UACM, un diálogo largamente dinamitado

Jaime Quintana Guerrero

México. La última semana de noviembre, el conflicto de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) parecía haber llegado a su fin con una largamente perseguida mesa resolutiva de diálogo; pero como en tres ocasiones anteriores, la rectoría universitaria se levantó de la mesa y provocó el enojo de los estudiantes y profesores movilizados.

Este suceso, sin embargo, no es nuevo. A lo largo de más de tres meses de paro y nueve de conflicto, las mesas de negociación impulsadas por el movimiento crítico con la rectora han encontrado suelo estéril, descalificaciones, confrontación y hechos de violencia.

Después de las denuncias de fraude en las elecciones de consejeros universitarios de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), estudiantes, maestros y trabajadores administrativos se organizaron para denunciar las irregulares y demandan la instalación de un diálogo para resolver de manera interna el conflicto. Las medidas de presión para sentar a la rectora María Esther Orozco a la mesa de negociación han comprendido movilizaciones callejeras, llamados públicos al diálogo y entrevistas con medios de comunicación.

El movimiento uacemista ha planteado reiteradamente que el diálogo es la vía para resolver el conflicto; sin embargo, acusan, la falta de sensibilidad y los intereses internos de las autoridades han alargado el movimiento estudiantil por más de nueve meses. La académica Tania Hernández, del plantel San Lorenzo Tezonco de la de la UACM Iztapalapa, forma parte del Foro Académico. En entrevista con Desinformémonos hace un recuento de las etapas del conflicto con las autoridades universitarias. “Con el diálogo argumentas, discutes, presentas propuestas, cedes, intervienes, avanzas; eso es un diálogo”, aclara.

A la primera mesa con las autoridades asistió “una comisión del movimiento estudiantil en defensa del voto y la legalidad, profesores del Foro Académico y estudiantes del Comité de Estudiantes en Lucha; por parte de la rectora asistieron consejeros, estudiantes y administrativos”, recuerda Tania. “Logramos elaborar una agenda donde se tenían que revisar las impugnaciones y la instalación del consejo. Fue un diálogo lleno de insultos que duró más de dos semanas. Las autoridades sólo proponían abrir las instalaciones. Nosotros no nos levantamos de la mesa, fueron las autoridades quienes no llevaban propuestas e intenciones para resolver el conflicto”.

Este movimiento comprende una diversidad grande de actores internos. En el primer espacio de diálogo, el movimiento llama comisión tripartita al Foro Académico -que aglutina a los maestros de licenciatura y posgrado, de humanidades, ciencia y desarrollo-, a los 36 consejeros -de los cuales hay nueve impugnados- y a los estudiantes agrupados en el Comité de Estudiantes en Lucha (CEL). Más tarde se sumarían los trabajadores administrativos y técnicos, los más golpeados, bajo el nombre Trabajadores en Lucha (TELA).

De este espacio amplio nació, por segunda vez, la propuesta de dialogar pero bajo otra modalidad. Relata la académica Hernández que “el gobierno del Distrito Federal, por medio de la Secretaría de Educación, planteó ser mediador y nosotros estuvimos de acuerdo”.

“En un primer momento de sólo diálogo no se llegó a nada y únicamente expusimos; en el segundo llegamos a un diálogo-negociación donde el movimiento cede y pone sobre la mesa sus propuestas; el tercer momento es donde tenemos que ser operativos en nuestra defensa y en la resolución del conflicto; en ese momento nos encontramos”, señala Tania Hernández

La profesora señala que los opositores fueron quienes convocaron a una mesa resolutiva a la que las autoridades “no tenían más quehacer que ir. Les hicimos llegar la propuesta de 11 días y ellos, con todo el cinismo, llegaron a decir que no la conocían y pidieron un receso de seis horas. Nuestra propuesta era clara: darle salida a las impugnaciones, la instalación del consejo y condiciones para regresar a clase con toda normalidad”.

