Rompecabezas

Red De Soldaridad Con Chiapas Rosario

¿Dónde está el melli?

Está bien, está bien, ya sé que le tiré mucho cuento con esto de la memoria y ahora ya se quiere ir… Pero espere, que le cuente este último, hágame caso, va a entender las atrocidades que se llevaron a cabo en este territorio en nombre del “orden”, va a saber también la complicidad cívica con la represión militar. Eso sí que da miedo. Pero también se va a enterar de otros detalles. Por ejemplo, de que hay personas que buscan cosas que a veces no se ven, como la identidad, ¿sabe?

“Mi mamá era santafesina, de una familia de clase media. Había estudiado Trabajo Social y se había dedicado a trabajar en diferentes barrios populares, en villas y lugares muy humildes de la ciudad de Santa Fe. Integró el Movimiento Feminista Peronista y organizó el Movimiento Villero Peronista. Ella se casó con su primer compañero, que es Marcelino Álvarez, y tienen un hijo, mi hermano Sebastián Álvarez. Más adelante, Raquel y Marcelino ingresan a las F.A.R., Fuerzas Armadas Revolucionarias, que apoyaban la lucha del Che Guevara. Pero en cierto momento se une con la organización Montoneros. Su nombre de guerra, es decir como la conocían sus compañeros, era María Amarilla, o María.

De mi papá, Edgar Tulio Valenzuela, su nombre de guerra era Tucho o Marcos. Era sanjuanino, de una familia tradicional, con cierta trayectoria en política. Mi abuelo había sido elegido diputado nacional por el Bloquismo (una facción del radicalismo). Tulio se va a estudiar abogacía a la UBA y conoce a su primer compañera, Alcira Fidalgo, una mujer extraordinaria, poeta y militante, y se suma a militar en Montoneros. Con el tiempo, se separaron.

Por otro lado, mi mamá en el ´76 tiene a su primer hijo, Sebastián, y cuando él era chiquito, de meses, desaparecen a su marido, Marcelino Álvarez. No sé muy bien cómo se conocen, pero forman pareja.

Mi papá había tenido otra relación, con Norma Espinoza, con quien tuvo un hijo, Matías (mis dos hermanos mayores). Siguen militando en Montoneros y viajan después a Brasil, vuelven a Argentina y el 2 de enero del 78 son secuestrados en Mar del Plata con mi hermanito Sebastián y lo llevan a la quinta de Funes, que es un centro clandestino de detención cercano a la ciudad de Rosario, que era como una casa de veraneo en donde los militares habían montado un centro clandestino de detención. Allí tenían a toda la columna Rosario de Montoneros, y mi papá era una especie de responsable de esa columna, por eso lo querían a él. Mi mamá estaba embarazada de seis o siete meses. Toda la presión tomando a mi mamá y hermanito como rehenes. Presionan a Tucho, mi papá, para que viaje a México, donde estaba en ese momento la sede de Montoneros, donde la cúpula coordinaba la organización. Por su grado podría acceder a hablar con los jefes montoneros, pues él era jefe de la columna Rosario.

Se reúnen mis viejos (cuenta Jaime Dri, único sobreviviente de la Quinta), e hicieron el análisis que de cualquier manera la muerte era la única posibilidad que les quedaba ahí. Esa es la gran decisión que toman: simular que iban a participar de lo que les pedían los militares, aun sabiendo que mi mamá Raquel quedaba como rehén; ella y sus hijos próximos a nacer. Negocian que mi hermanito regrese con mis abuelos maternos y parte mi papá hacia México con dos represores.

La Quinta de Funes estaba bajo la órbita del Segundo cuerpo de ejército de Rosario, ubicado en las calles Moreno y Córdoba, a cargo del General Fortunato Galtieri, desde donde se planificaba todo el accionar represivo para seis provincias de Argentina. Hoy allí funciona el Museo de la Memoria.

El operativo se llamó “OPERACIÓN MÉXICO”, un plan diseñado para, a través de Tucho, exterminar a la cúpula de la organización montoneros.

¿Qué pasó cuando Tucho viaja a México? Lo llevan vigilado a un hotel y logra escaparse y llegar a la casa de los Montoneros. Denuncia que él viene detenido ilegalmente con agentes militares argentinos. En Montoneros deciden que se realice una conferencia de prensa internacional. Allí él denuncia el plan sistemático de desaparición de personas que la dictadura está llevando adelante en la Argentina y que su mujer quedó como rehén embarazada en la Quinta de Funes. Estas denuncias tuvieron repercusión en todo el mundo, menos en Argentina.

Luego de un tiempo, tremendamente desesperanzado, Tucho decide volver a Argentina y se sabe que ante el intento de secuestro por parte de los militares toma una pastilla de cianuro. Nunca se encontró su cuerpo. Aún se encuentra desaparecido.

