Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Gaza a un año: Genocidio + Invasión + ¿Guerra regional, mundial o nuclear?

Guerra Sucia en México

Un nuevo 2 de octubre se nos traviesa: en México 56 años sin verdad ni justicia sobre la masacre del Estado mexicano -a través de sus policías, militares y paramilitares- en Tlatelolco con miles de muertos, desaparecidos, heridos y presos políticos-; en el mundo es el día mundial de la noviolencia, en memoria de los 157 años del nacimiento de Gandhi.

Recién está comenzando un nuevo gobierno en México, encabezado por Claudia Sheinbaum, continuidad en mucho del anterior de López Obrador, donde se plantea continuar con la transformación y el cambio de régimen en el país. Existen algunas fundadas esperanzas -por diferentes razones y siempre con reflexión- que se pueda avanzar con firmeza en alguna vuelta de tuerca importante en este proceso, pero su buen resultado dependerá de la organización, compromiso, co-operación y vigilancia de las organizaciones, movimientos sociales y ciudadanía en general a partir de sus luchas y demandas. Respecto a la masacre de Tlatelolco, y la Guerra Sucia del Estado mexicano contra los opositores, los comisionados del mecanismo de Esclarecimiento Histórico de la Comisión para la Verdad sobre la Guerra Sucia, entregaron a la nueva presidenta su informe final: “Fue el Estado (1965-1990)”, con la exigencia que se revise a fondo y “se haga un reconocimiento público de parte de la autoridad de que se han cometido estas graves violaciones y el compromiso de investigar y castigar a los responsables”.

En la primera conferencia mañanera de Claudia, autonombrada “hija del 68” por la lucha allí de su madre, ya se avanzó algo en esta demanda más que urgente, justa y necesaria: “En cumplimiento a la instrucción de la Presidenta y con la convicción de la responsabilidad histórica que han otorgado millones de mexicanos, me dirijo a ustedes para pronunciarnos en nombre del Estado mexicano por los actos cometidos el 2 de octubre de 1968. Este crimen de lesa humanidad fue ideado desde la más alta autoridad del Poder público y la responsabilidad recayó en el entonces Presidente, un acto de represión estudiantil, decenas de muertos, heridos y detenidos y torturados. En este acto nos dirigimos a las familias y a los sobrevivientes de aquel periodo, pues son ellos quienes se encargaron de tener viva la memoria y continuar con la lucha y exigencia de justicia. Tenemos la responsabilidad de garantizar que se reconozcan los crímenes hace 56 años y por ese motivo el Estado mexicano ofrece una disculpa pública a todas las personas que perdieron un ser querido o fueron Víctimas de los crímenes de lesa humanidad de esa noche, hechos como este no pueden volver a repetirse”, dijo la titular de la secretaría de Gobernación. Declaración positiva que ojalá inicie realmente un periodo de verdad, justicia, reparación y acompañamiento a los familiares de las víctimas no sólo de la Guerra Sucia, sino también para los de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala y para los de los más de 130 mil desaparecidos que hay en México actualmente, agrupados en centenares de colectivos. Ahí sí estará una de las principales claves de una verdadera construcción de paz en el país, lo que es asimismo un gran “debe” del gobierno saliente.

No dejen de hablar del Genocidio en Palestina

Cuesta creer y tomar consciencia que ya ha transcurrido un año -televisado en directo las 24 hrs.- desde el inicio de este proceso genocida del gobierno sionista israelí -junto a la múltiple complicidad y silencio internacional de todo tipo, empezando por el gobierno de Estados Unidos y sus pares europeos- sobre la población palestina indefensa de Gaza y ahora Cisjordania. Cada día que ha transcurrido ha sido más inhumano y brutal el exterminio de todo tipo, con 43 mil gazatíes asesinados hasta hoy (2/3 mujeres y niños), 21 mil niños desaparecidos, con lo que se comprueba cómo no se trata de una limpieza étnica -como ha existido desde 1948- sino de un genocidio, que busca exterminar por generaciones cualquier posible existencia palestina allí, que busca matar de hambre, enfermedad y abandono a todos y todas en esa minúscula franja con más de dos millones de personas. Tampoco se quieren testigos, por eso han sido asesinados 172 periodistas y 133 trabajadores de la ONU; ni heridos o educación por eso han sido destruidos todos los hospitales públicos, cuanta escuela y universidad existían, y asesinados 283 trabajadores de la salud. Ni hablar del total aniquilamiento de casas, edificios públicos, instituciones…El objetivo es “arrancar de raíz” toda huella palestina por generaciones, ocupar y tomar esos territorios para la colonización israelí y la expansión capitalista, con mano de obra asiática más barata, ya no palestina, en lo que William Robinson ha llamado un “excedente de humanidad laboral”.

