Mujeres Transnacionales

S. Priya Morley, Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York

Detrás del color de mi piel: el racismo contra las migrantes negras en México

“Cuando trato de salir, los automóviles no se detienen, aun cuando ven que estoy embarazada”; “Si tengo que ir al centro de salud, camino. No tenemos derechos aquí”; “Todo lo que hago es cuidar a mis hijos en casa e ir a la oficina de migración para obtener información sobre nuestro caso»; “No podemos salir, porque nos miran feo, nos tratan mal, nos evitan”; es la cotidianidad de las mujeres migrantes haitianas y africanas en Tapachula, Chiapas.

Varadas en esa ciudad fronteriza, ante la imposibilidad de continuar su viaje rumbo a Estados Unidos o Canadá, las migrantes experimentan discriminación racial en sus interacciones con diferentes autoridades de gobierno y la población mexicana. Las personas locales no las tratan con respeto y dignidad. Es común escuchar expresiones discriminatorias e insultantes para referirse a ellas.

Las mujeres migrantes negras, en particular, se enfrentan a una discriminación racial y de género generalizada en México. La experiencia de las migrantes es atravesada por las desigualdades del mercado laboral, el aislamiento y la ausencia de redes sociales, y servicios inadecuados para satisfacer sus necesidades de salud y educación. La intersección del género, la raza y el estatus migratorio a menudo hace que sea más difícil para ellas navegar por el proceso migratorio que para los hombres. Su contribución a la economía familiar tiende a ser a través de los roles de género: trabajos no remunerados como cuidar de las y los hijos, hacer la comida y lavar la ropa. En algunos casos, viven en riesgo de violencia en el hogar u otros abusos.

Son especialmente vulnerables en el contexto de la atención médica. Muchas migrantes negras que dan a luz en los hospitales públicos sufren discriminación, negligencia y violencia obstétrica/ginecológica debido a su raza. Esta discriminación incluye comentarios racistas y críticas a sus prácticas culturales. Además, algunas personas locales “creen que las mujeres traen enfermedades mortales”. Los hospitales públicos no tienen intérpretes disponibles para explicarles los procedimientos a los que las someterán, y a menudo hay un acceso inadecuado a los medicamentos. El Servicio Jesuita a Migrantes tiene conocimiento de “varios casos de muerte fetal o neonatal como resultado de la falta de atención médica durante el embarazo o la negación del acceso a servicios médicos oportunos durante el parto”.

En tanto existen múltiples informes sobre las poblaciones migrantes y solicitantes de asilo negras, donde reportan que son tratadas peor que la población centroamericana, algunas de esas investigaciones afirman que son «tratadas como animales». En general, las personas migrantes haitianas y africanas, y otras poblaciones negras, se enfrentan a la discriminación racial y xenófoba en el país por el color de su piel y su identidad de migrantes, que tiene sus raíces en la larga historia de México y su lucha contra la negritud y la xenofobia contra las poblaciones afrodescendientes y migrantes. Se estima que 1.4 millones de personas mexicanas se identifican a sí mismas como afrodescendientes, lo que representa el 1.2 por ciento de la población total, de las cuales 705 mil son mujeres.

Aunque muchas personas siguen negando que exista discriminación racial en el país, un estudio realizado en 2017 reveló que el color de la piel es un determinante importante en los logros económicos y educativos de las personas. Las violaciones de derechos humanos que sufren las personas afromexicanas y migrantes negras están entrelazadas. Por ejemplo, los agentes del Instituto Nacional de Migración han intimidado sistemáticamente a las y los afromexicanos en los puntos de control migratorio al confundirles con nacionales de países como Haití.

Con el aumento de la migración de personas haitianas y africanas hacía y a través de México, así como con el movimiento mundial Black Lives Matter, que ha llegado a México, es urgente que el Estado mexicano tome medidas para hacer frente al racismo, ya sea contra las personas migrantes negras o contra las afromexicanas.

No obstante, y pese al incremento de la migración de Haití y África, desde 2010 y 2015 respectivamente, en México, rara vez forman parte de la discusión sobre la migración en la región. Por ello entre 2019 y 2020, el Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI) en conjunto con la Alianza Negra por la Inmigración Justa (BAJI, por sus siglas en inglés) realizó el proyecto de investigación, Mujeres Migrantes Negras en México, sobre las experiencias de las mujeres migrantes negras que ingresan, transitan o se establecen en el país. Resultando dos investigaciones, “Un viaje de esperanza: la migración de mujeres haitianas a Tapachula, México” y “Nos tiene en la mira. El impacto del racismo anti-negro sobre las personas migrantes africanas en la frontera sur de México”. En ellas se destacan cómo los prejuicios raciales crean una discriminación generalizada, violencia racial y un menor acceso a los recursos, migratorios, de asilo y sociales, que existen para las personas solicitantes de protección internacional en el país.

Por lo tanto, es cada vez más importante que el gobierno mexicano tome medidas para abordar la discriminación y otras barreras que afectan a la población migrante africana y otras personas migrantes negras en tránsito o en busca de asilo en el país. Los acontecimientos recientes, como el reconocimiento nacional de la población afromexicana, el trabajo de la Asamblea de Migrantes Africanos en Tapachula para crear conciencia sobre su situación, y el actual movimiento mundial contra el racismo negro, sugieren que hay una oportunidad para el cambio. Sin embargo, es necesario una verdadera voluntad política y una acción concreta a nivel nacional para comenzar a desmantelar las estructuras que perpetúan el racismo contra las personas negras en el sistema migratorio mexicano. Los acontecimientos ocurridos en Tapachula entre junio y diciembre de 2019 pusieron de relieve tanto la forma en que se está modificando la demografía de la población migrante en México, como los límites de sus respuestas.

A través de ambos informes se exponen una serie de recomendaciones, no exhaustivas, al Estado mexicano y a la sociedad civil para abordar y mejorar la situación de las personas migrantes negras en el país, en concreto en Tapachula. No podemos seguir negando la negritud en nuestro país, no podemos seguir siendo cómplices silenciosos de la discriminación, el racismo y la xenofobia.

Twitter. @IMUMIDF

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