Montaña adentro

Abel Barrera Hernández

Voces en las regiones del silencio

Para conmemorar el cuarto aniversario de la desaparición y asesinato del defensor comunitario Arnulfo Cerón Soriano, organizamos el 9 de diciembre un foro sobre criminalización a defensores y periodistas de Guerrero, en la ciudad de Tlapa. Fue muy grato contar con la presencia de Sergio Ocampo, Yener de los Santos y Luis Daniel Nava, compañeros periodistas de Chilpancingo y Chilapa, que han sido testigos de la aterradora lucha que han protagonizado en un estado aprisionado por la violencia criminal.

En Guerrero, el arduo ejercicio de informar siempre ha estado ligado a la protesta social. Hay un vínculo estrecho con el movimiento de los pueblos y comunidades indígenas y campesinas; con los sectores depauperados; con las madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos y con varios colectivos de familiares de Iguala, Chilpancingo, Chilapa, Tlapa y Acapulco. El papel del periodista es informar lo que padecen las víctimas de la violencia, mostrar las luchas que libran cotidianamente los colonos, maestros y estudiantes; dar voz a la multiplicidad de actores de la Sierra, la Montaña y las Costas, que el gobierno invisibiliza.

Cuando vamos a la Sierra la gente nos platica cómo se depreció el kilo de la goma de opio. De 44 mil pesos que valía bajó a 2 mil 400 hace 4 años. Es una bicoca, por eso los pequeños productores ya no la siembran. El drama que enfrentan es que no cuentan con ingresos seguros. Los gobiernos han sacado provecho de este gran negocio, sin embargo, no les importa que se hayan quedado en la ruina. Lo que sorprende a la misma gente de la Sierra es que nunca agarran algún tráiler con droga. Allá arriba ven cómo bajan helicópteros verdes, a veces de color gris, medio atigrados y en otras ocasiones son azules. Para los campesinos de la Sierra es claro que estos aparatos son del ejército, de la marina y la policía estatal o federal los que llegan para transportar la droga.

En la parte alta de la Sierra, en San Rafael, municipio de Zirándaro, una maestra del programa Conafe comentó: gracias a que ustedes le dieron voz al movimiento de maestros sin plazas, a varios nos asignaron claves, aunque nos ubicaron un poco lejos, pero ya estamos trabajando con los niños. Son comentarios inesperados que te reaniman para seguir en la brega, porque para la gente tiene resultados positivos. Es cuando valoras la importancia que tiene darle voz a la población que está lejos de un micrófono, que no está en posibilidades de escribir un cartel o salir de sus comunidades para protestar.

Hay tragos amargos, como cuando la gobernadora de Guerrero se molestó cuando fuimos a la Sierra a cubrir el levantamiento armado de mil 500 campesinos. La gente acordó levantarse porque los delincuentes quieren tomar el control de sus comunidades, y el gobierno del estado no atiende su llamado. Se cansaron de mandar oficios y de dar vueltas a la capital. Ya se dieron cuenta que la seguridad de la gente que vive en el campo no les interesa. Por esta cobertura que hicimos la gobernadora o su papá Félix Salgado usaron a su yerno y a Jesús Urióstegui, que es el coordinador de campaña de Claudia Sheibaum, para atacarnos en sus redes. Difundieron que como periodistas estamos al servicio de un grupo criminal.

En Guerrero, de 1997 a julio de 2023 han sido asesinados 22 periodistas: 8 en Acapulco, 3 en Chilpancingo, 2 en Ciudad Altamirano, 2 en Zihuatanejo, 2 en Iguala, 2 en Coyuca de Benítez, 1 en Ayutla de los Libres, 1 en Taxco y 1 en el estado de Morelos. En el actual gobierno de Evelyn Salgado, a partir de 2021 han asesinado a 4 periodistas: tres fueron acribillados en Acapulco, Alfredo Cardozo Echeverría, Gerardo Torres y Nelson Matus. En Chilpancingo asesinaron a Fredy Román. De los 22 crímenes contra periodistas solo en tres casos hay detenciones. Lamentablemente las autoridades han calificado estos asesinatos como pasionales, con el fin de desvirtuar nuestro trabajo y mostrar que los periodistas tenemos otro tipo de vida de la que aparentamos ser. Incluso se nos ha vinculado con la delincuencia organizada. Además de que asesinan a nuestros compañeros, los condenan, como si fueran culpables de su muerte. Tenemos también a 2 compañeros periodistas en calidad de desaparecidos: Leodegario Aguilera y Alan García. En diciembre de 2022, 3 reporteros fueron privados de su libertad en ciudad Altamirano, en la región de la Tierra Caliente. 2 de ellos fueron liberados, pero de Alan hasta la fecha no sabemos en qué condiciones está. No hay noticias de su paradero. El pasado 19 y 22 de noviembre se suscitaron 2 casos de privación de la libertad junto con sus familiares en la ciudad de Taxco. Varios hombres armados llegaron a sus casas y los sacaron con violencia. Hubo una fuerte movilización de compañeros periodistas, familiares y de la misma sociedad de Taxco que obligó a que los delincuentes los liberaran 3 días después.

