Resistencia a la esclavitud y la tortura en las prisiones de Estados Unidos

Carolina Saldaña

––“¿Sabes que, LaMar? Un ser humano sólo puede durar poco tiempo sin alimento”.

––“Sí, ya sé, pero según el estado de Ohio yo no soy un ser humano, por eso no me afecta”.

Intercambio entre Bomani Shakur (Keith LaMar) y el sub-director de la Penitenciaria de Ohio al inicio de una huelga de hambre por “los 5 de Lucasville” el 3 de enero de 2011, citado por el periodista Denis O’ Hearn.

La meta de la acción emprendida por Bomani Shakur, Siddique Hasan (Carlos Sanders), y Jason Robb, con el apoyo de Namir Mateen (James Were) y George Skatzes, era ponerse en una mejor posición para pelear las sentencias de muerte que recibieron por organizar la rebelión en el penal de Lucasville, Ohio en 1993.

Su acto se inspiró en la huelga de presos en el estado de Georgia apenas un mes antes, conocida como la más grande en la historia de Estados Unidos. Bajo la consigna “¡Basta de esclavitud!”, miles de reos en varias prisiones se negaron a salir de sus celdas para trabajar.

Estos actos de resistencia sacan a la luz la naturaleza del monstruoso sistema penal en Estados Unidos conocido como el complejo industrial carcelario.

El encarcelamiento masivo

Estados Unidos encarcela el porcentaje más alto de su propia población que cualquier otro país. Con menos de 5 por ciento de la población del mundo, EU tiene 25 por ciento de sus presos. Desde el inicio de las políticas neoliberales en 1973, la población carcelaria se ha disparado. En aquel entonces hubo unos 220 mil presos en todas las prisiones federales, estatales y locales del país; ahora hay diez veces más ¡2.4 millones! Alrededor de dos tercios son gente de color–– 42 por ciento africano-americano, 20 por ciento latino, y 1 por ciento indígena. Uno de cada nueve hombres negros entre las edades de 20-34 se encuentra tras las rejas. (El porcentaje para el país es una de cada cien personas.)

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