Rompecabezas

Red de Solidaridad con Chiapas de Rosario

La solidaridad como bandera

PRODUCIR Y CONSUMIR DE MANERA MANCUMUNADA Y COOPERATIVA

Nos reunimos con las compañeras Mariana Mazzufero y Valeria Luchini, integrantes de la Cooperativa “Mercado Solidario” que nos cuentan que la cooperativa es una organización de la ciudad de Rosario que experimenta formas no capitalistas de producción, distribución y consumo. Forma parte de la Red de Comercio Justo del Litoral.

    El almacén “El Trocadero” es el Nodo de venta de la Cooperativa y está ubicado en calle Santiago 989.  El almacén de “Las Tres Ecologías” funciona en un espacio cedido por la Municipalidad de Rosario, en calle Emilio Schiffner 1551, cercano a la costanera del río Paraná, en el centro de Rosario.

    Nos cuenta Mariana…

– ¿Vos estuviste desde los inicios del Mercado Solidario?

No, mi ingreso fue en mayo de 2013 como socia, pero previo a eso empecé como consumidora en el 2008.

– ¿Y Valeria? (Valeria Luchini)

Valeria está desde un inicio del año 2002, cuando comenzamos a participar en los clubes de trueque. En un principio, empezamos participando de estos clubes, un poco observando y otro poco con producciones propias, en el intercambio, con la moneda social que en ese entonces también aparece.

– ¿Y dónde se organizaba eso?

En varios lugares, en clubes de barrio, en plazas. Además, surgen las asambleas que comienzan a aparecer en ese momento en todo el país.

 Que siguen existiendo en algunos barrios…

Sí. En zona oeste está la “Gran Feria de Zona Oeste”, en la que quedó como instalada la feria del trueque de Rosario. En este momento no es tanto de trueque, pero sí se sostiene en algunos lugares o en algunas instancias.

– O sea, ¿el “Mercado Solidario” nace más o menos en el año 2002?

– En el año dos mil dos, un grupo de compañeros participaban en ese momento de la experiencia, con producciones propias, en esos espacios instalados de clubes de trueque.

– ¿Ya organizados como en grupo, o individualmente?

– No, como grupo, de seis amigos, siete amigos, que participan de la experiencia con producciones propias. En ese momento, empezaron las asambleas nuestras, pensando el problema de trueque ¿no?, estudiándolo un poquito. Entonces, ahí se veía que era una instancia muy potente en el sentido de que existían los intercambios, esa relación entre lo que uno produce y lo que podés intercambiar con otro, que también tiene un bien, tiene un saber que pone a disposición en ese producto o en ese bien. Por otro lado, el problema que existía en los clubes del trueque era el de la inflación, donde había también una especulación de la moneda, más allá de que había una moneda que facilitaba ese intercambio.

– ¿Había una moneda que intervenía en los trueques? ¿No era un objeto por otro objeto?

No, era con una moneda social de trueque.

– ¿Quién regulaba eso?

Existía esa moneda como medio de intercambio, pero también existía el que producía, el que producía por ejemplo una Pastaflora, pan, dulce; como el que traía del súper o de algún otro lugar donde conseguía, por ejemplo, una yerba, que no era algo de producción propia, también estaba este problema, que nosotros también lo veíamos. Era una intermediación donde también opera un poco de especulación. Y a veces está el que distribuye, en función de otros compañeros que producen, digamos, que también tiene que ver con lo mismo, con ese plusvalor que se le agrega a la cadena entre productor y el consumidor que genera una forma de relación desigual.

Nosotros empezamos a pensar nuestro propio espacio de truque a los ocho o nueve meses, cuando un compañero nos facilitó el espacio del “Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos” que en ese momento funcionaba en calle Urquiza 1539. Ahí es cuando empezamos, justamente, a poner algunas condiciones para el trueque, no eran como los clubes de trueque, sino que en este caso tenía la particularidad de que solo podían intercambiar productores. Productores que no intermedien, que no compren la yerba en otro lugar para venir a intercambiar al espacio de trueque, sino que tengan bienes, o servicios también, porque había peluqueros en ese momento.

-¿Funcionaban en el Instituto Movilizador?

