“Estas tierras son nuestras. Nadie tiene derecho a sacarnos, nosotros fuimos los primeros dueños. El Creador ha destinado este sitio para que encendamos nuestro fuego y aquí permaneceremos. En cuanto a las fronteras, el Creador no conoce las fronteras, ni nosotros las reconoceremos”: Tecumseh, guerrero Shawnee.
Alberta del Norte, Canadá. Grupos indígenas y sus partidarios luchan actualmente contra el proceso más destructivo de la tierra en el territorio indígena de Dene y Cree.
En las arenas bituminosas (grasosas), un grupo de operaciones de minería a gran escala y ductos extraen arena, arcilla y bitumen a cientos de pies por debajo de la madre tierra, y luego separan con químicos el petróleo de la tierra, para distribuirlo en todo el mundo. En promedio, deben ser removidas cuatro toneladas de tierra para producir un barril de petróleo. Los depósitos de hidrocarburos que se encuentran bajo los suelos del antiguo bosque boreal son los segundos más grandes del mundo y son también la clave de la seguridad energética norteamericana. Estados Unidos necesita las arenas bituminosas; los grupos indígenas, las plantas, los animales, el aire y el agua se necesitan unos a otros para sobrevivir. Una inminente batalla aguarda al norte.
El proceso para separar el petróleo de la arena genera enormes lagos de agua y químicos, conocidos como pozas residuales. Por cada barril de petróleo extraído de las arenas bituminosas se necesitan 4.5 barriles de agua. Desde el 2006 las pozas residuales han cubierto 50 kilómetros cuadrados del antiguo bosque boreal. Este año, los enemigos de la tierra habrán generado 8 billones de toneladas de desechos. Hoy el mayor embalse (por volumen de material) construido por el ser humano es la poza residual de Syncrude, a pocos kilómetros del río Athabasca.