanentemente, estamos informados de cualquier situación delicada de salud y de inmediato emergen creativamente maneras colectivas de apoyar a la familia afectada. Cuando se trata de gastos mayores, nunca falta una pequeña colaboración espontánea entre todos y todas, así como múltiples actividades colectivas para reponer la parte que le toca posteriormente cancelar al grupo familiar.

En conjunto, somos responsables de alimentar y mantener la capacidad del fondo para responder a nuestras necesidades de salud. Un creciente sentido de identidad con el mismo nos va dando la seguridad de ampliar la variedad y cobertura de sus servicios, sin necesidad de estudios estadísticos de la frecuencia y costos de los requerimientos de salud de más de 2000 personas. Contamos con que, si nos excedemos en su uso, buscaremos en conjunto como reponer lo necesario.

Al superar los retos que se van presentando, construyendo alternativas en conjunto, no solo garantizamos la continuación del fondo, sino que también, más importante aún, salimos fortalecidos, cada vez más identificados con un proceso de ir trascendiendo el individualismo.

Es así que nuestro fondo de salud cumple un papel primordial en propiciar ese acercamiento humano tan necesario para que tantas personas podamos estar produciendo bienestar, sin la mayoría de las estructuras burocráticas convencionales y sin reglamentos internos. Una tremenda contribución en ese ir profundizando y ampliando el “Nosotros”.