La columna de lxs que sobran

Desde el Margen

Trabajadorxs

El presente 15 de noviembre se conmemoran 100 años de la masacre obrera perpetrada por el gobierno de José Luis Tamayo en el marco de la primera Gran Marcha Obrera del Ecuador. La ciudad de Guayaquil fue el escenario de las manifestaciones con la presencia de trabajadores de la luz eléctrica, agua potable, jabonería, cervecería, transporte, ferrocarriles, zapateros, sastres, panaderos y mujeres que pusieron sus cuerpos para reclamar por mejoras en sus condiciones laborales y salariales, teniendo como respuesta únicamente represión por parte del gobierno.

Este sangriento hecho se convirtió en un hito histórico en la organización y la lucha de los trabajadorxs. Más adelante en el año 1929, el gobierno establecido por la Revolución Juliana1 decretó el primer Código del Trabajo, en el cual se contempló: la duración de 8 horas de la jornada laboral, el descanso semanal, la prevención de accidentes, la protección de la maternidad, el derecho a la jubilación, entre otros derechos.

Hoy, a 100 años de la masacre obrera, ha habido una serie de cambios en materia de derechos laborales en el Ecuador, sin embargo, la proclamación de estos no ha podido resolver la problemática de lxs trabajadorxs en el país. Durante los últimos años se han vivido retrocesos en materia de condiciones laborales y salariales, esto gracias al fortalecimiento del sistema capitalista que ha encontrado nuevas formas de explotación y precarización del trabajo camufladas en discursos neoliberales sobre “el éxito”, “el crecimiento personal”, “la posibilidad de ser tu propio jefe”, “la independencia”, “la libertad”, etc.

Michael Denning2 afirma que el capitalismo comienza con el imperativo de “ganarse la vida”, es decir con las experiencias de la desposesión, el despojo, el empobrecimiento, el dolor. Todas estas conducen a la necesidad imperante de movilizarse, migrar, encontrar morada y sostener la vida materialmente de alguna u otra forma.

Este es el destino de muchas poblaciones que han sido sistemáticamente despojadas y han tenido que migrar y separarse de sus tejidos familiares para llegar a las periferias de las grandes ciudades miseria, donde la falta de tierra y techo obliga a hacinarse en pequeños cuartos y emprender la búsqueda de algún trabajo u oficio en medio de la discriminación, el racismo y el clasismo de las ciudades blanquedas.

Esta búsqueda de trabajo desde la vulnerabilidad es lo que convierte a estas poblaciones en blancos perfectos para las nuevas formas de explotación del capital. La modalidad Free Lance se ha convertido en una herramienta del empresariado para no generar relaciones contractuales y de dependencia con sus empleados. El Free Lance se asienta en el discurso de la “libertad” para justificar la desprotección de lxs trabajadorxs, porque estos no tienen acceso a un seguro social, un sueldo fijo y un horario fijo, sino que deben entrar a un sistema de metas y comisiones donde se debe cumplir cierto objetivo para recibir una suma miserable de dinero.

Este es el caso de los Call Centers, donde muchos jóvenes deben trabajar con sus propios equipos (celulares, audífonos, computadores, etc), hacinados en “oficinas” improvisadas, obligados a cumplir con ciertas metas en ventas para prescribir entre 4 y 8 dólares por venta que generen. Todo esto sin la posibilidad de un descanso, a veces con prohibiciones y sanciones en cuanto al tiempo de uso del baño. Este ambiente genera mucho estrés, enemistades e incapacidad de organización entre lxs trabajadorxs, pues en el camino de llegar a las “metas” es necesario sobresalir para poder recibir una remuneración cercana a la mitad de un sueldo básico.3

Otro recurso utilizado por el empresariado para precarizar a lxs trabajadorxs es la idea de la “multifuncionalidad”. Muchas empresas buscan “hombre y mujeres multifuncionales” es decir trabajadorxs dispuestos a realizar cualquier tarea que se le sea asignada, esto tiene el objetivo de recortar personal mientras se explota a unos pocos trabajadorxs en nombre de su capacidad de desempeñar diversas tareas. Muchos restaurantes, locales de comida y empresas de limpieza utilizan esta estrategia para que un solo trabajador se haga cargo de diversas tareas, todo esto sin reconocer el conocimiento que amerita cada tarea desempeñada.

El discurso de la “multifuncionalidad” también genera competencia entre trabajadorxs, lo cual no permite la organización de lxs mismxs, ni la reflexión constante sobre su situación, pues la “multifuncionalidad” es ahora un requisito para conseguir trabajo, más no significa un reconocimiento tanto social como monetario de las actividades que se realiza.

Actualmente, la economía de plataformas representa la forma más avanzada de flexibilización del trabajo en el sistema capitalista, ya que en las plataformas digitales no existe ningún tipo de regulación del trabajo, porque no hay una verdadera relación social entre el trabajador y la empresa. Las plataformas se han convertido en una forma de precarizar y explotar la vida de lxs trabajadorxs sin que nadie pueda rendir cuentas sobre dichos hechos.

Es así, como muchos jóvenes y adultos empobrecidos se convierten en blanco fácil para las nuevas formas de explotación, precarización y flexibilización del trabajo para “ganarse la vida”. Este imperativo provoca de lxs de abajo nos veamos siempre cercanos a los eslabones más bajos de la acumulación del capital legal e ilegal, pues somos nosotrxs quienes terminamos cumpliendo las actividades menos reconocidas y menos remuneradas.

Nuestra fuerza de trabajo sostiene la vida, es por eso que el sistema capitalista patriarcal y colonial ha creado nuevas formas de explotación y precarización, camufladas en discursos neoliberales que nos confunden, nos debilitan y nos hacen dudar de nuestra capacidad organizativa y transformadora. Hoy, a 100 años de la masacre obrera, nos siguen matando sistemáticamente, nuestros cuerpos están condenados a la enfermedad y a la muerte, controlados por el empresariado en complicidad con el Estado.

Frente a este panorama, creemos en la posibilidad de organizarnos no solo desde nuestras demandas y reclamos en materia laboral, sino desde la reflexión constante de los procesos de despojo y desposesión que han vivido nuestros tejidos sociales y comunitarios durante diversas generaciones. Pensamos en la posibilidad de deconstruir el imaginario del “obrero” o “proletario” como identidad central de la lucha social. Pensamos que las poblaciones que hoy son explotadas y precarizadas por el sistema capitalista son identidades heterogéneas que no se pueden reducir al “trabajador” sino que se caracterizan por diversas condiciones sociales y experiencias de despojo sistemático.

Vicenzo Guagliardo4 propone que es necesario ampliar la concepción de “proletarios económicos” a “proletarios del dolor”, dejando así las premisas economicistas del movimiento obrero para la construcción de otras formas de organización desde lxs de abajo. El objetivo de esta organización es la construcción de otro sentido común donde el trabajo se convierta en la posibilidad de transformar el mundo.

1 La Revolución Juliana fue primer golpe de Estado institucional por parte de las Fuerzas Armadas, sin embargo, estas entregaron la administración del Estado a civiles. El golpe de Estado tuvo un carácter anti-oligárquico en un contexto de plutocracia, es decir el gobierno de los más ricos. El periodo Juliano se caracterizó por diversos avances en temas sociales como: salud, educación, trabajo, etc.

2 Michael Denning (2011) Vida sin Salario

3 En el Ecuador el sueldo básico general unificado es de $425 dólares americanos.

4 Vicenzo Guagliardo (2022) De los dolores y las penas.

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