Mujeres Transnacionales

Miriam González

Racismo en las revisiones migratorias

El pasado 21 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, fecha establecida en 1966 por la Asamblea General de las Naciones Unidas como una medida para fortalecer los esfuerzos para eliminar todas las formas de discriminación racial. Además de conmemorar el día, es una oportunidad para evaluar qué tanto hemos avanzado.

En México los avances han sido pocos. Apenas en 2015, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) contó por primera vez a la población afrodescendiente en el país. Se estima que 1.4 millones de personas mexicanas se identifican como afrodescendientes, lo que representa el 1.2% de la población total, de las cuales 705 mil son mujeres.

El racismo es estructural en el país, y aunque muchas personas señalan que en México no existe debido a la ideología nacional del mestizaje, que sostiene que personas mestizas no pueden ser racistas, no obstante, basta encender la televisión, voltear a ver algún espectacular, escuchar las conversaciones en las calles, mirar quienes están en cargos importante empresariales y públicos, y las oportunidades que se tienen de acuerdo con el color de piel para darnos cuenta de lo contrario.

Existen prácticas, en diferentes niveles, sentadas sobre el racismo que se han normalizado, que sólo se hacen visibles cuando algo extraordinario sucede. Esta es la situación con las revisiones migratorias, la práctica de los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) quienes se suben a autobuses en todo el país para “detectar” a migrantes. Aunque esta medida de contención de la migración existe desde hace más de tres décadas y el perfilamiento racial es su eje, hace apenas siete años que logramos que se volteara a ver, y hace un año, en mayo de 2022, que se sentó un precedente importante: la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucionales las revisiones migratorias por ser una medida discriminatoria y racista.

Aunque pareciera que las revisiones migratorias solo competen a las personas extranjeras, la realidad es que la población mexicana también se ve afectada. Tanya Duarte, activista y directora del Proyecto de Afrodescendencia México, ha experimentado el perfilamiento racial por parte de agentes del INM. Cuando tenía dieciséis años la detuvieron dos días porque solo pudo mostrar su identificación de estudiante, y a esa detención le han seguido muchas más, la razón: su afrodescendencia. A pesar de las identificaciones ofrecidas durante las interacciones con autoridades de migración, a menudo le dicen que sus documentos son falsos y le exigen que cante el himno nacional. La necesidad de llevar todos sus documentos de identidad ante las constantes paradas e interrogatorios por parte de las autoridades migratorias “es parte de mi vida cotidiana”.

Tanya, por desgracia, no es la única que ha experimentado el racismo por parte del INM en su propio país. Existen casos de personas mexicanas detenidas y deportadas a países como República Dominicana, Cuba o Haití -incluso es tan común las deportaciones a este último país que los medios haitianos lo han llamado un “problema sistémico”- porque a los ojos de los agentes de migración “no parecen mexicanas”, como si existiera una única forma de ser o parecer mexicana o mexicano.

La población indígena mexicana también experimenta atropellos similares por el perfilamiento racial -de acuerdo con el INEGI, más de 25 millones de personas mexicanas se reconoce como indígenas. Los agentes migratorios han explicado que pueden identificar a una persona migrante en situación irregular incluso antes de hablar con ella -por su nerviosismo, por el color de su piel, por su vestimenta- como si la nacionalidad se pudiera ver a simple vista. Estos métodos discriminatorios conducen a la detención ilegal, desaparición forzada o deportación de personas indígenas a países como Guatemala.

En 2015 tres indígenas tseltales de Chiapas (dos mujeres -una menor de edad, y un hombre) salieron rumbo a Sonora para trabajar como jornaleras agrícolas temporales. En Querétaro fueron bajadas del autobús por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) porque “no parecían mexicanas”, pese a mostrar sus documentos de identidad, mismo que la autoridad migratoria señaló de falsos, sin ninguna facultad para hacerlo. Las detuvieron por una semana, hostigaron y torturaron para que firmaran documentos donde aceptaban ser de Guatemala y proceder a su deportación. Luego de un proceso de litigio de 7 años se logró: una resolución de la SCJN, una recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y una disculpa pública, como parte de la reparación del daño, del comisionado del INM, Francisco Garduño, en la que reconoció que “El motivo de su detención fue su fenotipo, el poco entendimiento del español y analfabetismo, y (sic) según los agentes migratorios, eran personas con aspecto de migrantes… por lo que nos comprometemos a la no repetición de estos actos”.

Luego de más de 10 años de documentar y evidenciar la discriminación y el racismo durante las revisiones migratorias y el precedente que logramos sentar con la resolución de 2022 de la SCJN, el pasado 8 de marzo la Cámara de Diputados aprobó una iniciativa que perpetuaría el perfilamiento racial en las revisiones migratorias, contrario a lo que resolvió la Suprema Corte, al añadir un párrafo al artículo 97 de la Ley de Migración que señala que las revisiones podrán seguir realizándose bajo un protocolo que establezca el INM. A las y los diputados se les olvida que el perfilamiento racial que utilizan los agentes de migración no tiene que ver con un protocolo sino con una discriminación enraizada en cada persona (agente migratorio) que ve como inferiores a las personas indígenas y afrodescendientes, resultando en detenciones migratorias arbitrarias, desconocimiento de documentos oficiales como actas de nacimiento, credenciales del Instituto Nacional Electoral, incluso documentos migratorios que INM expidió.

Es importante que no permitamos que estas prácticas se perpetúen y que el racismo siga siendo el eje de las acciones de los agentes migratorios. Como cada año, esta fecha nos ayuda a recordar que el racismo en México socava la dignidad de las personas y que no existe una única forma de ser o parecer mexicana o mexicano.

Dejar una Respuesta

Otras columnas