El Instituto nos ofrece el espacio. Los sábados a la mañana era la instancia de trueque. Pero se utilizaba la moneda del otro trueque, donde había especulación, una inflación, entonces en realidad había un poco de especulación con esa moneda. Por lo tanto, instalamos nuestra propia moneda que llamó “Veinte de Diciembre” para que justamente sea un trueque. Ésta facilitaba intercambio de los bienes producidos por las personas que estaban ahí intercambiando. Para que sea realmente un trueque.

– ¿y el que no tenía para trocar?

No, no. Se convocaba a personas que ya producían y tenías que ser productor de un bien o de un servicio. Prosumidor, es el término. Incluso  a éste lo toman algunos pensadores como Coraggio (José Luis), Susana Hintze, que es una pensadora de los clubes del trueque, así como intelectuales que analizan esta perspectiva.

En ese momento no había una apertura en la cual un consumidor o una persona que brinde un servicio, por ejemplo, un médico pueda comprar los productos. Si en el año 2004 cuando se alquila un espacio que en ese momento era en calle Rodríguez 98 bis, ahí si instalamos un almacén, es decir, una estantería donde poníamos nuestros productos. Y como conocimos, en esos clubes de Trueque  organizaciones  como la Red de Comercio Justo del  Litoral, con las que aún estamos vinculados, y a la  Asociación Civil PORIAJÚ, que se ocupaba y se ocupa de la radio comunitaria, el aspecto educativo,  pero además del aspecto productivo. Tradicionalmente su producción es de textiles más que nada. Después en algún momento se derivaron alimentos, pero siempre su fuerte fueron los textiles, confección de ropa en Capitán Bermúdez. Antes más como grupo, ahora en realidad quedó una compañera, Teresa Giromini, que participa activamente en “Las Tres Ecologías”, y que, junto con Valeria, arman un espacio en común pero cada una tiene su producción de, por ejemplo, el teñido de la de las telas de la cooperativa “Inimbó” (que son telas de algodón de productos orgánicos) y después diseñan cada una la ropa.     

Conocimos organizaciones como  la asamblearia y el espacio de comercio justo “Minka”. Comenzamos a ofrecer a los consumidores productos de organizaciones, cooperativas,  cuando comenzamos con el almacén. Empezamos con esa propuesta de además de hacer el trueque entre productores y entre organizaciones avanzar con la venta a los consumidores, que sería un espacio interrelacionado, pero siempre con la lógica de que no haya intermediarios, es decir, nosotros mismos como colectivo ocuparnos de esa distribución solidaria y que las organizaciones con las que hacíamos intercambio también propongan lo mismo, es decir, producir y distribuir de manera solidaria.

 – ¿Todos los productos que ustedes venden en el Mercado Solidario que no producen ustedes, los adquieren a través del trueque?

No todos. Es decir, siempre nuestra apuesta es que ojalá fueran todos. Es nuestra perspectiva en el tiempo, que no cambia, en el camino vamos construyendo vínculos distintos. Como ejemplo de estrategias para que productores se sumen a la cooperativa, tenemos espacios de feria, siempre hemos sostenido espacios de feria con productores que de alguna manera han hecho intercambios para su propio consumo. Por otro lado, hay organizaciones con las que sí hacemos netamente un intercambio. En este caso, el “Encuentro de Productores Rurales” que es “EPR”, que hace desde el año 2015, que viene siendo parte de la red. Ellos producen y también distribuyen nuestros productos. En su momento, desde los inicios del trueque en el 2002 hasta hace muy poco, hasta la Pandemia, que también fue un momento de quiebre en muchos aspectos, con la cooperativa de “La Asamblearia” de Buenos Aires hacíamos también de manera fluida intercambios y también de manera solidaria se distribuía.

En este momento, hemos logrado también que haya socios de otras provincias, por ejemplo, en la Provincia de Mendoza, San Rafael, el productor del vino “La Morera” y “Última huella” es parte de la cooperativa, socio de la cooperativa, entonces de alguna manera hace sus aportes. Y en ese en ese mismo sentido, en Cafayate, con la cerámica de “Mirta” (Mirta López) y con un vínculo que hace muchísimos años que venimos construyendo con Mirta, es que  logramos construir con aportes de la cooperativa y con esfuerzos nuestros de trabajo un Nodo que es de Mercado Solidario, el de la Red de Comercio Justo del Litoral en el Obelisco, cerca de Cafayate. Esto hace muy poquito que lo inauguramos y que son socios de la cooperativa, es decir, que se van haciendo como pequeños núcleos, pequeños espacios de distribución solidaria en esta asociación que tenemos. Son estrategias para fomentar modos de consumo distinto, alternativo, modo de producción alternativa, y difundir los productos de la red.

