No Tav: Resistencia desde abajo

Rafael Di Maio Traducción: Amaranta Cornejo Hernández

Valsusa, Italia

Valle de Susa, Italia. En el mes de julio, a lo largo y ancho del país creció la consciencia de que entorno a la crucial batalla del “No Tav” (No al tren de alta velocidad Turín-Lyon) se acumula la esperanza de un cambio generalizado. Fue así no sólo por la particularidad del momento cercano a la aprobación de una ley financiera muy dura en un contexto de deslegitimación del gobierno, sino también porque se daba después de la victoria del movimiento del referéndum sobre la protección de los bienes comunales, contra la privatización del agua y la energía nuclear. En esta fase era evidente que alrededor del movimiento “No Tav” se condensaba una necesidad histórica, que era la de establecer una jornada para hablar no únicamente del “No Tav”, sino que dentro del gran “No” estuviera también la prerrogativa de cambiar radicalmente el ciclo sistémico de crisis, ganancia, corrupción y falsa representatividad.

El “valle rebelde” ha logrado ser al mismo tiempo un cruce de la resistencia popular y un espacio de subjetivación de una soberanía desde abajo, independiente y alternativa a la gran mayoría de los partidos políticos.


Así, tres generaciones de lucha, unidas y cooperando, cada cual con sus posibilidades. Tres generaciones de la lucha partisana del pueblo “No Tav” que el domingo 3 de julio practicaron de distintas maneras un único y concreto objetivo: cercar el puesto de policía que defiende los sucios intereses de los vestíbulos transversales del poder político y económico.

En el valle que ahora se llama “Libre república de la Magdalena” han pasado veinte años en los cuales la movilización popular representa un conjunto de enlaces entrecruzados que van de la gente que lucha por la defensa de su propio territorio a la amplia visión de bien común, es decir, el espacio de participación y decisión política que parte desde la dimensión común (de lo que tenemos en común todos y todas) para defender el ambiente y la calidad de vida y el equilibrio natural. Es una lucha local del pueblo, entusiasta y radical, suave y determinada que ha llegado a provocar una motivación colectiva que ha ido más allá de límites regionales y que continúa a atraer participación y cooperación solidarias de realidades geográficamente lejanas, pero políticamente cada vez más cercanas y solidarias.


Las montañas y la lucha asemejan a la resistencia partisana, y no es casualidad que los delegados de la ANPI (Asociación Nacional de Partisanos de Italia) hayan llegado a las comunidades rebeldes a reflexionar sobre esto, mostrándonos también los senderos que hay en su región y sirven para esconderse y preparar el ataque. En las semanas precedentes a la batalla del 3 de julio cientos de personas bloquearon con barricadas los caminos que accedían al valle, desde la autopista a los caminos secundarios. Se trata de cooperación en la lucha, practicas compartidas y radicales, con la clara voluntad de poner a discusión la palanca de mando, el modelo de producción y la escasa consideración hacia la soberanía popular.


Ahora podemos reflexionar sobre un punto crucial, problemático y denso por su fuerza: una composición del pueblo muy amplia, podemos decir que mayoritaria. Ésta afirma en el pueblo su propia indisposición a seguir las trayectorias del llamado desarrollo, asume la crítica al neoliberalismo y a las políticas de austeridad; elige el camino de la soberanía popular ejercitando desde abajo la materialidad constitutiva. Esa misma composición amplia y heterogénea es la que paga la crisis y comienza a pretender que se deje de invertir en la ganancia para pocos y se comience a pensar en el bienestar de todas y todos, apuntando a la redistribución de la riqueza, movilizándose contra la devastación social y ambiental.

Definitivamente, de las luchas contra los incineradores y la devastación ambiental, de aquellas contra la precariedad y por un modo de afirmación de un mundo necesariamente distinto, de ahí progresivamente ha crecido en los últimos años una plena independencia. Este es el elemento de la revuelta en nombre de la soberanía y de la capacidad de decisión desde abajo. La fuerza de frenar una decisión establecida en las grandes mesas y relacionada a los poderes locales y transnacionales, como es el caso del movimiento “No Tav”, es una forma de poder constitutivo del cual todo mundo tiene necesidad.

Es una fuerza que determina no sólo una nueva participación sino que irradia, con esa lógica al revés y subversiva de la soberanía, la decisión en el espacio político ¿quién decide qué? Es una pregunta que representa la primera forma de independencia de estas comunidades locales de las nuevas oligarquías y de los nuevos centros del poder. Es una forma de vida que construye poder. Es la alteridad en el territorio que fundamenta independencia, que se convierte en fuerza, una nueva res-pubblica. Es, en primer lugar, independencia del soberano, después, del sistema transversal de los vestíbulos. Hay tanto que aprender de esta sabiduría popular y tanto que construir en medio de la crisis del sistema de poderes fuertes y de su representación, que una comunidad humilde y no domada nos indica el camino hacia la revuelta entre las montañas y la Libre república de la Magdalena.

Publicado el 01 de Agosto de 2011

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