Le Casette, Roma, Italia.

– ¿Cuándo?
– Ayer vino la policía municipal y secuestró los tubos para la irrigación! -. Luigi está enojado.
– Tienen que haber sido los fascistas de la zona quienes nos denunciaron ante la policía, es así como hacen política.

Es lunes 9 de agosto de 2010, en Roma hace mucho calor, desde hace dos meses hace mucho calor en Italia y en la ciudad el calor es aún más sofocante. Son la siete de la noche, la hora en la que nos encontramos espontáneamente en los huertos urbanos para regarlos, platicar y tomar algo, intercambiando información útil para lograr la cosecha. Esta vez alguien trajo un barbecue y con gran satisfacción pone a cocinar rebanadas de las berenjenas recién cosechadas. El vino aparece como por arte de magia y sentados alrededor de una mesita de madera hablamos sobre lo sucedido.

– Estas huertas hacen enojar a alguien del barrio.
– Según yo, es la política ciudadana que quiere impedir que se afirmen experiencias de auto-organización como la nuestra.
– Ya sea el presidente municipal o cualquier estúpido, ahora tenemos que pensar en regar nuestras plantas.

El agua ha sido siempre un problema por resolver. Cuando, durante el verano del 2009, algunas asociaciones y centros sociales del barrio, con la participación de tantos ciudadanos, decidieron ocupar el área abandona entre las calles Cristóbal Colón y Rosa Raimondi Garibaldi, en pleno tejido urbano, para poner huertos, había muchos escépticos. Y tenían toda la razón. La zona era de aproximadamente dos hectáreas y abandonada durante decenios, con la tierra fangosa, con pedazos de cementos que fueron usados por un circo para amarrar la carpa. Pero, sobre todo, no hay agua, la llave pública más cercana está a 300 metros y la otra fuente de agua es el baño del mercado de frutas y verduras que queda a más de 100 metros de ahí. Usar el agua pública sin un permiso es ilegal, y es considerado un robo tomarla del mercado. Es un problema.