De Raquel, mi mamá, se sabe que fue llevada a la escuela Magnasco, que está en las calles Zeballos y Ovidio Lagos de Rosario, cuyo director permitió durante el receso escolar y en los talleres de la escuela técnica tener a los detenidos y detenidas ilegales. Este hecho permite dimensionar lo que significa el concepto dictadura cívico-militar, es decir, reconocer el entramado social corporativo que también sostuvo la implantación de ese modelo represivo.

Jaime Dri cuenta que a mi mamá le hacen un par de controles en el hospital militar de Paraná y que allí dio a luz a mellizos después de 15 días de estar internada. Fue ingresada como sobrina de Galtieri y con un cuidado que hacen pensar lo que las abuelas1 llaman BOTIN DE GUERRA. No le daban el trato aberrante que le daban a otras mujeres en la misma situación, internada además con una guardia de 40 militares en la puerta del hospital militar. Allí mi madre le dijo a una enfermera llamada Natalia Krunn quién era, que se llamaba Raquel Negro y que venía del cautiverio de la quinta de Funes.

Todo esto se pudo reconstruir gracias a los testimonios valientes de enfermeras que rompieron el pacto de silencio de la jerarquía médica. Ellas también cuentan que no se podían tener en el Hospital Militar dos bebés en terapia intensiva, que era de adultos, por lo que los llevan al INSTITUTO PRIVADO DE PEDIATRÍA (IPP). Ingresamos, yo, con el nombre Soledad López, y 6 días después mi hermano mellizo como N.N. López.

Natalia dice que cuando llega a la tarde al Hospital militar, mi mamá ya no estaba más, y que probablemente la hayan sacado por las ventanas ya muerta porque para el otro lado había gente trabajando y que nunca más supo de Raquel.

Tras muchos años de investigaciones, del trabajo de los equipos jurídicos, de Abuelas, H.I.J.O.S, Secretaría de Derechos Humanos y trabajo colectivo, tiene lugar en el año 2011 la causa conocida como Hospital Militar, y luego en el 2018, la causa IPP.

Crecí en una familia adoptiva, Gullino, en Villa Ramallo. Ellos me adoptaron de buena fe y siempre sabiendo que era adoptada. Crecí en ese pueblo y nunca sospeché que era hija de desaparecidos.

Cuando empecé a estudiar en Rosario conocí a la agrupación H.I.J.O.S., pero no me imaginé que podía ser hija de desaparecidos. Los casos conocidos habían sido apropiados por personal de las fuerzas de seguridad, muy distinto a mi caso.

Igual tenía pendiente lo de mi identidad, para cerrar este tema.

En el 2008, me acerqué a las Abuelas de Plaza de Mayo para hacerme la extracción de ADN. Ese mismo año, con los resultados de mi ADN, se prueba toda una línea de investigación. Se concentran todas las pruebas para juzgar a todos los responsables militares en la causa Hospital Militar 2011 y se juzga por primera vez en Entre Ríos, por delitos de lesa humanidad, a cinco militares y un médico anestesista militar.

Todos los días en las tapas de los diarios se leía «robos de bebés». En este juicio sucede algo extraordinario, queda en evidencia la complicidad civil. Citan como testigo al doctor Miguel Torrealday, médico del IPP, pero no aporta mayores datos. Se evidencia que sabe algo más, pero calla, aunque así aparecen los médicos civiles y la clínica como protagonistas. Torrealday era asesor del Ministerio de Salud, pero le piden la renuncia.

En el 2013 fuimos a una entrevista, nos sentamos con los cuatro médicos del IPP, que dicen no recordar nada. Pero las enfermeras sí recuerdan todo y creen que los médicos saben y además Raquel era catalogada como subversiva. Así se abre el juicio por el IPP. Por eso se juzgaron y por eso tienen la sentencia.

¿Qué pasó con el mellizo? Esa es aún una de los grandes interrogantes. Hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance, investigamos mucho, desde el 2008 estudiamos, seguimos muchas líneas de investigación para saber dónde está mi hermano. Aún seguimos, a la espera de encontrarlo.”

¿Qué decirle? Solamente que no tire las piezas de este rompecabezas de memoria, que vaya y las cuente, que es otra manera de guardarlas.

1Hace referencia a la Abuela de Plaza de Mayo.

Red de Solidaridad con Chiapas de Rosario-Argentina

Intentamos compartir con los zapatistas ese camino de dignidad y esperanza, a través de las Brigadas Civiles de Observación, testimoniando las violaciones a sus derechos y difundiendo su lucha desde nuestros territorios. Buscamos una nueva forma de hacer política y caminos de encuentro.

Imagen: Mural a cargo de China del Río, Rosario 2019

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