-Ser socio de la cooperativa, ¿qué implica? ¿Hay que pagar un aporte?

Sí, siempre hay un aporte, eso es lo más sencillo de hacer. Lo más importante es que haya una perspectiva de ser un productor, de un bien o de un servicio. Es decir, que se pueda canalizar a través de la cooperativa. En este momento el servicio que tenemos desde hace muchos años y que se viene sosteniendo es “Eclipse” que es un servicio informático que ya está consolidado y sostenido por tres asociados.

 Bueno, así es como hacemos lazos y entretejemos vínculos.

-Volviendo a calle Rodríguez, ¿cuándo estaban en la calle Rodríguez, ya se llamaba “Mercado Solidario”?

Claro. La cooperativa adquiere su personería jurídica en agosto del 2004, como “Cooperativa Mercado Solidario”.  El almacén se llama “El Trocadero”, tradicionalmente desde su inauguración. Como para darle entidad al trueque. Allí estuvimos hasta el 2010.  En ese año, estaba el tema del Centro Cultural Israelita de Rosario (CIR) de calle 9 de Julio 659 (espacio de miembros de la colectividad judía y del Partido Comunista de Rosario), que corría riesgo de que lo vendan para hacer un edificio y se desintegre ese espacio. Como había asociados a nuestra cooperativa que eran miembros de ese centro cultural, nosotros le hicimos la propuesta de habitar el espacio en conjunto, en común y que ellos también lo habiten, y bueno en algún aspecto, ellos lograron rearmar el “kinder”, otro espacio, con otra visión.  

Con  el tiempo nosotros necesitamos un espacio de producción. No teníamos lugar cómodo para eso, el club estaba para otras cosas. Entonces, de manera superpuesta mientras estábamos ahí que fue en el año 2015, empezamos a alquilar en calle Santiago. Fue ahí que armamos dos almacenes, y después la historia que ustedes ya conocen, en el año 2018, participamos de Quilombo 27, y después nos quedamos únicamente en calle Santiago.

(Quilombo 27, fue un espacio cultural autogestivo en el que se fusionaron bajo el lema “resistencia, autonomía y emancipación”, tres colectivos, la Cooperativa “Mercado Solidario”, “La otra casa-Red de Solidaridad con Chiapas de Rosario” y el grupo de capoeira “Terreiro Mandinga de Angola”. El espacio estaba ubicado en calle 27 de febrero 1638. Durante la pandemia de Covid-19 no se pudo continuar sosteniendo el alquiler del local).

    Valeria Luchini nos relata sobre los inicios del almacén de las “Tres Ecologías”

 Hacia el año 2013 más o menos, tomamos conocimiento de que la Secretaría de Economía Solidaria de la Municipalidad de Rosario, que en ese momento estaba a cargo de Susana Bartolomé, estaba aspirando utilizar un galpón que estaba bajo su control, para un proyecto en economía solidaria, por lo que estaban en tratativas de llamar a licitación para ocupar ese espacio. Nos invitan a formar parte de la licitación. Es ahí donde le planteamos, primero de manera oral, y luego como sentimos que no nos escucharon, presentamos de manera escrita, una nota donde considerábamos que una licitación no era el mejor mecanismo para un espacio que tenía que ver con la economía solidaria. Esa nota, además la estábamos haciendo dar a conocer en otros espacios. Sosteníamos que había una contradicción ahí, porque en las licitaciones siempre gana el mejor postor, y en economía solidaria, es un término que tratamos de sacarlo de la ecuación. Por las razones que sea, la licitación se hizo igual, pero la declararon desierta.

