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Amamantar en público y sin restricciones, un derecho compartido, no concesión: MAGDA

Atziri Ávila / Desinformémonos

Foto: MAGDA

Ciudad de México | Desinformémonos. Una mujer que amamantaba a su hijo dentro de las instalaciones del Museo Soumaya de esta ciudad fue “invitada” a salir del lugar por considerar ese acto “impropio”. La indignación de decenas de las mujeres las llevó a reunirse frente al museo para realizar una amamantada masiva, reivindicando el acto como algo natural, amoroso y necesario. Convocaron, entre otras, las mujeres del colectivo Mexicanas al Grito de Amamantamos Porque Amamos, que reivindican el derecho de alimentar a sus hijos sin trapito obligado para cubrirse el pecho, pues, advierten, “amamantar es un acto revolucionario”.

Su lucha es el resultado de otras luchas. Fue la exigencia de la aparición con vida de los normalistas de Ayotzinapa la que convocó a cientos de personas a salir a las calles en busca de justicia y a este llamado se sumaron mujeres jóvenes de entre 30 y 40 años con una característica común: todas amamantaban.

Al encontrarse, coincidieron en que además de acompañar a las madres de Ayotzinapa, su presencia respondía a la necesidad de alzar la voz por la seguridad de las generaciones actuales y futuras, pero también al ejercicio de su maternidad en espacios públicos.

“La maternidad no puede ser enclaustrada en un espacio privado”, afirma Karla Díaz Pérez, quien junto con otras mujeres conforman el colectivo Porteando por la paz, desde 2014, y posteriormente la red de mujeres Mexicanas al Grito de Amamantamos porque Amamos (MAGDA).

“Al ir a las marchas con nuestros hijos pequeños, me percaté de los malos miramientos y cuestionamientos. Fue impactante reconocer que amamantar en público es tremendamente juzgado, fue así como las mujeres que coincidimos cada mes en las acciones por Ayotzinapa decidimos hacer algo para visibilizar que amamantar es normal y necesario”.

En febrero de 2015 -continúa Karla- “hicimos una manifestación a las afueras de Noticias MVS, luego de que el conductor Horacio Villalobos aseguró en su programa radiofónico que las mujeres podemos amamantar siempre y cuando nos pongamos ‘al menos un trapito encima’, eso fue muy indignante para nosotras, pero fue peor cuando al momento de subir a dialogar, empezamos a recibir mensajes altamente agresivos, en donde incluso se nos cuestionaba si no teníamos miedo de amamantar en público y de que alguien nos agrediera por hacerlo, justificando la agresión como se han justificado las violaciones sexuales o los feminicidios, utilizando como argumento que ‘no nos tapamos’”.

La cuenta del Twitter de Karla fue cerrada debido al nivel de agresividad y el evento en redes sociales con el que convocaron a la manifestación en MVS fue hackeado.

Sobre la estigmatización a las mujeres que amamantan en público, Eugenia López Uribe, Directora de Balance, promoción para el desarrollo y juventud, organización que trabaja a favor de los derechos de las mujeres y jóvenes, afirma que dicha estigamatización se atribuye a la nueva cultura del individualismo: “Hay un estigma sobre el cuerpo de las mujeres. Cuando las madres amamantan existe la idea de que estás enseñando una parte del cuerpo que es sexual, como si estuvieras desplegando pornografía en vez de verlo como un hecho biológico y natural de desarrollo de la vida del bebé y de la maternidad de la mujer, es esta idea moderna de que las mujeres no tenemos cuerpo más que para el sexo, para comprar o para modelar en la pasarela, hay también una idealización hacia la madre que en la cotidianidad se reduce en el aislamiento de las mujeres en el parto, puerperio y los primeros años de la vida de los niños. Sin embargo, concebir el acto de amamantar como algo sucio o del ámbito privado, violenta no sólo el derecho de las mujeres, sino el derecho de los niños a ser alimentados”.

Desde su surgimiento las integrantes de MAGDA promovieron la realización de amamantadas públicas, talleres sobre crianza con apego, crianza respetuosa, porteo ergonómico, se reúnen para aprender nuevas formas de cargar, nuevos nudos, posturas, siguen presentes en marchas de conciencia social, a través de su blog Tinta de leche y de su página en Facebook Mexicanas al Grito de Amamantamos por que Amamos, las integrantes reciben denuncias de mujeres que han sido expulsadas de espacios públicos como plazas comerciales.

El pasado primero de agosto, por ejemplo, luego de conocer la expulsión de una mujer del Museo Soumaya, en la Ciudad de México, junto con otras mujeres organizaron una amamantada masiva frente al museo para exigir respeto y el cese a la estigmatización y discriminación.

