Esquina, bajan

Krizna Aven

El proyecto comunitario que acompaña a los migrantes en Oaxaca

Hace más de tres años nació en Oaxaca de Juárez, México, el proyecto la Comedora comunitaria “Nkä’äymyujkëmë” para revindicar el trabajo colectivo por un puñado de jóvenes que no han sido indiferentes a las necesidades básicas de cualquier ser humano, como comer.

Filadelfo Aldaz Desiderio, originario del pueblo Po’kxtäkn Ääy de la región Ayuk, Estancia Morelos, Oaxaca, nos comparte que esta iniciativa surgió por el hambre y la necesidad de resistir ante la pandemia de grupos más vulnerables como indígenas, personas en situación de calle y últimamente también con personas migrantes de Centroamérica.

“Ha sido difícil sostener nuestro proyecto, no es un trabajo asalariado, es comunitario, aunque no está reconocido como un trabajo pero sí de mucha invisibilización por parte del estado”. Nuestra iniciativa, dice, “la sostenemos a través de donaciones en especie y en efectivo por parte de organizaciones no gubernamentales. Nunca hemos aceptado ninguna ayuda ni alguna alianza con el gobierno ni con ningún partido político por respeto a nuestra autonomía, aunque han llegado personajes políticos a querer hacer las mismas formas políticas de siempre: nos ofrecen favores como darnos becas, pagar la renta de nuestro espacio, pero nosotros cuidamos que no se apropien de nuestro proyecto”.

Desiderio, de 33 años, nos confía: “hace aproximadamente un año comenzamos a trabajar con la población migrante que va de paso en Oaxaca. Hace poco llegábamos a hacer hasta 300 raciones de comida para los niños, mujeres embarazadas y sus padres. Somos tres de base en la comedora y llegan a apoyar tres o cuatro personas, pero últimamente no hemos podido hacer lo suficiente para todos”.

“No tenemos un espacio fijo para repartir la comida, nos vamos moviendo donde sabemos que hay migrantes, como a la central de abastos, a la central camionera o al parque Morelos por ejemplo”, explica.

Con frustración y tristeza, Filadelfo nos comparte que la policía estatal, municipal y el Instituto Nacional de Migración (INM) “hacen en conjunto megaredadas para llevarse detenidos a los compas y deportarlos, nos van dejando poco margen de acción para seguir trabajando”. Hemos documentado a través de videos en el celular como hacen detenciones arbitrarias, hemos estado presentes cuando lo hacen, nos presentamos como defensores de los derechos humanos pero pocas veces la policía ha actuado con reserva cuando estado presentes”. La mayoría de veces nos han amenazado con llevarnos detenidos, nos han golpeado, pateado y hasta nos han tirado la comida porque según ellos, los lugares públicos no son comedores”.

“Me han detenido por ser activista indígena y por ser parte de la disidencia sexual, por mi color de piel, por los tatuajes que tengo en la cara y en los brazos. Me han dicho que estoy bajo sospecha. Es un fascismo fatal el que ejercen las instituciones del estado contra las personas que tenemos una ideología y practica anarquista. Es horrible que utilicen el poder para criminalizar a las poblaciones más pobres”, cuenta.

Aldaz, con coraje prosigue: “Los operativos los hacen a media noche o en la madrugada porque saben que no hay medios de comunicación o defensores de derechos humanos. Los hacen constantemente en los lugares donde vamos a da de comer. Me indigna lo que les hacen, en especial a los niños, he visto como los suben a las vagonetas como criminales para obligar a su padres a subir por su propia voluntad. También los despiertan pateando sus casas de campaña gritándoles, aquí no es lugar para dormir. Cuando se quieren defender, la policía y migración les dicen que no les importa la nacionalidad que tengan, que a todos los pueden deportar, hay gritos por todos lados, los niños se asustan, se vuelve un caos horrible. Nosotros hemos exigido que nos digan el paradero de ellos cuando ya no los volvemos a ver”.

Con nostalgia y alegría, continua: “Llevamos a una familia de migrantes a quedarse dos días en nuestro centro de trabajo, los niños estaban felices, nos ayudaron a repartir la comida, me dio ternura mirarlos con la necesidad de ser escuchados, nosotros siempre les preguntamos que comen y que no comen, que les gusta y que no”.

“Recuerdo con mucho cariño a Alejandro, es un niño alegre y atento, me pedía mi gafete y se iba a dirigir la entrega de la comida, decía que primero le sirvieran a los niños y a las mujeres. A los pocos días su familia junto con él se fueron rumbo al norte, al despedirme de él, le regale un billete de doscientos pesos y me dijo, nunca he visto tanto dinero. En poco tiempo sentí un apego, me dijo que cuando fuera a dar la comida me acordara de él, me dio tristeza y a la vez indignación por su situación, por esta realidad”, añade.

