La columna de lxs que sobran

Desde el Margen

Liberarnos para Liberar

Ya es el 8 de marzo, una fecha que, así como otras, ha sido cooptada por el discurso estatal y empresarial que nos venden igualdad de derechos, cuotas y campañas asistencialistas para esconder el patriarcado en el que se sustentan y forma parte de su jerarquía y relaciones. En cambio, para los movimientos de mujeres, disidencias, feministas y organizaciones sociales, esta fecha es una oportunidad para juntarnos y reflexionar sobre nuestras experiencias de lucha en nuestras distintas geografías; dejando claro que nuestra resistencia es constante en la lucha por la vida digna. 

De estos diálogos colectivos hemos podido preguntarnos sobre las condiciones de vida de las mujeres, las cuales han sido históricamente oprimidas por el sistema patriarcal.  Podemos hacer un recorrido brevemente sobre las primeras civilizaciones, las cuales se organizaban en torno a la figura de la madre, por ser dadora y cuidadora de la vida, que distribuía todo comunitariamente. Esto cambia cuando los hombres mayores, sabios y fuertes conspiran contra la organización de las mujeres para imponer formas de dominación y jerarquía basándose en la apropiación del excedente; aquí también aparece la primera lógica de propiedad privada que es la familia, donde las decisiones son tomadas por estos hombres. Como resultado de esta conspiración masculina, empezó una persecución no solo a las mujeres, sino también a las formas de organización comunitaria que no respondían a los intereses de ellos; además, se apropiaron de los conocimientos y saberes para usarlos como formas de dominación y opresión.1

Con el surgimiento de los Estados-nación (cuya lógica prometía reconocer la ciudadanía a partir de los principios de igualdad, fraternidad y libertad) las condiciones de vida de las mujeres no estaban contempladas en esas promesas liberales. Es así que las lógicas de acumulación del capital y patriarcado se mantienen y atentan contra la vida de las mujeres, los pueblos y territorios por medio de la política de muerte reproducida a través de megaproyectos, transnacionales, extractivismo y precarización de la vida. 

Frente a esta realidad histórica que no solo entendemos, sino que vivimos en nuestros cuerpos-territorios, nos planteamos construir alternativas desde un proyecto antipatriarcal que no puede ser entendido dentro de la lógica del Estado-nación. Entonces consideramos que, para empezar a construir esto, es importante recabar en nuestras prácticas cotidianas, nuestras formas de relacionarnos y nuestra militancia. Para esto es necesario preguntarnos ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? Este ejercicio nos permitirá tener una cartografía de nosotrxs mismxs y cómo el sistema patriarcal está en nuestras vidas, para así poder tener claridades de nuestras estrategias de resistencia. Otro ejercicio que nos han compartido las compañeras del Kurdistán es la crítica y autocrítica, que nos permite mirar y entender de manera colectiva qué actitudes y acciones necesitamos cambiar y transformar para avanzar en la construcción colectiva. 

Estas acciones pequeñas están siendo las bases para crear otros mundos posibles y se están llevando a cabo en distintas geografías; cada vez somos más los pueblos que nos unimos bajo el paradigma de la liberación de las mujeres, por esto, los Estados-nación, constantemente, intentan detener estas formas de resistir; pero la revolución por la liberación de la vida no va a parar.

Creemos que mantenernos juntas y organizadas es nuestra única forma de autodefensa frente a las violencias patriarcales, aquellas que están presentes en los distintos lugares que habitamos.

En este 8M nos juntamos a los saludos revolucionarios como una forma de solidaridad internacional con los pueblos y mujeres que nos encontramos cuestionando, demandando y luchando por la vida.

1 Folleto “Matar y transformar al hombre dominante” del Instituto Andrea Wolf, de la Academia Jineolojî.

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