Esquina, bajan

Krizna Aven

Cuando era joven soñé con cambiar el mundo

Albergue Tochan, un espacio para migrantes

La política del gobierno está creando sentimientos de odio. Gabriela Hernández es originaria de la Ciudad de México. Estudió ciencias políticas y se considera activista social. Ha apoyado luchas como la de San Salvador Atenco por la libertad de sus presos políticos y por el acceso a la justica de las mujeres que fueron violentadas sexualmente en 2006. A medida de sus posibilidades también ha acompañado al movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Al poco tiempo del levantamiento armado en Chiapas, ella junto con varios compañeros formaron el colectivo, Lak Hormiga para difundir las propuestas y el trabajo zapatista.

“Cuando era joven soñé con cambiar el mundo. La injusticia y la pobreza del pueblo salvadoreño y su levantamiento armado significó para muchos de nosotros una oportunidad para cambiar para bien este y otros países con un nuevo pensamiento socialista, sin embargo, al paso del tiempo cambió mi percepción. Creo que hoy tenemos que hacer una revisión al orden social e implementar algo diferente, tal vez más cercano a la propuesta zapatista, gobiernos colectivos, rotativos en su administración y que sirvan realmente para toda la comunidad”.

“Me enamoró la pureza de sus ideas al estar enfocados en el entorno en que viven los indígenas. Ellos nos enseñaron que primero hay que conocer quienes son y por qué luchan, por ejemplo, la educación zapatista está enfocada para los niños que viven en el campo y no educarlos como si vivieran en la ciudad. Aquí también es lo mismo, cada colonia tiene diferentes intereses y problemáticas y debemos tener en cuenta el entorno en que viven, debemos saber quiénes somos los gobernados y quienes nos gobiernan para que cada lucha sea exitosa. Son un ejemplo de lucha y nosotros seguimos siendo hormiguitas que ayudan y difunden su trabajo”.

Gaby, quien por razones personales prefiere omitir su edad, nos confía: “Antes del 2010 era raro que la Ciudad de México fuera un lugar de paso para los migrantes, no era una ruta tradicional ya que geográficamente están retiradas las frontera norte y sur. Las malas decisiones de los gobiernos de esa época causaron que el crimen organizado asesinara 72 migrantes en Tamaulipas, fue una noticia que estremeció a todo el mundo. El gobierno mexicano quedó tan mal parado que para limpiar su imagen internacionalmente se dedicaron a rescatar a migrantes víctimas de delitos, robos, secuestro mediante operativos en la zona norte del país”.

“También decidieron ofertarles una visa humanitaria para que pudieran viajar en autobús hacia la frontera norte sin que arriesgaran su vida al treparse al tren llamada la bestia. Enrique Peña Nieto, quien era presidente en ese tiempo, mandó a poner postes y cercar las vías para proteger a los migrantes, sin embargo estas acciones provocaron más accidentes, mas migrantes mutilados de sus extremidades porque las personas que vienen huyendo de la violencia de su país, se arriesgan a todo al precio que sea con tal de salvaguardar su vida y llegar a un lugar seguro. Al paso del tiempo buscaron otras alternativas más seguras como llegar a ala CDMX. Saben que caminarán más para evitan subirse a la Bestia”.

Hernández, con una sonrisa que contagia y emocionada nos comparte: “En 2011 nació la necesidad de tener un espacio para recibir y ayudar a personas migrantes. Hay un lugar que fue adquirido por varias organizaciones en los años 80 para ayudar a la población guatemalteca que fue desplazada o venia huyendo de la guerra y la represión de su país. Ahí vivieron muchos de ellos en respuesta a la ayuda social que les brindaron pero después de que se firmó el acuerdo de paz en Guatemala este lugar quedó vacío, en desuso, algunas veces era usado como bodega”.

“No encontrábamos un lugar para alojar a los migrantes pero afortunadamente conocimos el Comité Monseñor Romero y que son los responsables del espacio. Les comentamos nuestro proyecto y afortunadamente nos autorizaron hacer uso del espacio. Así es como nació el Albergue Tochan (nuestra casa, en Náhuatl) tenemos la dicha de que por aquí se han hospedado 4.650 migrantes. Hoy tenemos 94 huéspedes, somos cinco en el equipo de trabajo y 12 voluntarios entre ellos los de servicio social”.