Esta violencia contra los periodistas emerge de las mismas empresas de comunicación que pagan salarios muy bajos, al grado que los reporteros vivimos prácticamente al día y no tenemos oportunidad para mejorar profesionalmente. Lo prioritario es llevar alimento a nuestra casa. Esta situación ha orillado a que algunos compañeros se corrompan, que prefieran servir al político o al empresario y no a la sociedad. Además de la precarización del ejercicio periodístico está el grave problema de la falta de periodistas que quieran trabajar en condiciones de alto riesgo. En Guerrero hay ciudades donde no hay periodistas. Es un fenómeno que va avanzando de forma dramática en el estado. La capital era la única ciudad que contaba con una prensa mejor organizada, sin embargo, la violencia está alcanzando a varios compañeros del gremio. El 28 de noviembre pasado fueron atacados a balazos 4 colegas cuando cubrían el asesinato de un transportista. Dos de ellos fueron reportados como graves. El más joven Jesús de la Cruz fue intervenido quirúrgicamente. Hasta la fecha tiene una bala incrustada en el cuerpo. Jesús tenía 3 meses en el gremio, se desempeñaba como reportero de la nota roja. El incremento de la violencia ha orillado a que varios compañeros renuncien a su trabajo. El valor y la pasión de informar es lo único que nos sostiene para cumplir con esta difícil misión.

En nuestro estado hay varias regiones silenciadas: La Tierra Caliente donde sólo existen 2 medios de comunicación. En la zona Norte hay 2 municipios ubicados como focos rojos: Iguala, donde diario hay asesinatos y Taxco de Alarcón, una ciudad turística controlada por la delincuencia. En la nueva región de la Sierra no hay medios de comunicación. Es un enclave sumamente convulso donde las disputas entre los grupos de la delincuencia se multiplican para pelear los bosques, los minerales, el agua y el control de los gobiernos municipales. En la Costa Grande sobresale Zihuatanejo que desde 2019 los grupos de la delincuencia no permiten que se cubran casos de nota roja. En la ciudad más importante de la región solo funcionan dos periódicos regionales, dos portales y una radio. En la Costa Chica solo existen 2 medios de comunicación. Un compañero que trabaja en el periódico El Faro cuenta con medidas cautelares. Para salir a reportear lo acompañan elementos de la policía estatal. Su trabajo se complica porque genera desconfianza y temor entre las personas que quiere entrevistar, además sabe que no puede prescindir de los policías porque de alguna forma disuaden los múltiples riesgos que corre.

En la región de la Montaña por ser una serranía inhóspita, alejada del centro del estado, hay pocos periodistas que se arriesgan a reportear en los municipios más alejados y pobres del país. Su geografía agreste impide que los compañeros o compañeras periodistas envíen sus adelantos a tiempo porque no hay internet. Resulta complicado trabajar por nota porque en estas condiciones es imposible mandar información a la hora que les programan sus reportes. Por amor al oficio algunas compañeras se mantienen en condiciones adversas, asumiendo los costos y riesgos de este trabajo. En la zona centro hay 4 municipios donde es muy peligroso dar cobertura periodística; Tixtla, Chilapa, Tierra Colorada y Leonardo Bravo. En las cabeceras municipales hay una disputa férrea por el control de las plazas y las balaceras se suscitan en las calles a cualquier hora del día. La misma capital del estado ha sido puesta en jaque con la reciente agresión que sufrieron 4 compañeros que se encontraban a unos metros de las instalaciones militares y que habían llegado cuando ya estaba acordonado el lugar por corporaciones policiacas. No queremos pensar mal, pero al parecer al gobierno de Guerrero no le interesa generar condiciones de seguridad para el libre ejercicio del periodismo. Prefieren que salgamos de la región en lugar de brindarnos garantías para continuar con nuestro trabajo. Para las autoridades es mejor tener zonas silenciadas y periodistas desplazados, que una sociedad bien informada, crítica, participativa y decidida a desmontar estructuras delincuenciales dentro de los aparatos del poder político.

Abel Barrera

Antropólogo mexicano y defensor de los derechos humanos. En 1994 fundó el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan en Guerrero, México. Ha recibido diversos premios por su trabajo en la defensa y promoción de los derechos humanos, de Amnistía Internacional Alemania en 2011, y el premio de derechos humanos 2010 del Centro por la Justicia y los Derechos Humanos Robert F. Kennedy, entre otros

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