Europa de Abajo

Alexander Gorski

Respuesta a la pregunta zapatista

Twitter: @A__Gorski

El objetivo de esta columna es normalmente informar sobre el presente y el pasado de las luchas radicales en Europa. La primera del 2020, sin embargo, se tratará de otra cosa. Quiero abordar una pregunta que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) nos ha hecho a todas y todos. En el comunicado con motivo del 26 aniversario del levantamiento armado del 1 de enero del 1994, el Subcomandante Moisés preguntó: «[…] ¿a qué están dispuestos, dispuestas y dispuestoas para detener la guerra que hay contra la humanidad, cada quién en su geografía, su calendario y con sus modos?”

Un movimiento que, como el zapatista, no se ha vendido, que se ha mantenido fiel a sus principios en todas las décadas de lucha, que se niega a rendirse, que se niega a dejar de luchar por la dignidad y la justicia, merece una respuesta. Precisamente de Europa, precisamente de nosotras y nosotros, que hemos aprendido tanto del movimiento zapatista, pero que hemos podido regresarle tan poco.

Para mí también, personalmente, el contacto con el movimiento zapatista ha sido una experiencia clave en mi desarrollo político. La visita de la «escuelita zapatista» en enero de 2014 me abrió perspectivas que de otra manera nunca hubiera ganado. Mi involucramiento con las ideas zapatistas de autonomía y auto-organización me mostró un nuevo horizonte. A menudo mi comprensión llegaba demasiado tarde, mi enfoque era eurocéntrico y patriarcal, pero el zapatismo tenía paciencia. Una y otra vez, las y los compas del sureste mexicano nos abrieron sus puertas a nosotras y nosotros, que queremos ser internacionalistas y que con demasiada frecuencia sólo éramos turistas.

Una y otra vez las y los zapatistas nos dijeron que debemos luchar donde vivimos, donde trabajamos, donde estamos en casa. Pero con demasiada frecuencia volvíamos a Europa y descansábamos en medio de nuestros privilegios, olvidando las lecciones que nos daban en las montañas de Chiapas. Muchas veces fue más agradable romantizar la revolución zapatista que luchar con determinación en nuestras propias latitudes, exponiéndonos a las contradicciones de nuestra propia geografía.

Seré honesto: a veces me llena de vergüenza ver cuan débil es la izquierda revolucionaria en Europa, a pesar de que podemos trabajar en circunstancias mucho más privilegiadas que los movimientos del Sur Global que luchan por sus derechos bajo constante amenaza y violencia de los malos gobiernos y de los países imperalistas del norte.

Tal vez el comienzo de esta nueva década sea un buen momento para enfrentar esta deficiencia. Los desafíos que enfrentamos como humanidad no podrían ser mayores. La única oportunidad de nuestra supervivencia está en la organización colectiva, en la lucha contra el capitalismo asesino y sus guerras, en la resistencia contra los gobiernos corruptos y las empresas transnacionales, en la construcción de comunidades auto-organizadas y democráticas que construyan sus autonomías en solidaridad mutua.

Pero en este momento, queridas compañeras y compañeros zapatistas, la respuesta de Europa a su pregunta es decepcionante: no estamos haciendo lo suficiente para oponernos a la guerra contra la humanidad con todas nuestras fuerzas. Con demasiada frecuencia no estamos dispuestas, dispuestos, dispuestoas a poner la necesidad de la lucha por encima de nuestras necesidades individuales, por encima de nuestros privilegios, por encima de nuestro consumo. Nuestra relación con los movimientos del Sur Global es a menudo marcada por la contradicción entre el paternalismo y el romanticismo. Y sí, podríamos hacer mucho más en nuestras geografías de lo que hacemos en la actualidad.

Pero también hay esperanza: está en las casas ocupadas de Atenas, en los movimientos feministas de España, en las huelgas por el clima de las estudiantes y alumnas, en las jornaleras rebeldes de Italia, en el movimiento por el derecho a la ciudad en Berlín, en los trabajadores en huelga de Francia, en las valientes antifascistas de Escandinavia, en el movimiento de refugiados por sus derechos en todos los países de Europa, así como las luchas y resistencias migrantes, en las protestas por el derecho a la autodeterminación de las mujeres en Polonia, en las acciones antimilitaristas de anarquístas de Inglaterra y en un sinfín de otros movimientos, organizaciones, colectivos, iniciativas e individuos.

La Europa de Abajo es pequeña, pero está viva, a pesar de todo.

Queridas compañeras y compañeros zapatistas, ¿qué estamos dispuestas, dispuestos, dispuestoas a hacer? Todavía temo muy poco. Y al mismo tiempo, tengo la profunda esperanza de que la respuesta a su pregunta sea diferente al final de esta década.

Foto tomada de Pozol Colectivo

3 Respuestas a “Otoño de Solidaridad”

  1. ¡Fui, soy y seré¡ es en suma máxima el sello indeleble y el gran legado que nos entrega Rosa Luxemburgo a todos los ciudadanos del mundo. Aunque su voz, vida y obra fue silenciada por los más diversos sistemas políticos, hoy en día se alza como luz esperanzadora en un mundo en crisis. Y al cumplirse el Primer Centenario de su execrable y vil asesinato, su Bandera de lucha continuara en lo alto de la cúspide, porque Rosa Luxemburgo como Mujer es ejemplo de vida y sigue brillando como el sol con Honor y Dignidad. Loor y Gloria a Rosa Luxemburgo.

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