Sin embargo -justo al año- para aumentar el increíble grado de deshumanización se está agregando otra etapa a esta guerra genocida de “7 frentes” según Netanyahu, como es la invasión israelí al Líbano, y ¿después a Cisjordania, Yemen, Siria…Irán? En lo que ya constituye el inicio de una guerra regional ¿o de una tercera guerra mundial nuclear?

¿Cuánta condena y solidaridad internacional política, mediática, institucional se generó con la invasión rusa a Ucrania? ¿Cuántas sanciones, boicots, represalias, entrega de armas para defenderse, solidaridad mundial se ha volcado a favor de Ucrania? ¿Alguien ha dicho o hecho algo similar contra la invasión de Israel al Líbano…?

Como pocas veces en la historia, este genocidio ha desnudado la hipocrecía e inhumanidad del orden social mundial (desde sus principales potencias económico-político-militar), la impunidad y la “doble moral” de escándalo, con todo el apoyo de los grandes medios y corporaciones internacionales. Además, ha quedado exhibida la nulidad del derecho internacional en cuanto a su poder de acción y coerción, más allá de declaraciones y sentencias sin ninguna aplicación práctica. Y asimismo la normalización i impotencia de las sociedades civiles mundiales, que en una gran mayoría están contra el genocidio y simpatizan con los palestinos, pero que no han ejercido masivamente más que mínimamente acciones de verdadera presión política hacia sus gobiernos, para que ejerzan presión real sobre Israel y solidaridad concreta con los palestinos. Ni hablar del escándalo moral de las mayorías de la población israelí, encerrados muchos en el silencio o miedo de sus casas -¿cuántos además serán los que apoyen ideológicamente a su gobierno sionista?-, estando sólo en desobediencia civil los familiares de los rehenes y un sector muy valiente solidario y noviolento de la población, que siempre ha luchado por la paz. Toda esta lucha resulta totalmente insuficiente para detener el genocidio. Se refuerza así la teoría histórica central: el genocidio es la acción de muchos sobre pocos, quienes lo legitiman en formas muy diferentes, desde el silencio o el encierro de no querer ver hasta dar una orden, apretar el gatillo o tirar una bomba.

Bien dijo el presidente de Turquía Recep Erdogan en su reciente intervención ante la asamblea de la ONU: “El Consejo de Seguridad de la ONU ¿qué está esperando para impedir el genocidio en Gaza y decir ‘basta’ a esta crueldad y barbarie?…en Gaza no solamente son los niños los que están muriendo, sino también el sistema de Naciones Unidas…las esperanzas de la humanidad para vivir en un mundo más justo se están muriendo…es el cementerio de mujeres y niños más grande del mundo”.

Todo el genocidio avanza bajo el falso argumento de la autodefensa, construido con total impunidad e “infantilismo social” por los gobiernos y medios cómplices. El mecanismo para instalar masivamente esta gigantesca mentira es “congelar” -reificar- la reflexión en el 7 de octubre con la brutal masacre de Hamas donde se asesinaron a 1200 ciudadanos israelíes pacíficos de todas la edades, sin tomar en cuenta la historia anterior (al menos desde la Nakba de 1948) ni la posterior a partir del exterminio del 8 de octubre. Ese tipo de reflexión centrada sólo en el propio victimismo justifica todo el genocidio humano y material-territorial, las actuales invasiones a países vecinos, el odio y deshumanización total hacia las víctimas: la proporción criminal es matar a 100 palestinos por cada israelí asesinado el 7; colocar explosivos en los celulares y beepers sin tomar en cuenta que el propietario pudiera estar en el momento de la explosión en un kínder, hospital, escuela…

Una muy valiosa estudiante universitaria de derechos humanos palestina que participó en la exposición gráfica bilingüe conjunta que hicimos entre la Unam y la universidad Al-Quds de Belén este año (https://www.serpajmx.org/_files/ugd/6e3166_9677fff34a214edb955e8f6b2811af4f.pdf), y que se puede imprimir o solicitar fácilmente, nos pregunta: “Todo lo que está pasando en Palestina para evitar que los palestinos tengan derecho a la resistencia, a la autodeterminación y a existir ¿es porqué Israel es la víctima y tiene derecho a asesinar a palestinos?” y “¿Quiénes son los perpetradores y víctimas en este conflicto? Tu respuesta depende de tu sentido de humanidad”.

