La columna de lxs que sobran

Desde el Margen

Acordamos vivir −vivir significa luchar−, entonces acordamos luchar para vivir

Jina Mahsa, María Belén, Valentina, Debanhi, Cristina, Daniela, Rosa, Susana, Adriana, Vero, Pilar, Ana, Melina, Lola, Fátima, Fernanda, Minerva, Sandra, Lucía, Mara, Jen, Carla, Pamela, Danna, Virginia, Sara, Lisseth, Paz, Mishell, Andrea, Diana, Erica, Jesica… Teherán, Quito, Bogotá, Ciudad Juárez, San Vicente, La Paz, Santo Domingo, Yakarta, San José, Mérida, Lima, Valparaíso, Asunción, Río de Janeiro… Mestiza, estudiante, ambulante, chola, licenciada, trabajadora sexual, educadora, negra, dirigente, travesti, niña, indígena, maquiladora, deportista, mulata, artista… 81.000, 45.000, 17.800, 17.200, 7.500, 2.500, 858, 614, 332, 23…

No podríamos terminar de nombrar a todas las hermanas, compañeras, niñas, mujeres que el patriarcado nos ha arrancado. Estos nombres nos hacen resonar en nuestro diario vivir la constante que existe sobre las muertes, desapariciones, torturas que vivimos como mujeres, cuerpos femeninos y feminizados. En este 8M las volvemos a nombrar con fuerza y dolor, pero recordando siempre en nuestro caminar y luchas a todas y todxs quienes no están. Estos nombres, unos más conocidos que otros, son memoria notoria de que las condiciones en las que vivimos conservan formas patriarcales de ser y que justo eso es lo que debemos transformar. Estas ciudades y cifras son ejemplo de la reproducción de una cultura de violencia que se vive independientemente del territorio que habitamos.

En 2018, en el Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan que organizaron las compas zapatistas −ante el despojo capitalista y opresión patriarcal− se acordó vivir y como para las compas zapatistas vivir significa luchar; se acordó luchar para vivir. En el 2019 fue el Segundo Encuentro, las compas zapatistas nos preguntaron ¿qué había pasado en nuestros territorios durante ese año?, ¿cómo nos organizamos?, ¿qué pasó con el acuerdo de luchar para vivir?, ¿por qué nos siguen matando y oprimiendo como mujeres? Ellas nos contaron que dentro del territorio zapatista no tenían ningún caso de feminicidio, esto no como un intento de comparar desde la superioridad, sino como una realidad que nos permite interpelarnos a todas. Pues mientras los malos gobiernos nos siguen vendiendo las agendas de género, las leyes de cuota y la representatividad igualitaria al mismo tiempo nos siguen matando. En ese encuentro nos dijeron:

Dicen que hay equidad de género porque en los malos gobiernos hay igual de hombres y mujeres mandones y mandonas. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que hay más derechos en la paga para las mujeres. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que hay mucho avance en las luchas feministas. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que ahora las mujeres tienen más voz. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que ahora ya se toma en cuenta a las mujeres. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que ahora hay más leyes que protegen a las mujeres. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que ahora es muy bien visto hablar bien de las mujeres y sus luchas. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que hay hombres que entienden la lucha de como mujeres que somos y hasta se dicen que son feministas. Pero nos siguen asesinando.

Dicen que ya hasta hay super héroas en las películas. Pero nos siguen asesinando.

Cada vez más asesinadas. Cada vez con más brutalidad. Cada vez con más saña, coraje, envidia y odio. Y cada vez con más impunidad. 1

Es evidente que una de las herramientas que usan los malos gobiernos es la creación de políticas públicas para desarticular la organización, esto sin quitarle la importancia que han tenido, tienen y tendrán las movilizaciones, el tomarse las calles, las marchas, etc. Lo que hoy en día tenemos en materia de derechos se debe a las luchas de muchas que estuvieron antes, eso no está en cuestión, pero tampoco podemos mirar a otro lado cuando los Estados-Nación “incluyen” en sus agendas y planes el enfoque de género y diversidades para que todo parezca que está bien y muchas veces el activismo, sobre todo liberal, cae en ese juego.

Ante esto, la reflexión que hacen las compas zapatistas se vuelve algo que nos sigue resonando en estos días, ¿por qué si se supone que esas agendas tienen más acogida en las políticas de los malos gobiernos nos siguen matando por ser mujeres, cuerpos femeninos y feminizados? De las compañeras kurdas, de las zapatistas y todas aquellas que han trabajado el feminismo comunitario y los procesos de liberación aprendimos que el patriarcado es el sistema de todas las opresiones, no es una opresión más, sino EL SISTEMA que ha creado a los otros sistemas; capitalismo-colonialismo, los mismos que se reproducen a través de los mecanismos que el Estado-Nación les brinda.

