¿Por qué el papa no está en Gaza?
jTatic Marcelo: ejemplo vivo de paz y noviolencia
Acaban de asesinar el 20 de octubre impune y arteramente a tiros, al salir de celebrar una misa en San Cristóbal de las Casas, al padre tsotsil Marcelo Pérez –jTatik, nacido en San Andrés Larráinzar-de sólo 50 años, párroco de muy larga trayectoria junto al pueblo creyente en varias comunidades indígenas chiapanecas. Un sacerdote lleno de fuerza moral, muy reconocido y querido nacional e internacionalmente, totalmente apegado a los valores de Cristo encarnado en la vida de los más pobres -especialmente indígenas y campesinos- en Chiapas, formado por don Samuel Ruiz y la teología de la liberación.
Un ejemplo viviente de la fuerza de la noviolencia muy activa y la construcción de la paz: “La paz es más grande que mi propia vida” (https://www.youtube.com/watch?v=stNMGOdNwnE&rco=1; “La furiosa realidad. Padre Marcelo”). Como dijo el obispo Rodrigo Aguilar en su misa: “Dio siempre la vida por sus hermanos. Que su vida sea una ofrenda para Dios, y traiga la paz y la justicia que tanto necesitamos”. En medio de una gran conmoción y vacío que deja en Chiapas, los pueblos y la iglesia, su legado es inmenso en seguir los pasos suyos y de Cristo, por la paz, la noviolencia, la defensa del territorio y los derechos de los pueblos. Fue asimismo admirador de Monseñor Óscar Romero, arzobispo de El Salvador, también asesinado por paramilitares de derecha mientras oficiaba la misa.
¿Iglesias proféticas y noviolentas?
Acabo de estar en el Vaticano para la fundación del Instituto Católico para la Noviolencia (25 octubre), participando en un Seminario sobre “Sinodalidad y Noviolencia”, en el panel de “El papel de la Iglesia en la promoción de un cambio global noviolento” (https://www.youtube.com/watch?v=Vm3o0mcxDpA). La ponencia se tituló como este artículo, y desde el inicio manifesté un poco mi extrañeza acerca de por qué alguien como yo estaba en ese espacio siendo que mi trabajo no ha estado dentro de la iglesia casi nunca, aún siendo alguien con fe ecuménica. Lo atribuí al “sentido del humor de dios”, y estuve agradecido de tener una oportunidad así de desafiar sobre todo a la jerarquía mayor católica.
La creación de este instituto es algo valioso, construido en un proceso desde 2016 por la red internacional de Pax Christi, organización católica avanzada y radicalizada en la justicia, la paz y la noviolencia, empujando la idea de “Paz justa” frente a la de “Guerra justa”. El mensaje que mandó directamente el papa Francisco en la fundación fue claro: “La noviolencia como un estilo de una política de paz, la caridad y la noviolencia deberían guiar al mundo en cómo tratarnos unos a otros”.
Compartiré a continuación un poco de la lógica de mi reflexión, construida con el objetivo de lograr algún tipo de “ruptura intelectual, epistémica y moral” en las bases y jerarquía católica…y por qué no, en el papa, pues para eso crucé el océano. El efecto de la creación del instituto, de los 4 seminarios que hubo en octubre, y los múltiples acercamientos y cabildeos, parece ser que “movió” más cosas de las que se pensaban.
La idea inicial tuvo que ver con la urgencia que las diferentes iglesias recuperen su papel profético y constructor de paz y noviolencia, que en algunos momentos de la historia han tenido y está en la raíz de sus fundadores y continuadores. Y, como la paz necesita siempre de una espacio y tiempo para ser real, en esta situación mundial esa acción profética y comprometida con la paz y la noviolencia exige ser hecha frente a este genocidio -la acción más inhumana de la especie- de Gaza. Se trata además de una tierra santa, donde Jesús caminó, durmió, comió, enseñó, oró, ayunó, enfrentó a las autoridades de su tiempo…Incluso frente a la posibilidad de una guerra mundial o nuclear, con el peligro de extinción de una porción al menos de nuestra especie: “Nadie se hace responsable de que el mundo esté al borde del desastre” (ONU). Nunca fue tan actual la frase de Martin Luther King: “La elección ya no es entre la violencia y la noviolencia, ahora es la noviolencia o la no existencia”). Asimismo, “Palestina es la llave de la paz en todo el mundo”, como afirmaron Mujeres palestinas e israelíes por la Paz en octubre pasado (https://desinformemonos.org/women-for-palestine-palestina-es-la-llave-de-la-paz-en-todo-el-mundo/).
Creemos en Pax Christi que la noviolencia está en el corazón del Evangelio, de la vida y las enseñanzas de Jesús. A su vez -desde la mirada sociológica y de los movimientos sociales- las iglesias son parte de lo que en la noviolencia se llama la “reserva moral” de una sociedad, que es una herramienta-arma muy poderosa de cambio y justicia social en momentos claves de la historia de muchos países y pueblos del mundo. En ocasiones, no siempre, esa reserva moral se ha manifestado en las calles y en los espacios públicos más significativos del poder opresor para expresar un ¡Ya Basta!, un ¡Alto a la inhumanidad y la injusticia!, sea a nivel de personas (de la iglesia, la cultura, el arte, la academia, las organizaciones sociales…) o a nivel de masas o grupos. Ha sido gracias a estas identidades, cuerpos e instituciones sociales actuando en formas radicales, que la especie humana no está todavía en cuanto a su cultura y humanización en la edad de piedra, y ha sido capaz de “desobedecer órdenes inhumanas” (Juan C. Marín).