Entonces, presentamos un proyecto a la misma gestión administrativa, en el que planteamos que el galpón, tenía que ser un espacio compartido con todos los actores de la economía solidaria existentes en la ciudad de Rosario. La secretaria aceptó la propuesta y entramos en un proceso de acuerdos, de casi dos años hasta que pudimos finalmente entrar al Galpón. Lo hicimos bajo un contrato de cesión de uso, y el compromiso lo asumimos como grupo de organizaciones  a través de un acuerdo entre la Red de Comercio Justo con sus tres organizaciones y la Cooperativa Encuentro, que en ese momento formaba parte de una red pero que con el tiempo se disolvió.

El compromiso que asumimos era, que el 30% de la superficie del lugar, iba a ser también habitada por emprendedores de los programas municipales que quisieran pasar por un proceso autogestivo. Y es lo que actualmente ocurre, es decir, el 70% del espacio es de las organizaciones y el 30% de estos emprendedores. Juntos llevamos adelante la gestión del lugar.

El espacio es de la Municipalidad, pero la gestión es mancomunada desde las organizaciones de emprendedores. En el mismo contrato hay una serie de cláusulas que nosotros trabajamos bastante con la gente de Economía Solidaria, en la cual, por ejemplo, no puede revenderse en ese lugar. Nadie puede vivir de la reventa. El uso del espacio es de productores, no únicamente de Rosario, sino  de cualquier lugar, y que busque un espacio de comercio justo. Hay venta de  vinos, yerbas, cosas que no se producen acá. Es un espacio de promoción de la economía solidaria, y nuestro compromiso es brindarlo a todas aquellas movimientos sociales y organizaciones que por una u otra razón necesiten  un micrófono, un lugar de trabajo, participar de la feria, una actividad cultural, un espacio para reivindicar luchas. De hecho, una de las primeras actividades que quedó grabada en nuestra memoria es cuando recibimos a partir de un pedido de los compañeros de “La Otra Casa” a los padres de los estudiantes de Ayotzinapa.

Después también tuvimos algunas actividades de inicio de marchas con, por ejemplo, la plantación de un de un árbol que tiene que ver con la lucha de los pueblos fumigados, y en ese momento el “Almacén de las Tres Ecologías” tomó un montón de fuerza. Siempre estamos haciendo alguna actividad con los pueblos fumigados. De hecho, gran parte de la resistencia post incendios en las islas se gestó ahí. Se hizo una actividad muy linda de investigación sobre los orígenes del fuego, esto fue aproximadamente en el 2021. Fue muy importante.

– ¿También se hacen actividades en “El Trocadero”?

 Sí, por supuesto que sí. La Cooperativa dentro de su estatuto, de su propuesta, no es solo la producción de bienes, de servicios, y la distribución solidaria, sino también la articulación con la cultura, con la formación de una escuela, en este caso por el interés en particular de uno de nuestros compañeros, Roberto García. Roberto es licenciado de letras, y lleva adelante junto con Roberto Retamoso la escuela de literatura “Aldo F. Oliva”, que viene funcionando desde hace ocho años de manera ininterrumpida y lleva adelante muchas propuestas. Tenemos también el espacio llamado “Interzona cultural”, con presentaciones de muestras de arte, de pintura, que le dan otro valor al lugar y nos genera a nosotros también un espacio de sociabilización, recuperando lo que significa una cooperativa. No solo un espacio de comercio justo sino también de otras visibilidades. Además de poder vestirnos bien, con ropa de calidad, ofrecemos un social, y comer de manera espectacular, porque la verdad que los productos son muy buenos, por lo que, también alimentamos la parte del alma, del espíritu, por así decirlo, con estas actividades culturales.

-¿El espacio puede ser prestado a otras organizaciones, para reuniones?

Sí, totalmente. También con propuestas de otros grupos, de otras organizaciones que se interesan por el espacio.

-Volviendo a lo que conversamos antes, ¿cómo es el tema de Cafayate?

Lo que antes les comentaba, es que, en realidad, Mirta es socia de nuestra cooperativa y la conocemos desde hace mucho tiempo de un espacio que se llama “El Obelisco” y está muy cercano a Cafayate. Es un lugar donde hay una reserva natural maravillosa que además de llevar una vida que se adapta a la preservación del medio ambiente producen una cerámica que es excelente. Ellos ya tenían un puesto de venta desde hace muchísimo tiempo, y como socios de la cooperativa y en ese sentido de crecer de manera asociativa, solidaria, es que nuestra cooperativa se expande con socios de la cooperativa al lugar donde ellos viven (Cafayate – El Obelisco) y que con aportes de la cooperativa y con nuestros aportes también de trabajo inauguramos el nodo en enero de este año.

