Un Año de lucha de la Red de Comunidades del Extremo Sur

Sao Paulo, Brasil. El pueblo de nuestra región, al igual que los pueblos de todas las periferias, siempre luchó por cada una de sus necesidades: las escuelas, los puesto de salud, las líneas de ómnibus, las calles pavimentadas, y hasta el acceso al agua y a la luz fueron resultado de varias batallas en el pasado, llevadas a cabo por muchas personas que sabían dónde «apretaba el callo» y creían que la vida podría ser mejor. Esa conciencia, unión y organización popular trajeron innumerables conquistas que hicieron temblar a los “poderosos”, y podrán hacerlo nuevamente.

Fue con ese espíritu que, en febrero del 2010, creamos la Red de Comunidades del Extremo Sur, buscando fortalecer la cultura de lucha, resistencia y solidaridad de clase en un momento en que reinan el individualismo y las ganas de querer ser mejor que el vecino y, por tanto, de no dar importancia a sus dolores ni a sus alegrías.

En la época del surgimiento de la Red Extremo Sur, sufríamos no sólo con los desplazamientos que se tornaron frecuentes en nuestra región y en otras regiones de la ciudad de Sao Paulo, sino también con la calamidad de las inundaciones que afectaron algunas de nuestras comunidades. Ante esa situación, tomamos vías de comunicación, marchamos, protestamos e incluso nos dispusimos a negociar con nuestros enemigos: los dueños del poder.

Perdimos algunas batallas y logramos resistir a otras ofensivas; vimos cuán grande es la fuerza de la estrategia utilizada por el Estado y las constructoras para dividirnos y fragmentar nuestras luchas, conciliando la entrega de migajas – con las que compraron a algunos líderes y silenciaron a muchos de los que serán removidos –, reprimiendo constantemente, tratando los problemas sociales como crímenes de la población pobre en contra el Estado y movilizando a la policía para evitar cualquier manifestación del pueblo indignado por las injusticias que sufre.

Ante las indemnizaciones para no ser despojados –que han sido disfrazadas de indemnizaciones para que tengamos dónde vivir– y ante la falta de una alternativa real de habitación, percibimos la mentira del discurso “humanitario” de los gobernantes que dicen estar haciendo las cosas de ese modo para nuestro propio beneficio.

Otro discurso falso es el de la defensa del medio ambiente: ¿Por qué, contrario a lo que hacen con nosotros, no se hace nada en contra de las grandes empresas y de las inmensas mansiones que también se encuentran en áreas de manantiales? ¿Por qué no se crea infraestructura en nuestras comunidades, como saneamiento y sistemas eficaces de colecta de basura? ¿Por qué no se nos ofrecen alternativas a los que somos removidos, y se nos deja como única salida ocupar una nueva área a la orilla de la presa o de un arroyo usado para el saneamiento?

No tardamos en descubrir la respuesta de estas y de otras preguntas: para ellos ni nuestras vidas ni el medio ambiente vale nada cuando se trata de llenar los bolsillos de los «poderosos» con dinero. Esto es justo lo que están haciendo las grandes empresas – constructoras, inmobiliarias – así como muchos políticos, quienes además reciben financiamiento para sus campañas de esas mismas empresas.

Por más duros que hayan sido los ensañamientos, éstos fueran útiles para nuestro fortalecimiento, de modo que, al cumplir un año de existencia, sí tenemos algo que conmemorar. En ese período, nos reunirnos periódicamente para discutir sobre los problemas de cada una de las comunidades, definir nuestras pautas, decidir de modo colectivo nuestras próximas batallas. Otras comunidades se unieron a la Red Extremo Sur, por ser también víctimas de la violencia provocada por los despojos y estar en situación de riesgo por las obras que ven por la ganancia y el poder de algunos, y no por la mejora de las condiciones de vida de la periferia.

Luchamos por el derecho a la habitación, pero también luchamos con las madres, y reconquistamos juntos a esas mujeres guerreras el derecho a la guardería que no fue respetado por la privatización del sistema de educación infantil; estamos juntos a los estudiantes, maestros y comunidades que luchan por el fin de la opresión y del autoritarismo al interior de las escuelas y por la calidad de la educación; y también junto a los lideres que luchan por la mejoría del transporte público y de la salud de nuestra región. Junto con los grupos de cultura, nos fortalecemos ocupando los espacios y las calles de nuestras comunidades, creando autonomía para nuestras manifestaciones que combinan el arte y la comunicación producidos por nosotros mismos a lo largo de la lucha cotidiana. Y tuvimos la satisfacción de establecer contacto con otras luchas, como la iniciativa combativa y transformadora de las cooperativas de recolectores de papel, con quienes tenemos gran interés por caminar juntos.

Conmemoramos también que aprendemos con las derrotas y sabemos que nuestros desafíos son inmensos, y que éstos están presentes en los principales temas diarios de toda la periferia. Los tiempos que siguen serán sombríos, pues con el lucrativo proyecto de transformar la imagen de la ciudad para mega-eventos como el Mundial (2014) y las Olimpíadas (2016), aumentarán los ataques en contra la población pobre de la ciudad de Sao Paulo. Sin embargo, cada día adquirimos más conciencia de nuestra condición de clase, reanimando la solidaridad entre nosotros, y percibimos que “nosotros” somos millones. Estamos en el extremo sur de la ciudad de Sao Paulo, pero también en las inmensas periferias de todo el mundo.

Sabemos que las luchas que llevamos a cabo son muy pequeñas, insuficientes, localizadas. Pero tenemos la osadía de luchar y de seguir un camino honesto y autónomo, sin quedarnos bajo las alas de los políticos, de las ONGs, de las empresas, y sin subordinarnos al Estado. Seguiremos dedicados a nuestra organización para luchar en la periferia por una sociedad sin clases.

Las tareas de nuestro tiempo nos ponen como desafío que estemos siempre renovándonos, cambiando las estrategias, proponiendo nuevas formas de organizarnos, diversificando nuestras banderas de lucha. Hoy creemos que es importante articular y unificar algunas experiencias organizativas que están siendo desarrolladas en nuestra región, pero también en otras. Buscamos combatir con nuestra práctica la división de las luchas, la división entre líderes y liderados, entre los que piensan y los que ejecutan, entre los que mandan y los que obedecen. Estamos en contra la profesionalización de la práctica política, y de la aplicación de modelos y fórmulas que no respetan a las realidades de cada lugar, pensamos también que no podemos caer en el aislamiento. En los próximos meses, junto a otros compañeros y compañeras, nos dedicaremos a la creación de una herramienta organizativa que – a un tiempo – garantice la autonomía de las iniciativas en marcha, y las unifique en torno de banderas y estrategias comunes.

¡La periferia está en lucha!

Red de Comunidades del Extremo Sur, febrero de 2011.

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