Siembra de nubes, riesgosa y militar
El pasado 22 de marzo, en su conferencia mañanera, el presidente de México anunció que el gobierno usará la técnica de “siembra de nubes” para provocar lluvias y llevar agua al sistema Cutzamala, el sistema hídrico más grande del país que almacena, conduce y distribuye agua, principalmente para su uso en la Ciudad de México y el Estado de México. Las tomas y presas de agua se extienden por esas dos entidades y también Michoacán.
Es una técnica de origen militar -aunque se usa también comercialmente-, es riesgosa y puede implicar impactos de mayor sequía o inundaciones en comunidades afectadas. Está llena de incertidumbres, incluso si fuera efectiva para el fin que se la promueve. El grupo de expertos sobre modificación del tiempo de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) llama a precaución.
En la misma conferencia mañanera, el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval explicó que van a bombardear nubes con químicos desde un avión que tienen para ese fin. Por su parte, la secretaría de Agricultura (SADER) declaró que han usado este método en los últimos 3 años. Existen ya desde antes “vendedores de lluvia” comerciales, que han aplicado este y otros métodos de modificación del tiempo (cañones para provocar lluvia o sequía, cañones antigranizo, etc.), con un espectro de impactos negativos.
Estados Unidos usó la siembra de nubes en forma sistemática durante la guerra de Vietnam, con la intención de provocar lluvias e intentar anegar los caminos y áreas donde había resistencia vietnamita. El uso de esta técnica con fines hostiles fue llamada “Proyecto Popeye”. A inicios de la década de 1970, fuentes periodísticas revelaron la operación, logrando que fuera desclasificada. La preocupación y polémica que generó, llevó a que en 1976 Naciones Unidas estableciera la Convención sobre la Prohibición de utilizar Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u otros Fines Hostiles (conocida como ENMOD), que prohíbe modificar el medio ambiente con fines bélicos.
Dicha Convención no prohíbe la siembra de nubes mientras no se realice con fines hostiles, pero la modificación del tiempo y del clima se mantuvo en el interés de los ejércitos más poderosos del mundo para su uso como arma bélica. Al respecto, la fuerza área de Estados Unidos, publicó en 1996 un reporte que sintetiza esta intención, titulado “Weather as a Force Multiplier: Owning the Weather in 2025”: (El tiempo como multiplicador de la Fuerza: poseer el tiempo en 2025).
Actualmente, varias formas de modificación del tiempo (siembra de nubes, cañones antigranizo, cañones para provocar sequía o lluvia, intentos de manejo de tormentas y huracanes), se consideran una de las tres categorías de geoingeniería, es decir, manipulación intencional del clima. Las otras dos son las captura y remoción de dióxido de carbono de la atmósfera y la geoingeniería solar. Mientras que estas dos últimas se diseñaron para desplegarse a mega escala con la intención de manipular el clima global, la modificación del tiempo tendría efectos locales o regionales, y en ese sentido se diferencia de las otras categorías.
Comparte sin embargo la misma mentalidad que las otras formas de geoingeniería: en lugar de ir a las causas de los problemas, se trata de propuestas tecnológicas para manipular el tiempo local o para intentar influir en el clima global, creando así mercados cautivos, ya que las causas siguen su curso y siguen recreando el problema.
En el caso del sistema Cutzamala, lo que queda en sombras al aparentar que se encara el tema de la escasez de agua con tecnología, es que tanto por apropiación privada y abuso por parte de varias industrias, como por contaminación derivada de éstas, el sistema hídrico nacional está en crisis y se hace aún más vulnerable al agregar los impactos crecientes del cambio climático. Es un sistema injusto, porque las industrias y las grandes ciudades y las formas de urbanización salvaje en las que crecen, requieren cada vez más agua potable, que a su vez es distribuida de forma injusta dentro de las propias ciudades, entre las entidades, etc.
Es importante entender que la siembra de nubes, no es una fórmula mágica que crea lluvia, sino que la técnica consiste básicamente en bombardear o inyectar sustancias químicas –la más usada es yoduro de plata- en cierto tipo de nubes (no todas sirven) para acelerar la precipitación. Es decir, es una técnica que no se puede usar en áreas de sequía donde no hay nubes. Por tanto se usa en lugares donde las nubes que pueden producir lluvia ya existían, de hecho la OMM señala que es difícil evaluar si la precipitación se da por la siembra de nubes o de todos modos iría a suceder. Por las diferentes técnicas aplicadas y por las diferentes variables de medición en cada lugar, es difícil sacar conclusiones generales, pero el análisis a través del tiempo, resulta en que el aumento de precipitación en las zonas objetivos ha sido entre 0 y 20 por ciento. O sea, mínimo.
También es importante entender que al no “crear lluvia” sino desviarla o precipitarla en otra parte, se está quitando esa lluvia de alguna parte. En este caso, la precipitación para alimentar ciertas presas del sistema Cutzamala podría estar retirando la lluvia de sistemas de siembra aledaños.
Por supuesto, los que aplican esta técnica alegan que la técnica es exitosa, pero la OMM señala que en la mayoría de los casos se trata de lluvia que de todas maneras iba a caer. Por ejemplo, el proyecto Popeye informó que había tenido éxito en 82% de las aplicaciones, pero estudios posteriores señalaron que la lluvia solo habría aumentado en algunas zonas un 5 % sobre lo esperado.
Otro de los posibles impactos, que los promotores prefieren no referir, es que el yoduro de plata es una sustancia altamente tóxica y bioacumulable. Su argumento es que la cantidad usada es poca y que al disolverse en el agua no tendrían efectos. Sin embargo, estudios han mostrado que la repetición de este tipo de medidas, afecta tanto la fauna como la flora de los cursos de agua dónde se aplica, y no está claro que efecto podría tener en el consumo posterior de esa agua.
Por todas estas razones la siembra de nubes es un mala idea, que podría ser desde ineficaz hasta producir impactos ambientales y de salud, así como nuevas injusticias en el acceso al agua, desviando la atención de las medidas que se requieren para atender las causas del problema.
Silvia Ribeiro
Periodista y activista uruguaya, directora para América Latina del Grupo ETC, con sede en México.
Excelente artículo e investigación de Silvia Ribeiro!!!
Excelente Artículo e Investigación de Silvia Ribeiro