Nosotras creemos que, como diría Audre Lorde, “no se puede desmontar la casa del amo con las herramientas del amo”, por lo tanto, el patriarcado no se va a acabar por agendas, ni por políticas públicas, ni tampoco porque una mujer tome el poder dentro del Estado-Nación −cuyo génesis es la violencia, el despojo y la muerte basada en la opresión−. La muerte es lo que le permite a este sistema mantenerse, de ahí que el ataque sea tan feroz hacia las luchas por la vida, gestadas principalmente por las mujeres y las comunidades desde una apuesta revolucionaria que no piensa en el reformismo, sino en la construcción autónoma. Por ello, ni la toma de poder ni los programas “inclusivos” dentro del marco de los Estados permitirán consolidar posibilidades de vida, nos seguirán matando.

No es un hecho aislado que, aquel 8 de marzo en 1908, esas 140 trabajadoras textiles, muchas de ellas migrantes, hayan sido quemadas por organizarse en huelga. No es aislado que, en conflictos de guerra, la violencia se vea ejercida con más brutalidad sobre los cuerpos de las mujeres. Esto es parte de la política de muerte que todos los Estados-Nación, que son patriarcales, tienen hacia la organización de la vida que planteamos como mujeres. Nosotrxs decidimos empezar nombrando en el texto a pocas de nuestras compañeras, hermanas y mujeres que este sistema patriarcal ha ido desapareciendo, torturando y matando, porque creemos que todo feminicidio es político, y a nivel global la violencia patriarcal está provocando un genocidio contra las mujeres y hay que nombrarlo.

Así también, es el patriarcado el que ha roto con el tejido comunitario, pues al darle privilegios para la opresión a los hombres nos quita la posibilidad de organizarnos en comunidad desde las mujeres, hombres, niñxs, mayores, jóvenes y la naturaleza. El patriarcado es la forma de opresión que nos atraviesa a todxs −que sí, que es más violenta y directa hacia las mujeres, cuerpos femeninos y feminizados, niñxs− pero no podemos negar que a los hombres el patriarcado les ha quitado la posibilidad de sentir, de emocionarse, de romperse, de mirar la vida más allá de la fuerza y el deber hacer, de la ira. Es el patriarcado el que le ha enseñado a la humanidad a explotar y destruir la tierra y todo en ella. Es el patriarcado el que ha creado los imaginarios de que existe un cuerpo con menos valía que otro, es el patriarcado el que ha delimitado qué cuerpo tiene más posibilidad de agencia y cuál no (como sucede en el adultocentrismo).

Por ello, una verdadera revolución debe ser antipatriarcal, los horizontes de lucha no pueden contemplar la destrucción de la dominación sin pensar en que la “liberación de las mujeres es la liberación de los pueblos y la tierra”, como mencionan en el Movimiento de Liberación de Kurdistán. Los compañeros que se organizaron y pensaron en la liberación de los pueblos lo hacían bajo la lógica del vencer o morir, nosotras también tomamos esa consigna, vencer este sistema de muerte porque, sino nos matan; pero también queremos vivir compañeros, queremos vencer para vivir, aunque no seamos nosotras quienes veamos esa liberación, pero que sí sea para esa comunidad soñada (entre mujeres, hombres, jóvenes, niñxs, mayores y naturaleza) que resignifique el tejido comunitario. Y es por eso que sí acordamos vivir, y por lo mismo acordamos luchar para vivir.

Sabemos que quizá para el momento en que este escrito esté publicado, miles y miles de personas estarán en las calles de diferentes geografías con pañuelos, batucadas, mareas lilas y verdes, haciendo pintas, bailando, cantando y gritando por las que ya no están, honrando su memoria; paralizando ciudades. Paremos compañeras, así como paramos cada 8M, pero que esta vez ya no solo sea un día, sino parar realmente para dejar de querer estar incluidas, incluidxs en ese sistema podrido de los Estados-Nación. Nuestra lucha debe ser para crear lo nuevo, para acabar con la mentalidad patriarcal que habita en cada una, uno y unx.

Por ello, para finalizar −aunque siempre puede ser para continuar− no queremos dejar de saludar y enviar nuestro amor revolucionario a todas las mujeres que, en toda su diversidad, luchan. De todas las formas y en todos los territorios. A quienes, aunque no nos conozcamos y quizá nunca nos veamos la cara, sabemos que estamos. Esta revolución por la vida, será desde nosotras.

1 Extracto de las palabras de bienvenida del 2do Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, 2019. https://radiozapatista.org/?p=33213

Dejar una Respuesta

Otras columnas