“Al principio el albergue fue mixto, teníamos hombres, mujeres y niños. En 2021 recibimos familias completas, en 2022 la mayoría eran haitianos y venezolanos pero hoy procuramos que el albergue sea solo masculino debido a la infraestructura nos es necesario respetar a la población que aquí habita. Cuando llegan mujeres o familias y no es posible darles alojamiento, los canalizamos a otros albergues. Las puertas se abren a las seis de la mañana y se cierra máximo a las 10 de la noche, les proporcionamos tres comidas sin picante al día, un lugar donde asearse, servicio médico por si llegan a enfermar, damos talleres para hacer artesanías y los orientamos para buscar trabajo”.

“Contamos con redes de apoyo, todos tienen diferentes capacidades pero nos nutrimos mutuamente en temas de migración y albergues. Hacemos difusión sobre el tema migratorio. Hemos encontramos personas afines a nuestra lucha, son defensores de los derechos humanos, son sensibles y sienten empatía hacia los migrantes y nuestro trabajo. El albergue se sostiene gracias a las donaciones que nos hacen en efectivo y en especie”.

”La lentitud de las organizaciones internacionales para dar apoyo a los migrantes ha causado desgracias. Recuerdo que un colombiano solicitó ayuda al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para traer a su familia porque corrían peligro. El apoyo nunca llegó y asesinaron a una de sus hijas. Esto me causó mucho dolor, él hizo muchos esfuerzos por proteger a su familia pero no pudo salvar a su hija. Son frustraciones muy grandes, me quedan preguntas como, si hicimos el mayor esfuerzo por ayudarle”.

“Hace tres años se pudo reunir con su familia en Honduras y creo que por la indiferencia con que se le trató, después le ofrecieron poner un negocio aquí en México, pensé que se iba a quedar definitivamente aquí pero hace poco me llamó y me dijo que ya estaba en Estados Unidos, lo logró”.

“El 95 por ciento de los que están aquí en el albergue tienen la intención de llegar a EU, el 10 por ciento se quedan aquí en la CDMX permanentemente, el 70 por ciento de los que lo logran siguen en comunicación con nosotros a través de Facebook. No pierden ese deseo de seguir. Siento alegría cuando nos dicen: ya llegamos, estamos agradecidos, sin el apoyo de Tochan no lo hubiéramos logrado”.

“Me da mucha pena cuando ellos comentan que prefieren cruzar siete veces el Darién (área selvática y pantanosa que se encuentra entre Panamá y Colombia) que cruzar México. Dicen: con el crimen organizado se puede negociar, nos piden una cuota para poder pasar pero con los de migración no, ellos nos molestan más y la policía nos quita todo el dinero y nos llevan de vuelta al sur del país. Esto nos da idea de cuantas cosas están pasando en nuestro país”.

Hernández, tranquila pero contundente, denuncia: “La migración es un problema internacional pero en nuestro país se agravado como nunca. Somos un país racista porque hay que ver como tratamos a los indígenas pero hoy, la misma política del gobierno está creando sentimientos de odio, nos han convertido en una sociedad xenófoba. Por desgracia, este gobierno cuenta con una base social que fue ganada a base de sus dadivas. Las propias autoridades fomentan estos sentimientos: los migrantes vienen a invadirnos, vienen a quitarnos nuestro trabajo, vienen a delinquir, por ejemplo. Invito a todos a ser más empáticos, ellos, los migrantes no merecen descalificaciones ni los malos tratos”.

“No pude cambiar al mundo pero estoy convencida que se les cambia un poco a quien pasa por el albergue Tochan. Esto me hace sentir mi sueño hecho realidad, al fin y al cabo, soy una soñadora, concluyó”.

Cuenta bancaria BBVA

Titular: Tochan Sueños y Realidades A C.

Cuenta: 0115377110

CLABE: 012180001153771106

PayPal: casatochan@gmail.com

Krizna Aven

Desde los 18 años empecé a ejercer el trabajo sexual, y gracias a esto comencé a ser promotora de salud y defensora de derechos humanos de las compañeras trabajadoras sexuales. Desde el 2006 soy adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona propuesta por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional  (EZLN). Debido a la constante represión contra el sector al que pertenezco nos vimos en la necesidad de ser activistas y desde hace más de 15 años periodistas. Para mí es fundamental contar las historias directamente del o de los protagonistas, ser un puente que sirva para dar a conocer historias y denuncias que difícilmente son tomadas en cuenta. El compromiso de escribir sigue latente en mí.

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