La columna de lxs que sobran

Del uso de los derechos de las mujeres a la liberación de las mujeres

En América Latina se registran más mujeres asesinadas por femicidio que en Afganistán1. Esta afirmación nos asusta, pero nos permite pensar en el femicidio como un acto político, estatal y empresarial que atenta contra la vida de nuestros cuerpos, nuestros pueblos y nuestros territorios; que se encuentran acechados por los grandes imperios, las empresas transnacionales, los gobiernos locales y las ONGs.

En la actualidad, vivimos toda una campaña mediática que ubica a las mujeres afganas como víctimas pasivas del horror del Talibán, junto a una sociedad que se horroriza frente a las fotografías de mujeres vistiendo la burka, y un sinnúmero de fundaciones que abogan por la formación de un gobierno democrático y laico, donde las mujeres afganas gocen de los mismo derechos de las mujeres de los países de occidente. Este panorama social reduce todas las luchas de las mujeres de medio oriente a la implantación de un Estado moderno y a la acumulación de derechos.

Desde Abya Yala cuestionamos la idea de que la lucha de las mujeres se limita a la disputa por derechos dentro de un Estado patriarcal. Durante nuestra historia republicana hemos vivido la promesa de liberación por medio de la ciudadanía occidental, la cual nos ofrece el goce pleno de los derechos y la igualdad de oportunidades; sin embargo, hasta el día de hoy, en la mayoría de países que conforman nuestra región, las mujeres no podemos decidir sobre nuestro cuerpos, debido a que el aborto es penalizado; incluso en circunstancias de violencia sexual.

De igual manera, planteamos una crítica al feminismo institucional que cae en la trampa estatal de los derechos, la cual frena la lucha por la liberación de las mujeres, porque se conforma con pequeñas migajas constitucionales y judiciales que el gobierno le asigna. Creemos firmemente en la necesidad de debatir en las calles sobre nuestros derechos, sin embargo, sabemos que este no puede ser el objetivo principal de la agenda del movimiento de mujeres. Por esta razón, planteamos la necesidad de construir un proyecto antipatriarcal en el cual ningún imperio, gobierno, empresa o individuo pueda violentar nuestras vidas y nuestros territorios. Este proyecto se nutre del diálogo permanente entre las luchas locales de distintos territorios.

Desde este proyecto antipatriarcal hacemos una crítica a las ONGs y demás fundaciones que se dedican a capturar figuras de mujeres afganas y exponerlas en foros y conversatorios internacionales, convirtiéndolas en simples objetos pasivos en medio de una disputa de ideas occidentales. Muchas de estas organizaciones se limitan a elaborar proyectos de asistencia humanitaria y campañas pro-derechos, sin siquiera escuchar las realidades y demandas de las mujeres en cuestión. Además, el tinte paternalista de estas organizaciones busca anularnos políticamente, debilitarnos y hacernos dudar de nuestra capacidad política y revolucionaria.

No podemos aliarnos a las interpretaciones occidentales y racistas de lo que ocurre en Afganistán. La prensa y los analistas internacionales se aterran ante la imposibilidad de las mujeres afganas de acceder a la educación; al día siguiente, los Talibanes anuncian que las mujeres sí podrán estudiar, como estrategia para lograr la aprobación internacional. Esto solo es una muestra de cómo se juegan las piezas en un tablero de poder, donde el Estado-nación es la figura que maneja la vida de las mujeres según sus intereses. En el caso de nuestro país, donde las mujeres tenemos derecho a estudiar desde hace más de 100 años, las aulas de las escuelas y colegios públicos siguen siendo espacios de hacinamiento y adoctrinamiento; en lugar de espacios de juego, reflexión, diálogo y liberación colectiva. Por estas razones, la decisión de los Talibanes de retomar el derecho de las mujeres a la educación no debería provocarnos ningún alivio, puesto que solo se trata de una jugada para mantener alianzas internacionales.

Nos reconocemos y aprendemos de las Madres de Plaza de Mayo, del movimiento de mujeres de Kurdistán, de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA),las mujeres zapatistas y de las miles de mujeres que luchan desde diferentes territorios; porque creemos que la liberación de las mujeres no se va a lograr en un foro de las Naciones Unidas, ni en una disputa electoral, sino en la construcción permanente de una vida digna; donde nuestra educación no dependa de las Alianzas internacionales, donde nuestro cuerpo no sea objeto de estudio e intervención de las ideas occidentales, donde nuestra vida no dependa de la caridad y la asistencia de un par de fundaciones. Creemos en la posibilidad de construir espacios donde podamos encontrarnos y juntarnos para no juzgarnos; reconociéndonos entre nosotras para organizarnos, resistir y construir otras formas de vida digna.

1 https://www.milenio.com/politica/afganistan-cifra-mujeres-asesinadas-compara-mexico

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