La propuesta de los 11 días es una ruta propuesta por el movimiento para resolver el conflicto. La académica uacemita precisa que plantearon “una mesa con una comisión de ambas partes; invitamos a organizaciones de derechos humanos, a personalidades como Gilberto López y Rivas, Manuel Peimbert, Enrique Dussel, Héctor Díaz Polanco, Amnistía Internacional sección México, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria y Servicios y Asesoría para la Paz (SERAPAZ)”.

Este diálogo-negociación se realizó el 6 de octubre en Casa Lamm y se convocó a una comisión mixta donde estaban, entre otros, Miguel Concha, Enrique Dussel, Luis Peña y Carlos Heredia. Ellos revisarían las  impugnaciones y la legalidad del consejo universitario que estaba sesionando sin quórum, además de dar las garantías para regresar a las escuelas sin represalias y adecuando el calendario escolar.

“Ese día nos trasladamos a la Secretaria de Educación Pública (SEP) para continuar el diálogo, sin embargo, las autoridades se negaron a firmar acuerdos, argumentando que son los consejeros quienes tendrían que hacerlo”, denuncia Tania. “Nuevamente el diálogo se echó abajo, mientras que en el plantel de Coatepec dos estudiantes fueron golpeados por los porros de las autoridades, la Red de Estudiantes, y nosotros declaramos que con porros no nos sentamos a dialogar”.

La Red de Estudiantes por la Educación es un grupo que se opone al paro, al que se incorporaron trabajadores “que le deben favores a la rectora”, aclara la entrevistada, y estudiantes beneficiarios de la becas que la UACM le exige a la Asamblea Legislativa local.

Consejo Universitario paritario: la disputa por la representación universitaria

El Consejo Universitario es el máximo órgano de gobierno de la UACM y responde al principio de paridad entre quienes hacen la vida académica en la universidad, profesores y estudiantes. Se compone por dos estudiantes y dos profesores, todos por elección directa, universal y secreta. La rectora es la única persona que es consejera sin que nadie la elija, y solamente seis administrativos tienen voz.

“En un Consejo Universitario se decide todo de la vida académica, por eso es tan importante mantener la paridad, porque somos los profesores y estudiantes quienes realizamos la vida académica”, explica la profesora Hernández. “De nuestros compañeros en San Lorenzo Tezonco, dos estudiantes mujeres obtuvieron más de cien votos y el candidato de la rectoría solo seis. Nosotros entramos cuatro veces a las elecciones con sus tiempos, reglas y consejo electoral, y ganamos; nos tuvieron que impugnar”.

Para la profesora, la rectoría buscó la expulsión de sus compañeros porque en el Consejo Universitario se resolverán las demandas estudiantiles, de los trabajadores y académicos, “y ellos están en minoría”.

De regreso a las movilizaciones y al tercer diálogo

La rectora nuevamente no firmó una propuesta avalada por la Secretaría de Educación del Gobierno del Distrito Federal, SERAPAZ y el subsecretario de gobierno de la Ciudad de México. “Nosotros regresamos a las movilizaciones y los estudiantes decidieron tomar la sede de Eugenia, todo para empujar al diálogo tanta veces negado”, explica la maestra.

Fue entonces cuando entró otro actor a la escena del conflicto, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, que retoma los acuerdos de Casa Lamm “justo por que se apegan a la legalidad que no conoce la rectora”, señala Tania. Sin embargo, las autoridades de la universidad “mantienen en el mismo discurso: que se entreguen las instalaciones, que entre la fuerza pública y que nos metan a la cárcel”.

“Este movimiento tiene algo muy diferente: le apuesta al diálogo en todo momento y tenemos consultas en los planteles y con los consejeros. Las medidas de fuerza y tomas de edificios son parte para regresar a la mesa. Las autoridades piensan que el problema se resuelve entregando los planteles, cuando esto es una consecuencia de un problema de fondo”, concluye Tania Hernández.

Publicado el 3 de diciembre 2012

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