Transgresoras de la palabra

Atziri Ávila

Tita Radilla, transgresora contra la desaparición forzada en México

La sierra madre del sur en el estado de Guerrero, ha sido la cuna de luchadoras y luchadores sociales que con su actuar buscan transformar la realidad, conocer la verdad y evitar la repetición de violaciones a los derechos humanos, así como el sufrimiento y dolor para otras familias. Ese es el caso de Tita Radilla Martínez, hija Rosendo Radilla Pacheco, desaparecido por el Ejército mexicano el 25 de agosto de 1974, cuando México vivía los impactos de la Guerra sucia, cuya política represiva buscó eliminar la oposición y movilización social que surgía desde la población más pobre.

La sencillez y probidad, son dos de las principales características de la defensora guerrerense, cuya vida vio transformada luego de la desaparición forzada de su padre. Tita es una de las primeras mujeres que dejó su casa, portó la imagen de su ser querido y alzó la voz para denunciar la desaparición forzada en México.

Los testimonios recabados por la familia aseguran que el líder social Rosendo Radilla Pacheco, fue bajado del camión en el que viajaba a manos de militares, quienes realizaban una labor de contrainsurgencia, luego de la manifestación de descontento social y del surgimiento del Partido de los Pobres en la decáda de los 60.

A través de sus corridos Rosendo Radilla manifestaba su simpatía con la lucha que encabezó el profesor normalista Lucio Cabañas, después de la ejecución extrajudicial de manifestantes que el 17 de mayo de 1967 acudieron a la plaza de Atoyac para exigir el cese a la discriminación contra los estudiantes de escasos recursos.

Luego de esa matanza y de las violaciones a los derechos humanos contra la población civil, dio inicio la llamada Guerra sucia, que trajo consigo la militarización de la zona, asesinatos y desapariciones forzadas, principalmente contra campesinos.

La desaparición forzada de su padre transformó la vida cotidiana de Tita, su madre y hermanas, quienes anteriormente se dedicaban al campo y las tareas del hogar. Igual que se transformó la vida de decenas de familias en la costa grande de Guerrero.

La desaparición

A la edad de 11 años, Rosendo Radilla Martínez, hermano de Tita, atestiguó la detención arbitraria de su padre por parte de militares; asimismo pobladores del lugar confirmaron haber visto por última vez a Rosendo Radilla Pacheco, en el cuartel militar de Atoyac.

Desde aquel domingo de 1974, Tita y su familia iniciaron el peregrinar en búsqueda de su padre sin imaginar que su lucha abanderaría la exigencia de la aparición con vida de cientos de personas más; a favor del derecho a conocer la verdad de los hechos ocurridos contra sus familiares y en exigencia del acceso a la justicia para las víctimas y sus familias.

Cuatro años después, el 3 octubre 1978, ante la identificación de un patrón de desaparición de personas, se generó la necesidad de construir estrategias de búsqueda y acciones organizadas, lo que dio pie a la conformación de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de violaciones a los Derechos Humanos en México (AFADEM), de la cual actualmente Tita Radilla es la vicepresidenta.

Decenas de personas acudían al centro de Atoyac donde la hija del campesino ganadero Rosendo Radilla recababa información, historias y fotografías de las familias que se atrevían a denunciar públicamente la desaparición de su familiar o familiares.

De entonces a la fecha Tita Radilla encabezó mitines, huelgas de hambre, marchas, denuncias y exigencias. Ha alzado la voz en distintos países y foros internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para exigir la presentación con vida de las personas desaparecidas en México.

Tanto Tita como su familia decidieron asumir todos los recursos legales en México para llegar a la verdad sobre la desaparición forzada de su padre, pero ante la falta de respuesta por parte de las autoridades mexicanas, acudieron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 15 de noviembre de 2001. Su lucha, aseguraron, no sólo es para esclarecer el caso de su padre sino para conocer lo ocurrido contra cientos de guerrerenses desaparecidos, pues de 1967 a junio de 2001 la AFADEM documentó mil 220 casos en México, de los cuales 630 eran de Guerrero y de ésos, 473 de Atoyac.

El caso de Rosendo Radilla llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual emitió la sentencia “Caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos” el 23 de noviembre de 2009. Dicha sentencia no impactó únicamente en el caso del padre de Tita Radilla sino que sentó precedentes para los casos de desaparición forzada en México.

Dicho caso fue el primero en que la Corte Interamericana condenó al Estado mexicano por violaciones graves a derechos humanos. Asimismo luego de ella, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estableció, en julio de 2011, que las sentencias de la Corte Interamericana contra México sean obligatorias para todas las autoridades mexicanas. La SCJN estableció también que todos los jueces mexicanos, en el ámbito de su competencia, están facultados para hacer un control de convencionalidad, es decir, “aplicar tratados internacionales de derechos humanos en los casos que conocen, aún en perjuicio de la legislación mexicana”.

La SCJN estableció ademas que los jueces militares no son competentes para juzgar a militares acusados de violar derechos humanos, ordenando que dichos casos sean turnados a la justicia ordinaria federal1, resultado también de otras sentencias contra el Estado Mexicano por casos de violaciones graves a los derechos humanos ocurridas en el estado de Guerrero como: el Caso Fernández Ortega y Otros y el Caso Cabrera García y Montiel Flores y Otros contra el Estado mexicano.

Su labor como luchadora social y defensora de los derechos humanos, que sin proponérselo, es una lucha emblemática en nuestro país, ha traído como consecuencia persecución militar, el allanamiento de sus oficinas, ordenes de aprehensión, amenazas y hostigamientos. Sin embargo el amedrentamiento no ha frenado su activismo, contrario a ello, en 1995 fue una de las mujeres que exigió justicia por la matanza de 17 campesinos en Aguas Blancas.

En 2011 fue una de las defensoras que junto con Javier Sicilia, organizaciones civiles y víctimas encabezaron la Caravana del Sur del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en Chilpancingo. Ha exigido el esclarecimiento de los asesinatos de las defensoras Digna Ochoa, Juventina Villa Mójica, Rocio Mesino, todas ellas con labor fundamental en la costa grande de Guerrero. Exige también la aparición de Eva Alarcón y Miguel Marcial Bautista, activistas ambientales de la Organización Ecologista de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán desaparecidos desde diciembre de 2011. Junto con otras lideres sociales encabezó la delegación de mujeres guerrerenses que visitaron y exigieron la liberación inmediata y sin condiciones de la defensora comunitaria Nestora Salgado.

Si bien ha sido condecorada ya sea en la Casa de los Lores, en Londres o en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Tita Radilla procura estar alejada de reflectores y buscar más tiempo “de frente con la gente y el pueblo.”

En un contexto en donde prevalecen las detenciones arbitrarias de luchadoras y luchadores sociales y desapariciones forzadas masivas, como lo es el caso de los normalistas de Ayotzinapa, para las mujeres que integran la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México el recuerdo de sus familiares “es luz, esperanza y fuerza para seguir luchando unidas ”.

A sus 66 años de edad y a 42 años de la desaparición de su padre Tita Radilla se mantiene leal a sus convicciones y exigencias de justicia y verdad, alzando la voz, exigiendo la dignificación de sus familiares, con las fotos de los desparecidos pegadas al pecho, abrazadas, digna y leal como una de las transgresoras contra la desaparición forzada en México que hoy siguen exigiendo poner fin a este crimen de Estado.

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