Romper el Cerco

Andrea Cegna

Arte, cultura y militancia

No sé cómo funciona en otros lugares, hablo de lo que veo en Italia. Los conciertos, y en general el plano cultural, han sido hegemonizados por la lógica del capitalismo. Incluso con la excusa de que «ya no se venden discos», la sostenibilidad de la vida artística pasa por las actuaciones en directo, y esto ha elevado los costes y ha hecho que los artistas se plieguen a las necesidades de las grandes agencias. El resultado es una fosilización de los espacios musicales, la dificultad si eres un pequeño productor o una pequeña empresa de relacionarte con artistas e intérpretes, y una creciente comercialización de los espacios culturales. 

Al mismo tiempo, o tal vez debido a ello, el mundo del underground está en punto muerto. Se mueve poco, pero sería erróneo decir que todo está parado, pero desde luego el underground actual no consigue generar imágenes, fuerza y atractivo para el gran público…. al contrario que en los años setenta o noventa. 

Ahora bien, ¿qué hacer? La gran pregunta es siempre ésta, y para responderla tendríamos primero que entender hasta qué punto el estancamiento cultural es sólo el resultado de la hegemonía del mercado y de la victoria de la lógica del comercio o está también ligado a la dramática situación política que vive Italia. ¿Es la cultura política la que alimenta los espacios de la cultura y la propuesta cultural o es el genio de la cultura el que inflama la imaginación política?

Tal vez la respuesta se encuentre en algún punto intermedio, y es difícil pensar, incluso históricamente, en grandes movimientos sociales que no hayan tenido una banda sonora o hayan impulsado representaciones teatrales/cinematográficas, del mismo modo que las grandes canciones o espectáculos no han sido el motor del boca a boca y de la educación política. Quizá ahí radique el problema… ¿cómo puede la política cultural animar la cultura política? ¿Cómo puede la cultura política animar la política cultural? ¿Es necesario? Yo creo que sí, igual que es necesario abrir un debate sobre el tema, que es complejo y no fácil de resolver, pero ¿qué triste es pensar en un mundo sin artistas-militantes y sin militantes-artistas?

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