Como complemento, en una conferencia que me parece importante para entender el fondo y manipulación ideológica de este genocidio, el periodista israelí Gideon Levy (https://www.youtube.com/watch?v=_80ho1asfWA) señala los tres principios que legitiman el genocidio internamente ante la población israelí y a nivel internacional: 1) la gran mayoría de “los israelíes están convencidos de ser el pueblo elegido”, lo que les da el derecho de hacer lo que quieran; 2) no existe en la historia de los invasores “una ocupación donde el ocupador se presenta a sí mismo como la única víctima”; 3) la peor razón es la “deshumanización sistemática de los palestinos”, si no son humanos como los israelíes entonces ya no hay problemas de derechos humanos. “Una vez escribí que tratamos a los palestinos como animales, y recibí cartas de protesta de parte de organizaciones israelíes protectoras de animales”.

Esta enorme manipulación y tergiversación nacionalista mesiánica de la historia, tiene su raíz en un proceso de desviación y radicalización ideológica donde ciertos grupos dentro del sionismo -nacido en el siglo XIX entre los judíos askenazis europeos occidentales-, que se fueron transformando en un movimiento colonialista de colonos judíos en un territorio ya habitado, donde se empezó una limpieza ética y desplazamiento de palestinos -que vivían allí desde milenios pacíficamente con judíos y cristianos, en una proporción enorme de población y tierras a su favor-, desde los años 20 del siglo pasado. Como bien señala el importante historiador israelí IIán Papé: “El principal objetivo sionista radical fue la eliminación de los nativos, para pasar de un país árabe a uno judío…conquistando la mayor tierra posible con el menor número posible de palestinos” (https://www.youtube.com/live/ukPnbeSHWwA).

Esta colonización a partir de la abierta complicidad política y militar inglesa desde 1917 (Tratado de Balfour) al menos, y la brutal política de colonialismo militar-económico-político-social israelí inicial de limpieza étnica y ahora de genocidio, “han convertido a Israel en el lugar menos seguro en el mundo para los judíos, pues Israel genera anti-semitismo y hostilidad”, como bien afirma desde la mirada de los árabes judíos -muy ajenos y de experiencias opuestas en cuanto a antisemitismo, a los judíos occidentales sionistas- el historiador judío iraquí Avi Shlaim (https://www.youtube.com/watch?v=SMJJiZlXOi0).

Por nuestra parte, en América Latina continuaremos cada vez con más decisión y cantidad todo tipo de manifestaciones de apoyo al pueblo palestino que pide al mundo -como forma central de resistencia- que “No dejen de hablar de Palestina”. Asimismo, exigiendo a nuestros gobiernos e instituciones culturales, económicas, sociales y educativas que rompan convenios e intercambios de todo tipo con sus pares israelíes que no se hayan pronunciado con determinación y claridad contra el genocidio, en lo que constituyen acciones de no-cooperación básicas para que esta barbarie “No se realice en nuestro nombre”. Mientras, esperamos que surjan más acciones de desobediencia civil masiva muy grande dentro de Israel, Estados Unidos y Europa, países involucrados más directamente en la construcción y ejecución de este genocidio.

A su vez, me pregunto si en México el partido en el poder (Morena) y con mucho poder político y social, no pudiera plantearse que una forma de demostrar autonomía positiva y constructora de paz respecto al actual gobierno, sería exigir al gobierno que realice acciones y sanciones políticas, económicas y culturales mucho más contundentes hacia el gobierno israelí para que detenga ¡Ya! este genocidio. Sería algo muy importante sea para el gobierno que para el partido, para así aumentar su fuerza moral y legitimidad en terrenos de construcción de paz.

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