El sueño de la razón

Silvia Ribeiro

Caminos de la ciencia digna

Foto: Andrés Lofiego / Pressenza

Este 16 de junio, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL) cumplió 5 años. Nació el 16 de junio de 2015, en el marco del Congreso Socio Ambiental en la ciudad de Rosario, Argentina, que reunió a científicos e investigadores independientes de varios países de América Latina.

La fecha fue elegida intencionalmente, para recordar el natalicio de Andrés Carrasco, médico especializado en biología molecular, cuyas denuncias fueron fundamentales, entre otras cosas, para demostrar los efectos del glifosato sobre la salud.

Este año, el aniversario de la UCCSNAL marcó también el lanzamiento de la revista científica Ciencia Digna. En la presentación de la revista, Elizabeth Bravo, biológa de Ecuador, recordó que fue justamente Andrés Carrasco que comenzó a discutir con otros científicos y científicas de América Latina, sobre la necesidad de crear un espacio de reflexión, unión y acción desde una ciencia independiente de los intereses corporativos, especialmente de las trasnacionales de los agronegocios, y que fuera capaz de ver y escuchar los dolores, perspectivas y saberes de las organizaciones y movimientos desde abajo, de los barrios y comunidades, de los pueblos indígenas y campesinos. Antes de morir, en 2014, le envió un borrador de una declaración, que sería la base de las discusiones que dieron nacimiento a la UCCSNAL.

La UCCSNAL se creó con los desafíos de propiciar una reflexión crítica sobre la naturaleza de los procesos sociales de ciencia y tecnología, sus productos y sus impactos; promover la discusión sobre el rol de los estudiantes, científicos y académicos en el desarrollo de conocimiento y aplicaciones científicas; generar conocimientos a partir de una ciencia crítica e independiente de los intereses comerciales y que estos conocimientos estuvieran orientados a apoyar, acompañar y fortalecer los procesos sociales y luchas en defensa de las comunidades y la naturaleza.

La ciencia no tiene una sola voz, recordó Alicia Massarini, biológa, pero los intereses empresariales intentan todo el tiempo hacer creer esto a la mayoría de la gente, usando discursos seudo-científicos para justificar las acciones más atroces de las grandes empresas, como la siembra masiva de semillas transgénicas y el uso de agrotóxicos con efectos devastadores en la salud de la gente, los cursos de agua, los suelos, la naturaleza.

Quienes se atreven a disputar esta seudo-ciencia públicamente, sufren persecusión y acoso, difamación de sus trabajos de investigación, y en muchos casos han sido despedidos, penalizados o forzados a renunciar de las instuciones donde realizan sus tareas, como sucedió por ejemplo, con Arpad Pusztai, por denunciar los efectos de una papa transgénica, con Ignacio Chapela, por publicar el hallazgo de contaminación transgénica del maíz en México, su centro de origen, con Gilles-Éric Séralini, por publicar los efectos carcinogénicos y otros, en ratas alimentadas con maíz transgénico y con glifosato.

Darío Aranda, periodista de Argentina, recordó en la inauguración de la nueva revista, que Andrés Carrasco, como científico de alto nivel, llegó a ocupar los más altos cargos del sector, como la dirección del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires, pero optó por trabajar junto a los pueblos. Por ellos y por haber dado a conocer públicamente sus estudios, que mostraron los efectos teratogénicos del glifosato en embriones, fue ferozmente perseguido, calumniado e incluso atacado físicamente.

Porque una vez que Carrasco se convenció de los resultados de sus investigaciones, luego de muchos estudios y un gran volumen de datos que indicaban claramente los efectos seriamente dañinos del glifosato, no quiso esperar a que las revistas científicas le dieran su aprobación. Lo que hizo fue llevarle los datos a las comunidades que sufrían directamente los impactos, a las y los vecinos, madres y médicos de pueblos fumigados que ya los habían denunciado desde lo que vivían, para que contaran además con ese respaldo científico. También se contactó con Darío Aranda y le entregó la información, explicando que la soja transgénica y la fumigación con glifosato “un experimento a cielo abierto” de las empresas con toda la población argentina.

Más tarde, los estudios fueron publicados por una revista científica, pero para Carrasco, lo imperativo era trabajar junto con las y los afectados, y desde entonces no dejó de asistir a ninguna asamblea barrial y de pueblos fumigados donde lo invitaran.

La UCCSNAL recoge y cuida este ejemplo y compromiso, a partir del cual, ha emitido varias declaraciones en temas que van desde transgénicos a nuevas tecnologías.

Ahora, con la edición de la revista, (que se puede descargar aquí) la UCCSNAL cuenta con otra forma de canalizar información y estudios críticos y comprometidos con la sociedad y la naturaleza.

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