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Desde el Margen

No hay paz sin justicia social

La quinta Feria de Libro Insurgente se llevó a cabo en la ciudad de Quito del 13 al 17 de julio con la temática ¿Podemos imaginar una vida sin prisiones? Cárceles y penas: Liberando la vida desde las autonomías. Los diálogos sostenidos en este encuentro nos permitieron cuestionar no solo al sistema penitenciaron, sino al castigo como tal, al castigo como forma de relacionarnos. De igual forma, las experiencias organizativas expuestas en este encuentro significaron la posibilidad de seguir imaginando y construyendo otras formas de justicia donde la vida digna sea el principal objetivo.

Pensar en la temática carcelaria nos ha llevado a cuestionar el castigo, puesto que la privación de libertad solo es una de las múltiples formas de castigos que han existido históricamente. Durante distintos momentos de la historia las mujeres han sido castigadas de diversas maneras. Como nos ha recordado Silvia Federici, la caza de brujas se configuró como una forma de persecución a las mujeres y a las comunidades que representaban una amenaza para el poder. De igual manera, la violación sexual es una forma de castigo y de “poner en su lugar” a las mujeres y cuerpos feminizados con el fin de mantener el orden social planteado por el sistema patriarcal. Estos hechos nos permiten establecer una conexión entre el punitivismo y el patriarcado.

El investigador Jorge Núñez (2021) afirma que en el Ecuador ya existía el castigo con privación de libertad antes de la construcción e inauguración del Penal García Moreno en 1875, puesto que cuando esta cárcel empieza a funcionar, llegan 63 prisioneros de distintas provincias del Ecuador muchos de ellos castigados en regímenes de hacienda. Esto nos lleva a pensar en la relación directa entre el punitivismo y la colonialidad en los territorios de Abya Yala.

Actualmente, en el Ecuador los delitos relacionados con las drogas constan como la infracción con mayor frecuencia entre las personas privadas de libertad (28,1%) seguido de los delitos contra la propiedad (26,1%) (KALEIDOS, 2021). Estos datos permiten ver como la mayoría de personas privadas de libertad han cometido delitos relacionados a la pobreza, o mejor dicho al empobrecimiento sistemático que han vivido sus tejidos familiares durante varias generaciones.

En nuestra sociedad, la pobreza es castigada de diversas maneras. Diariamente, podemos ver la persecución y el maltrato que ejercen la policía municipal hacia los trabajadores informales que transitan las calles de la ciudad de Quito. De igual manera, las poblaciones desplazadas y migrantes son grupos olvidados por los Estados, pero criminalizados y encarcelados en su intento por mejorar sus condiciones de vida.

Pensar el castigo como un instrumento del Estado patriarcal, colonial y capitalista nos exige mirar la justicia desde una mirada más amplia. Una justicia que responda a las realidades de los pueblos y sirva como herramienta de convivencia, resistencia y emancipación de las sociedades.

Durante la Feria del Libro Insurgente, las compañeras del Movimiento de Mujeres de Kurdistán expusieron la forma de administración de la justicia en sus territorios. La justicia en Kurdistán es organizada desde la mirada antipatriarcal de las mujeres. Las Casas de las Mujeres (Mala Jin) son espacios autónomos donde se solucionan problemas sociales a partir del diálogo y la mediación, de esta manera la justicia se convierte en un asunto comunitario.

De igual manera, Eva Reinoso —representante del Colectivo Yo No Fui— compartió las experiencias de construcción colectiva de otras formas de justicia frente a la inoperancia del sistema de justicia patriarcal del Estado argentino. Yo No Fui es una organización transfeminista y anticarcelaria que sostiene una cooperativa, una escuela de formación política y un colectivo editorial, donde diversas mujeres problematizan al sistema penitenciario desde sus propias experiencias y reflexiones. Además, desde el ensayo y el error, construyen otras formas de justicia autónoma que permita solucionar y sanar los problemas sociales de las mujeres y sus tejidos familiares.

Estas experiencias alientan a la construcción de otras formas de resolución de conflictos sociales, donde la justicia no se reduzca a la imposición y el cumplimiento de penas. Ha quedado claro que el castigo no aporta en la construcción de una nueva mentalidad, sino que maximiza el pensamiento patriarcal. Por esta razón, es necesario mirar la justicia como una herramienta de nuestra vida cotidiana, donde comer bien sea un acto de justicia, donde el quehacer digno sea una forma de justicia y donde nuestra felicidad sea revolucionaria.

Para esto, es necesario quitarle al Estado el monopolio de la justicia, porque el derecho se configuró como una doctrina que legitima el poder del Estado y responde a únicamente a sus intereses. Este monopolio criminaliza a los eslabones más bajos de la acumulación del capital, mientras enriquece y deja en la impunidad a los grandes acumuladores de riquezas. Por esta razón, construir otras justicias es un acto de autodefensa contra los grandes poderes del capital.

Kaleidos. (2021). Diagnóstico del sistema penitenciario del Ecuador.

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