En Cachi, hay un tejido de redes de cooperativas, incluso con otros socios de otras provincias como es el caso de Luis Rodríguez, que es de la“Finca La Morera”, también la  “Cooperativa Uquenios”, en la zona  de Mendoza, de Valle de Uco, la Cooperativa, es una asociación civil en este caso, de Cachi que produce los condimentos, es muy interesante también lo que hacen.

– ¿Y con el tema del sur de Argentina, tienen grupos o socios de la Cooperativa?

No. En realidad, como Argentina es tan grande se nos ha complicado en este tiempo por el tema del aumento del transporte. La verdad que es muy complicado.

-Cuando transportan los productos, en ese intercambio, también se encarecen las cosas, el flete es muy caro, el intermediario es un costo más que se debe tener en cuenta.

Lo que pasa con el transporte es que se encarece por la distancia. No, no nos hemos ido tanto al sur. Pero sí, nos hemos expandido hacia el norte, hasta llegar a Brasil, en Alveria de Santa María. En Misiones también, con la yerba llamada Orembaé, que tienen un espacio en la Cooperativa “Agro Forestal”.

-Cómo es la relación como Cooperativas con los distintos gobiernos?

Nosotros tenemos un compromiso de autonomía. Tratamos de no establecer más vínculos que los estrictamente necesarios. Pero por supuesto, que también obviamente, como organización social muchas veces necesitamos buscar la protección de alguna política pública adecuada, o en términos de subsidio como en algún momento fue Economía Solidaria, por el que obtuvimos el espacio. Tenemos en general, bastante pocos pedidos de subsidios solicitados y recibidos.

– ¿Hay gobiernos que se ponen un poco más estrictos con el tema de la infraestructura, del lugar, de la instalación?

En general en Rosario, no. Ha tenido más que ver con los perfiles individuales de algunos funcionarios que por ahí nos han hecho problema. Además, en términos generales, nosotros tenemos los mecanismos ya autorizados y las habilitaciones que corresponden. Ese circuito ya lo tenemos hecho, y justamente, lo cumplimos de manera tal de que no haya en ese sentido ninguna intervención hacia nosotros, ni ningún riesgo hacia la cooperativa.

-Es que en este momento y contexto se han metido con tanta cosa…

Pero tenemos los balances, las actas, las asambleas, al día y en orden,  entonces eso hace que el funcionamiento sea el correcto.

 En estos momentos preocupan todos los espacios culturales, están tratando de cercar todos esos lugares, estos lugares preocupan.  Ni siquiera es por una política liquidacionista sino porque en la cuestión de todos los días prefieren muchas veces atender al reclamo del vecino individual que a la cuestión cultural. Por un lado, no hay políticas culturales consistentes ni abarcativas que permita funcionar toda la producción cultural que hay, y por otro lado tampoco ayudan demasiado a los pequeños grupos.

-pero ya tienen vida propia ustedes!!

Nosotros, para cada una de nuestras actividades tenemos nuestro camino bastante aceitado. De hecho, contamos con habilitaciones para realizar actividades culturales, nada más que en un número limitado, y tratando de que no moleste tanto a los vecinos. Si bien, en general, el parámetro de los vecinos para la sanción social, es muy finito. En ocasiones, pueden escuchar que estás hablando en el patio y eso ya les fastidia. Sabemos que hay molestia, pero contamos con los permisos municipales, conocen y saben que nosotros no manejamos el horario de cierre, y que el permiso está avalado. Tenemos mecanismos que nos permiten sostener nuestra autonomía cumpliendo con las normas municipales vigentes.

Red de Solidaridad con Chiapas de Rosario-Argentina

Intentamos compartir con los zapatistas ese camino de dignidad y esperanza, a través de las Brigadas Civiles de Observación, testimoniando las violaciones a sus derechos y difundiendo su lucha desde nuestros territorios. Buscamos una nueva forma de hacer política y caminos de encuentro.

Imagen: Mural a cargo de China del Río, Rosario 2019

Una Respuesta a “Había una vez en Rosario, a 100 metros de la casa del Che, un volquete que hizo historia”

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