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Colectivo Desde el Margen

Aborto por violación: más allá del derecho…

El 28 de abril del 2021 la Corte Constitucional de Ecuador emitió una sentencia en la cual el aborto en casos de violación sería legal para todas las mujeres y no solamente para mujeres con discapacidad, como estaba tipificado en el COIP, desde 1983. La lucha del movimiento de mujeres y disidencias por el aborto legal tiene un camino de larga historia; sin embargo, ante la sentencia de la Corte, se activaron nuevamente las discusiones y acciones para que el aborto en casos de violación no tenga plazos y requisitos que puedan significar obstáculos y revictimización para quienes han sobrevivido a una violación sexual. A pesar de las constantes demandas y argumentos que organizaciones y colectivos de mujeres han señalado para que no existan plazos para interrumpir el embarazo, el informe que está siendo tratado en la Asamblea Nacional sí los especifica: 22 semanas de gestación para las mujeres menores de 18 años, 20 semanas para mayores de 18 años y sin plazos para mujeres con discapacidad mental.

En este contexto, los discursos y propagandas ultra conservadoras no han estado ausentes, porque cuando se trata de perder poder sobre los cuerpos de las mujeres, no importa si son de izquierda o derecha, todxs lxs conservadores se unen y hasta proponen formar una “coalición nacional por la vida”; porque no pueden aceptar esas “barbaridades”: que las mujeres y niñas que han sido violadas y, producto de ello, quedaron embarazadas, aborten. Esto es un espejo de cómo funciona el Estado-nación patriarcal; dentro de sus reglas del juego, es imposible que se cuestione la opresión y violencia que se encuentra en los escenarios más personales e íntimos. Mientras la Asamblea sigue extendiendo la fecha para aprobar el proyecto de ley que regula el aborto por violación, las organizaciones feministas, de mujeres y disidencias, así como otras del movimiento social, nos mantenemos vigilantes, pues dentro de este panorama conservador, todo puede pasar; el mismo Guillermo Lasso, presidente ecuatoriano, durante una entrevista en uno de los medios de comunicación nacional más sintonizados, declaró que no dudaría en vetar la ley si esta “excede” el mandato de la Corte, refiriéndose a los plazos y requisitos.

Hablar del aborto legal va más allá del derecho escrito en una Constitución. Nosotras, cuando hablamos de la liberación de las mujeres y la liberación de la vida, no lo hacemos bajo una óptica liberal-individual, sino como una posibilidad hacia la autonomía, y esto parte desde nuestro primer territorio: el cuerpo. Sabemos bien que no todas las niñas y mujeres pueden acceder a la interrupción del embarazo y más aún si se trata de niñas y mujeres racializadas y empobrecidas. Por esta razón, es importante que la discusión no gire únicamente entorno a la constitucionalidad de una ley, sino a las redes y articulaciones que —como movimiento de mujeres, disidencias y el resto del movimiento social— debemos asumir para que la decisión de abortar sea segura, gratuita y digna.

El 25 de enero de este año, centenares de mujeres, niñxs, disidencias sexuales, hombres y jóvenes, se concentraron en una movilización nacional en defensa del aborto por violación. Muchas mujeres viajaron desde distintos territorios para darse cita en la capital; la gran diversidad que se dio encuentro ese día, permitió visibilizar cómo la organización —sobre todo de mujeres jóvenes— está creciendo en distintos lugares de este territorio del Abya Yala. El tema que nos junta ahora es el aborto legal, pero este paso nos puede abrir puertas para reflexiones y encuentros más adelante.

Este contexto nos convoca a tratar dentro de nuestros proyectos como organizaciones, formas de trabajar en colectivo con las personas sobre este tema, lo que también nos permitirá hablar de maternidades deseadas, infancias libres, educación sexual, salud digna, etc. Estas formas deberán permitirnos construir puentes en común que eviten que la gente se aleje. Si como movimiento social no reconocemos que debemos interpelar y desafiar al patriarcado que habita en cada unx de nosotrxs y trabajarlo no solo en las calles durante el plantón o movilización, sino llevar esas discusiones a las casas, aulas, barrios y comunidades; no estaremos transformando nada. Este camino hacia la liberación de las mujeres y de los pueblos es largo y difícil, por eso debemos hacerlo en comunidad, como decían varios de los carteles y pañuelos verdes hechos por las compañeras de Trenzando Feminismos: “Maternar, abortar, decidir y luchar en colectivo”.

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