Ademas de las denuncias, en sus espacios virtuales Las Magdas, como se nombran, reciben mensajes y consultas: “son historias que nos inspiran, hombres preguntando cómo pueden apoyar a sus esposas en este proceso, mujeres que decidieron adoptar a un hijo e iniciar un proceso de lactancia sin medicamento, mujeres jóvenes en busca de consejos a falta del apoyo familiar y que se cuestionan si amamantan o no debido a la presión social”.

Las Magdas se encontraron también con muchas dudas sobre el tiempo de lactancia, pues desde la propia familia se escuchan frases como “ya está grandecita, hasta cuándo lo vas a amamantar”, sin embargo a decir de la especialista Eugenia López Uribe “es una decisión de la madre qué tanto tiempo quiere amamantar. Hay pruebas claras de que la lactancia prolongada es muy buena para la salud del bebé y cada mujer puede decidir si quiere amamantar seis meses, dos años o cinco años y cualquiera que sea la decisión debe ser respetada”. Si bien la lactancia exclusiva tendría que ser la primera fuente de nutrición durante el primer año de vida de un bebé, explica la especialista, se ha descubierto que a partir del segundo año la leche ayuda a que se desarrolle mejor el cerebro y las conexiones neurológicas de los bebés, y a las mujeres les ayuda a restablecer el cuerpo, se empiezan a nivelar sus hormonas por todos los cambios que hubo durante el embarazo y las ayuda a recuperar la salud.

A decir de Alejandra Ferrera, otra de Las Magdas, “hay la idea de que nada más te pones al bebé, lo amamantas y ya, pero es todo un proceso de acoplamiento y conexión con el bebé y la madre, que además incluye un cambio total de vida para la mujer”, es un vínculo corporal, de presencia física para lo cual se requiere un apoyo muy fuerte de la pareja, de la familia y de la sociedad en general, explica.

Las mujeres y la sociedad, advierte Eugenia López, “tenemos que estar conscientes de que no podemos desaparecer al momento de amamantar, no podemos ir a otro lado, tenemos que hacerlo en el lugar en el que estamos, tenemos que irnos incorporando a la vida cotidiana. Por eso necesitamos trabajar en el cambio cultural, campañas públicas de apoyo social, sensibilizar a las personas que rodean a las mujeres para apoyarlas, enviar el mensaje a los hombres, y a las mujeres también, de que cuando una mujer está amamantando, en vez de mirarla feo le pregunten si necesita algo, ayudarle a acomodar la pañalera, dejarle el lugar para que se siente”.

La directora de Balance insiste en que hace falta que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) tengan un rol claro de vigilancia para que no haya discriminación contra las mujeres y para incentivar que los espacios públicos sean propicios para que las mujeres puedan amamantar, espacios que no sean como en las oficinas, que se reducen a cobachas “donde casi te tienes que ir a esconder, son incómodos y acabas sacándote leche en el mismo lugar donde está el excusado. Tienes la sensación de que estar haciendo algo desagradable e indigno, no algo que tiene mucho valor para la sociedad al proveer niños más sanos y con mayor autoestima”.

Es miércoles por la noche, ya concluida su jornada laboral y con algunos de sus hijos dormidos y otros pegados al pecho, Sandra Luz Muñoz, Alejandra Ferrera, Karla Díaz y Jenny Godínez , cuatro de las integrantes de MAGDA conversan con Desinformémonos sobre los retos que ha significado la construcción y permanencia de la red de mujeres y de la convicción de mantener y fortalecer este círculo de mujeres: “Para nosotras la organización ha sido todo un reto. Nuestra lucha por el derecho de las mujeres a amamantar en espacios públicos sigue vigente, organizarnos ha sido difícil porque cada una tiene su propia dinámica, a veces alguno de nuestros hijos se enferma, los horarios para reunirnos son complicados, pero priorizamos tener una organización presencial y continua, dividiéndonos las tareas y usando nuestros propios recursos”.

“Ver a las madres de Ayotzinapa en busca de sus hijos nos hizo valorar que estamos vivas y que podemos hacer algo por transformar nuestra sociedad. Quienes tenemos a nuestros hijos podemos encontrar otras formas de crianza, amamantarlos es el acto fundamental, al que tenemos que aferrarnos y luchar a pesar de los estigmas. Hemos decidido luchar por nosotras y por generaciones venideras, hacerles saber que amamantar es un acto revolucionario y otra forma de estar plantadas en el mundo”, concluye Jenny.

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