Rompecabezas

Red de Soldaridad con Chiapas Rosario

Memorias que resisten, gritan y se plantan

Usted me dice que anda en bicicleta, ahí por esos lugares de donde viene. Yo le digo: ¿alguna vez vio una bici con alas? Aaah, de esas no, ¿verdá´?

Antes, le conté la historia de la bici que esperó a su dueño, que floreció en las paredes de Rosario y solita pedaleó por otras partes de Latinoamérica y el mundo. Pues esta sí tuvo compañero (¿dueño?). Y ese era el Pocho Lepratti. No sólo andaba en bicicleta. Yo creo que ya tenía una dentro de su cabeza, pues dicen que siempre estaba pensando cosas para juntar las luchas y ser fuertes y estar menos solos.

Pero los compas del Bodegón del Pocho saben bien la historia, los hilos que la tejen, los líos, todo, todo. Si bien soy persona de muchas palabras, como narrador, sé cuándo ceder la palabra a lxs otrxs…

“Claudio Pocho Lepratti nació un 27 de febrero de 1966 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos (Argentina). En su juventud, eligió habitar barrio Ludueña, en la ciudad Rosario, Santa Fe, tierra entrañable y querida, donde se sumó a la construcción de la lucha colectiva. Fue asesinado el 19 de diciembre de 2001, en su lugar de trabajo, una escuela de barrio, por la policía asesina de Reutemann1 durante el estallido social2.

Si nos preguntan quién era, siempre respondemos que era un laburante, un generador de encuentros, nuestro compañero. Se organizó con lxs pibxs en el barrio Ludueña, convidó y cocinó con ellxs el guiso de las resistencias, el de las luchas, que sólo puede prepararse y saborearse cuando se sabe que es para todxs.

A Pocho intentaron callarlo y no pudieron. Se olvidaron que es semilla colectiva que reverdece en medio de la tierra dura con los cuerpos de compañerxs que resisten con memoria y que se organizan con otrxs para caminar un presente de lucha y encuentro.

Entonces la muerte injusta no se queda en los cuerpos con el dolor atravesado en las gargantas; grita, late, se empuña y se transforma en una organización de las broncas y se expresa con la firmeza necesaria del caminar consciente por nuestra tierra común, aquella que tiene en su suelo las marcas de las opresiones, las mismas que generan que brote la energía vital para tener la convicción de querer transformarlo todo.

Creemos que el Pocho nos juntó en este sueño para recordarnos que el invierno eterno no existe, que si despertamos se va, y que podemos y debemos construir la primavera. Quizás con esa manera tan suya de organizarse a partir de la comensalidad, no dejaba nunca de insistir que todas las épocas tuvieron sus dificultades y que lo importante es poder organizarse y construir lo diferente a lo que NO queremos, complementándonos con nuestras diferencias, haciéndonos fuertes en estas construcciones.

Desde la represión del estallido social de 2001, cuando la policía asesina de Reutemann mató a Pocho y ocho personas más en nuestra provincia, los partidos que nos gobernaron quisieron romper ese gran nosotrxs, fragmentar y cooptar nuestras luchas, queriéndonos hacer creer que estás de un lado o del otro. Pero en esos intereses y en sus pujas decidimos no entrar. No entramos ahí donde se disputa quien se queda con la mejor parte, dónde o de qué manera se hace el sistema solo un poco menos injusto.

Creemos en la justicia popular, que es la justicia real, la que busca que nuestras acciones no se funden sólo en lo que haremos con la muerte de nuestros y nuestras caídas, sino pensar en qué vamos a hacer con su vida, es decir, cómo la vamos a reivindicar hasta que ese sueño aparentemente trunco vuelva a surgir.

Creemos en la organización colectiva, por la cual somos capaces de generar reglas que permiten los encuentros comunitarios, es decir, que detienen los enfrentamientos y nos salvan del individualismo y el encierro.

Nuestra manera de expresar las injusticias y las desigualdades, de exteriorizar la bronca que a veces nos carcome, y de hacerle saber a todo el mundo que acá hay gente que no se doblega, ni se compra, ni se vende, es a través de la alegría.

Nuestra alegría nos hace valientes. Por eso merece ser defendida hasta en los momentos de mayor incertidumbre y dificultad. De eso se trata, de gargantas que gritan a pesar de estar sangrando. De lápices que escriben arriba de la censura o de miradas que se cruzan y se acogen mutuamente.

Nuestra alegría viene de mucho más atrás. Nació en una patria compartida de desterrados, de migrantes, de pueblos sometidos y colonizados, avanzados por un mismo enemigo, también eterno y renovado. No es una alegría ingenua, superficial. Tuvo la fortaleza de renacer en nuestras frustraciones y en nuestros dolores: de lo perdido, de lo encontrado, de lo amado. Es una alegría irreverente a la tristeza inerte que impone el capitalismo. Nuestra alegría es contestataria, sanadora, revolucionaria. Es contestataria porque con sus críticas te canta lo que muchos no quieren escuchar. Es sanadora, porque con su pulso puede curar hasta el más triste corazón. La alegría es nuestra revolución.

La alegría que sentimos, vive como el carnaval en nuestros cuerpos, se hace carne en nosotrxs, no se compra ni vende, y no se encuentra en ninguna publicidad. Nuestra alegría es solo colectiva, cuando estamos con otrxs, cuando construimos y caminamos codo a codo.

Estamos convencidos de que la construcción colectiva genuina, es la que nos transforma, nos funde y nos refunda sobre la base de nuestras luchas y nuestros ideales.”

Y así es, querido curioso, la historia del Pocho hormiga, como también se lo conoce. No es una historia que posea derechos de autor o de copia, así que vaya allá a sus tierras, en su bici, y cuénteles la historia de la bicicleta que le salieron alas. O tal vez, pueda cantárselas…

1 Corredor de Fórmula1, fue dos veces gobernador de la provincia de Santa Fe

2 El estallido social del 2001 fue un hecho histórico debido a la crisis socio-económica a causa de políticas neoliberales. Los bancos embargaron dinero, la gente se quedó en la calle, la industria nacional fundida.

Película:

Red de Solidaridad con Chiapas de Rosario-Argentina

Intentamos compartir con los zapatistas ese camino de dignidad y esperanza, a través de las Brigadas Civiles de Observación, testimoniando las violaciones a sus derechos y difundiendo su lucha desde nuestros territorios. Buscamos una nueva forma de hacer política y caminos de encuentro.

Imagen: Mural a cargo de China del Río, Rosario 2019

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