“Lo que me dijo me hace sentir más responsabilidad en la comedora, les escuchamos, ellos tienen tanta dignidad y derecho de pisar cualquier lugar como nosotros. ¿Migrantes? ¿Qué no podemos inventar otro adjetivo más digno para ellos? Ni al estado ni a los políticos les creo nada así se digan de izquierda o muy progresistas, sus discursos y las formas en que ejercen la violencia contra nosotros es la misma o peor que la del régimen anterior. El gobernador Salomón Jara es morenista pero antes fue diputado y senador por el PRI, solo sigue saltando en cualquier partido político con tal de seguir en el poder. Nunca les daría mi voto ni a ellos ni a ningún partido político”.

“Tengo seis hermanos y cuando tenía ocho años quedamos en la orfandad, viví con mucho miedo de quien nos diera de comer, de lavar la ropa, de quien nos cuidaría. Una tía se hizo cargo de dos de mis hermanos, otro tío de una hermana y de mí, mientras que los dos mayores ya trabajaban en la Ciudad de México. En plena condición de vulnerabilidad viví un evento traumático, abusaron sexualmente de mí, intento a diario no desarrollar miedos ni inseguridades. Todavía sigo en constante desventaja”.

“Cuando comencé a estudiar en mi pueblo fui víctima de burla, de agresiones físicas y verbales por ser no binario y por hablar mi primera lengua (Ayuuk). También fue lo mismo con los compañeros de clase cuando estudié en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO)”.

“Alba Serna era la psicóloga de la universidad y maestra del grupo en que me tocó, ella sabía que soy parte de la comunidad LGBTTTIQ pero a pesar de eso, en una clase afirmó que el sexo entre hombres no era natural, que cuando eran penetrados era como calar a un hombre pero al revés. Me levanté y le dije que no tomaría ya su clase, me salí del salón y dos de mis compañeras me siguieron. La maestra Alba fomentaba la misoginia y la homofobia”.

“Me gustaría seguir estudiando una maestría o la carrera de Lingüística o psicología. Tengo deseos de armar otra comedora en mi pueblo donde no solo sea para dar comida, que sea un espacio político – cultural, un refugio para las personas que no tengan donde resguardarse de las violencias hetero patriarcales porque por más que romanticemos a las comunidades indígenas también existe el machismo y las violaciones sexuales a los infantes. Todavía sigue sucediendo y se me hace muy grave que nadie haga algo”.

“Llevo tiempo sin pareja porque parte de la lucha es volverme responsable de mis carencias sexo afectivas, estuve en una relación así y no me agradó porque tuve muy pocas experiencias chidas que intentaron normar mi vida y ya no quiero vivir así.El amor romántico significa propiedad privada y costumbres muy dañinas, hay otras formas de amar como la solidaridad y el apoyo mutuo”.

“Apelo a la colectividad y a la empatía, hago un llamado a seguir tejiendo comunidad y a no esperar que un partido político o alguien con poder lo haga, si nos organizamos podemos sostener cualquier proyecto. El sistema capitalista es complejo, fomenta la esclavitud laboral, las violencias clasistas, machistas, es ecocida, feminicida y consume toda la materia prima del planeta. Si seguimos así viviremos cada día más la violencia bruta del monopolio y que solo un puñado de hombres, sigan controlando a más del noventa por ciento de la población”.

“Intento mirar otro mundo, otras formas para no quedarme con esta versión de la vida que busca los privilegios, la acumulación y el consumismo”.

“En la comedora queremos constituirnos jurídicamente para recibir más donaciones para seguir haciendo nuestro trabajo pero no sabemos cómo hacerlo, por el momento solicitamos a toda la gente su apoyo y solidaridad ya sea dándonos alimentos para cocinar o que nos puedan dar un apoyo económico”.

Cuenta bancaria para donativos para la comedora comunitaria a nombre de:

Filadelfo Aldaz Deciderio

Número de cuenta bancaria: BBVA BANCOMER 152 979 4860

Número de tarjeta para transferencias: 4152 3135 1253 6835

Krizna Aven

Desde los 18 años empecé a ejercer el trabajo sexual, y gracias a esto comencé a ser promotora de salud y defensora de derechos humanos de las compañeras trabajadoras sexuales. Desde el 2006 soy adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona propuesta por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional  (EZLN). Debido a la constante represión contra el sector al que pertenezco nos vimos en la necesidad de ser activistas y desde hace más de 15 años periodistas. Para mí es fundamental contar las historias directamente del o de los protagonistas, ser un puente que sirva para dar a conocer historias y denuncias que difícilmente son tomadas en cuenta. El compromiso de escribir sigue latente en mí.

Dejar una Respuesta

Otras columnas