Mujeres Transnacionales

IMUMI

¿Cuántas son 7 mil personas migrantes?

Por. Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI)

Twitter:@imumidf

En 2015 y 2016 las imágenes de miles de personas sirias en balsas en el Mediterráneo buscando llegar a países como Turquía, Líbano y Jordania eran una constante en los medios de comunicación, principalmente televisivos, “una de las mayores crisis humanitarias desde la Segunda Guerra Mundial” consideró en su momento Naciones Unidas. Cada video o imagen nos estremecía, y en más de una ocasión las personas al lado mío -ya sea en una cafetería, en el súper, o en el metro, se mostraban compasivas/solidarias con las personas, y expresaban palabras o gestos de repudio contra las autoridades que no les permitían entrar al país.

Dos años después, esas imágenes se recrean pero ahora en nuestra frontera sur. No atraviesan mares, pero si ciudades, y algunas el Río Suchiate. La mayoría saldría de Honduras el pasado 12 de octubre. Paradójicamente, fecha en que se conmemora el descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Ese día también redescubrimos el rostro de una América que se niegan a ver sus gobernantes, azotada por la desigualdad y la violencia.

Para el 19 de octubre, y tras haber recorrido más de 600 kilómetros, entre 5 mil y 7 mil personas, principalmente hondureñas, llegaron a la frontera entre México y Guatemala, su meta quedarse en México o llegar a Estados Unidos, en busca de salvar su vida y la de sus hijas e hijos. Ya desde hace, por lo menos, cinco años las y los especialistas han señalado como México se ha convertido en un país de destino, lo quieran ver o no los gobernantes.

“Nadie nos organizó. No hay un líder. Nosotros nos organizamos a través de Facebook, y al no tener otra opción, decidimos venirnos”, señala una mujer hondureña que viaja con sus 4 hijos, desde el Parque Miguel Hidalgo en Tapachula, Chiapas.

En los medios las imágenes de la multitud de personas fueron moneda de cambio, y titulares como “Caravana migrante rompe cerco y cruza frontera con México”, “¡Regresen a su país!” (aún si era una declaración de Trump) o “Hay grupos delictivos infiltrados” (declaración de un representante de gobierno mexicano) han contribuido a que las expresiones de solidaridad sean menos, y se evidencie la xenofobia. La imagen del contingente de personas en el puente internacional entre Guatemala y México, de hace 10 días, ha construido una visión poco real de las personas migrantes.

No es difícil toparse con mensajes como: “que los regresen a su país”, “no queremos parásitos aquí”, “cierren las fronteras”, “solo van a incrementar la delincuencia en el país”, “ya tenemos muchos pobres”, “que respeten la ley”, como si la inseguridad o la pobreza fuera cuestión de nacionalidad, y no el resultado de sistemas económicos fallidos que enriquecen a unos pocos y empobrecen a millones; o que no existe evidencia sostenible que muestre que la entrada de personas migrantes al país es proporcional al incremento en los índices de delincuencia; o que respetar las leyes tiene que ver con el país donde naciste. La mayoría de las opiniones tiene detrás la ignorancia y el miedo.

A quienes han expresado un rechazo rotundo a las personas del éxodo centroamericano, se les olvida que por lo menos el 95% de la población mexicana tiene un vínculo con la migración, ya sea porque un familiar, amistad o conocido es migrante, principalmente en Estados Unidos; o porque han tenido la oportunidad de estudiar en otro país, -ser migrante no sólo tiene que ver con irse del país con un estatus migratorio irregular; y al 100%, porque gracias a la migración se ha enriquecido nuestra cultura –comidas, bebidas, series, marcas, escritores, música, que no son mexicanos y que hoy conocemos, son producto de la migración.

Sin embargo, pareciera que de repente en el imaginario colectivo 7 mil personas migrantes se convirtieron en millones, pero ¿son pocas o muchas personas? Dimensionemos…equivale más o menos al .46% del total de quienes presenciaron el desfile del día de muertos, el pasado 27 de octubre, en la Ciudad de México; o apenas el 8% de la capacidad total del Estadio Azteca. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía menos del 1% de la población total del país, son extranjeros.

Sigamos con los números y vamos más allá, en Perú viven 500,000 personas venezolanas con una visa temporal; datos de la Comisión Europea y del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados de 2015 señalaban que Turquía había recibido a casi 2 millones de personas de Siria en los últimos cuatro años y, ninguno de esos países se ha colapsado.

Más allá de los números, el foco debemos centrarlo en la respuesta del Estado mexicano, por un lado con agresiones directas, y por otro, con peticiones que caen en lo absurdo frente a la situación, o un programa –“Estás en tu casa”- anunciado como un gesto de empatía y solidaridad frente a una población en desventaja, que es una farsa, pues lejos de brindarles protección y seguridad, restringe derechos garantizados en la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, la Ley de Migración, y la ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

La migración en la región no es nueva, no por nada este corredor migratorio es uno de los principales en el mundo. Las causas son múltiples, pero tienen un común denominador: el sistema de desarrollo neoliberal, que ha puesto a las poblaciones centroamericanas contra la pared, obligándolas a tomar decisiones radicales para sobrevivir; y por otro lado, la política migratoria de la región.

Durante el sexenio de Peña Nieto se han registrado casi 900,000 eventos de detención por el Instituto Nacional de Migración, 88% terminan en deportaciones, de acuerdo con la Secretaría de Gobernación. Mientras que los datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados señalan que de las 30,249 solicitudes de asilo recibidas del 2013 al 2018, sólo se reconoció a 6,821 personas; y en 2017 hubo un rezago del 52% en la respuesta de solicitudes hechas.

Entonces, ¿7 mil personas centroamericanas en busca de salvar su vida y la de sus familias, son pocas o son muchas?; ¿nuestras respuestas están en función de presiones externas o de nuestras capacidades como Estado mexicano?; ¿las expresiones xenófobas son producto de la información y documentación, o de la ignorancia y el miedo?

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