La columna de lxs que sobran

Colectivo Desde el Margen

¿Independencia de qué?

Esta geografía llamada Ecuador (nombre dado por los colonizadores que hicieron de este pueblo una república en beneficio de las mismas elites antes conquistadoras), se debe a que la línea equinoccial atraviesa casi por la mitad a este país. Justamente, hoy 2 de agosto, se cumplen 211 años de la masacre de los “patriotas” que participaron en el grito de independencia del 10 de agosto de 1809; evento que se realiza a nombre de ¡Viva el rey!, ya que el imperio español fue conquistado por las fuerzas napoleónicas y puesto, en lugar del rey, a José Bonaparte. Esta parte de nuestra historia demuestra que los mismos poderes son los que han dirigido durante todos estos años. En ese lejano 1809, no se habló de la independencia de los sectores olvidados y excluidos, de aquellos que no entraban en sus sueños libertarios; han pasado más de 200 años de ese episodio y, aun con la llegada de República, los sectores que nunca lograron dar ese grito de independencia siguen siendo los explotados, despojados, asesinados y expulsados de sus territorios a nombre del Estado independiente que sigue siendo el órgano opresor; como lo fue antes la corona española en tiempos de la conquista.

Desde ahí hablamos; desde estos sectores que nunca fueron parte de lo que hoy es el Estado nación ecuatoriano; lxs de abajo, lxs nadie… El despojo de un sistema colonial, capitalista y patriarcal que, a nombre del progreso y desarrollo, ha llenado el territorio de empresas petroleras, mineras y agroindustriales. La violencia, militarización y exclusión son las herramientas de este Estado. En Ecuador, cada 70 horas asesinan a una mujer por feminicidio; tenemos uno de los índices de desnutrición más altos de América Latina, principalmente en los sectores rurales campesinos e indígenas; y frente a esto, la respuesta del Estado es más muerte.

Ya pensando en estos nuevos calendarios, es importante hablar de la década de 1990, cuando el capitalismo global arremetió contra cualquier alternativa que veía como una amenaza. El “fin de la historia”, decretado desde el norte global, planteaba que no existía alternativa posible frente a un capitalismo cada vez más salvaje. Frente a esto, en Ecuador y toda América Latina, —nuestra Abya Yala—, existen pueblos que luchan, especialmente contra las formas coloniales de explotación. En este último tiempo, se han gestado procesos de lucha impulsados por los pueblos originarios a favor del agua, contra el extractivismo minero, petrolero y también agroindustrial; que va despojando a la gente de sus territorios y matándonos por enfrentamientos y enfermedades. Otro proceso que se ha generado es la lucha de las mujeres y disidencias sexuales contra el sistema patriarcal de dominación; en el combate abiertamente contra el feminicidio y la feminización de la pobreza; especialmente en la última pandemia, donde las mujeres han sido las que han sostenido la vida, como la sostuvieron en el paro del 2019.

Octubre del 2019 nos dio la oportunidad de volver a ver a las organizaciones sociales y de base como una posibilidad para combatir desde nuestros propios territorios este sistema de despojo; en ese contexto, se crea el Parlamento de los pueblos como una herramienta para generar propuestas y soluciones a las demandas de los sectores sociales; bajo este paraguas, nace el documento Minga por la vida, construido por la gran mayoría de actores sociales que participamos en el levantamiento del 2019.

Lamentablemente, todo este esfuerzo de organización, discusión y propuestas fue capitalizado para el proceso electoral que empezaba en 2020, por parte de ciertos sectores del movimiento indígena y la izquierda tradicional; dejando de lado propuestas creadas desde abajo, como la construcción de las autonomías desde nuestras distintas geografías.

Los últimos levantamientos que se han generado en el continente, como en Chile y Colombia, y anteriormente Ecuador, demuestran que hay que crear nuevas formas de construcción social y de resistencia; diferentes a las conocidas en las décadas del 1960 y 1970; y fuera de los procesos electorales que solamente han dividido y desmovilizado, con nuevos paradigmas y categorías; luchas que incluyan nuevas formas de organización, y que incorporen nuevos elementos sociales y políticos interseccionales como el antirracismo, el feminismo, el anticolonialismo y el antiextractivismo.

Estamos viendo con más claridad las formas de opresión sistemática en América Latina y otros pueblos colonizados y oprimidos por el capital y el patriarcado en el mundo. Esta resistencia local va construyendo y estructurando lazos de solidaridad entre nuestros pueblos, lo que nos permite conocernos y reconocernos en luchas distintas; aunque nos encontremos al otro lado del mundo o en territorios alejados, tenemos un amplio objetivo común: ¡luchar por la vida digna! Y compartir procesos de resistencia desde nuestros saberes, nuestras prácticas, espacios, territorios y cosmovisiones.

Todo esto nos permitirá la construcción de espacios autónomos y liberados de capitalismo, patriarcado y colonialismo; espacios liberados que enriquezcan estos contactos e intercambios. Espacios liberados que son fundamentales y legítimos en la posibilidad de construir. Estos aprendizajes mutuos tienen que darse con un lenguaje propio y local, directo, participativo y solidario; con metodologías de la educación popular, horizontal, dialógica y revolucionaria. Esto permitirá valorar nuestras propias experiencias y conectarlas con las vivencias de lucha en otros territorios, con sus propias realidades y sus particularidades.

No estamos hablando de exportar o importar modelos, sino de ayudar a erigir nuevos procesos de lucha en cada territorio, con las experiencias compartidas y con las contradicciones presentes, generando procesos de critica y autocritica real.

Lxs que estamos atrás de La columna de lxs que sobran, somos nadie, somos el despojo del sistema, y hablamos desde los márgenes para construir y aportar; sin buscar soluciones solo desde la academia, en las conferencias o en los auditorios. Buscando soluciones que pasen por la lucha diaria y permanente, en el campo y la ciudad; de mujeres, hombres, niños, niñas y cuerpos diversos que construyen nuevas formas de liberación y autonomía.

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