Este genocidio en Gaza, transmitido en directo las 24 horas durante UN AÑO, y sin la más mínima justificación moral, racional o material, para nada tiene que ver con causas de “legítima defensa” como se arguye, sino con colonización, expansión capitalista y exterminio. Estamos ante una situación de “frontera moral de la humanidad” -por la impotencia, normalización y complicidad silenciosa masiva-, en que la Iglesia católica está urgida sin duda a expresar con claridad en forma pública y con cuerpos testimoniales que encarnen mucho poder social y moral, un totalmente claro “¡Ya Basta!” a tamaña barbarie, impunidad e inhumanidad. Aún a costa de sufrimientos, castigos o consecuencias que pudieran existir.
Profundizando inicialmente con algunas ideas básicas de la acción noviolenta, planteamos que desde la raíz de la fe mexicana existen dos virtudes y características básicas de esta cultura “antigua como las montañas”: la humildad y la audacia, mismas que María de Guadalupe pide al indio Juan Diego en el Nican Mopohua (Aquí se narra), texto náhuatl del siglo XVI donde los indígenas narran el relato de la aparición (https://1a9f175c-6259-480c-a9b0-9a41a11743a6.filesusr.com/ugd/6e3166_a649133d60744275ba2f6a9ecbad8dc5.pdf).
A su vez, resulta clave en la acción por la paz y la justicia “tener la iniciativa”, “sin pedir permiso” al Estado o gobierno, como nos han enseñado en México en el último tiempo las familiares de desaparecidos y asesinados en sus Brigadas Nacionales de Búsqueda en Vida y en fosas clandestinas, para buscar y encontrar a sus “tesoros”, como llaman a sus seres queridos ausentes.
Por otro lado, si bien el gobierno de Israel y de Estados Unidos, con la complicidad muy diversa de muchos gobiernos de países europeos, son directamente responsables del holocausto palestino, y de ignorar totalmente a la ONU y a tribunales y cortes internacionales de justicia, sabemos también que “el genocidio no es la acción de pocos sobre muchos (unos pocos locos, sádicos y perversos brutales)-, sino que “es la acción de muchos sobre pocos”(Juan C. Marín).
La pregunta es entonces, dentro de esos “muchos” ¿dónde estamos nosotras y nosotros? Existen numerosas formas de ser “cómplices” sin tener conciencia. El historiador norteamericano Howard Zinn apunta bien: “La desobediencia civil no es nuestro problema. Nuestro problema es la obediencia civil. Millones de personas han sido asesinadas a causa de esta obediencia”. En este caso concreto del genocidio hacia los palestinos gazatíes, entre esos “muchos” hay porciones muy mayoritarias de la población de Israel que no ha salido a la calle a decir “¡Ya Basta!”, “¡Alto al genocidio! ¡No en Nuestro Nombre!”, y también de la población de Estados Unidos y Europa…y el mundo que no hemos salido a las calles con la suficiente determinación moral y material.
¿Qué significa concretamente hoy ser “audaces” y “proféticos” en la acción noviolenta contra este genocidio?
Ante un genocidio no es suficiente con denunciar en palabras, orar…hay que actuar. Actualmente existen innumerables y valiosísimas acciones de protesta en el mundo: acampadas estudiantiles en EU y Europa, manifestaciones solidarias de todo tipo, población israelí luchando por la liberación de los rehenes, boicots comerciales, académicos, de escritores mundiales… pero son insuficientes, en cuanto a la necesaria relación y proporción que debe darse entre los niveles de las acciones de las espirales de la guerra y la paz, de la violencia genocida y la noviolencia.
La pregunta -con humildad y sin negatividad o acusación- que me persigue por meses y he compartido directa y personalmente en el Vaticano ante parte de la jerarquía eclesial:
¿¿¿Por qué el Papa, junto a líderes del islam y del judaísmo (y de otras religiones), acompañados por obispos-clérigos-laicos comprometidos creyentes o no…no están en Gaza -primero- e Israel después, “metiendo sus cuerpos noviolentamente” junto a los cuerpos de los millones de palestinos masacrados y de familiares de los rehenes israelíes???
No me refiero sólo a una visita de unas pocas horas, sino a una acción noviolenta plenamente evangélica o de cualquier otra tradición espiritual o humanista de “firmeza permanente”, o sea quedándose allí -¿en solidaridad, ayuno y oración?- un tiempo, para presionar a los grandes poderes -empezando por el de Israel y Netanyahu con su equipo de guerra, y el de Biden- para que “Cese el Fuego y entre la Ayuda Humanitaria”, el verdadero nombre de la paz en este momento para el pueblo palestino y la región. Estoy casi seguro que apenas esos cuerpos se instalen allí con su enorme poder y consenso moral y social mundial, el gobierno israelí y los gobiernos que le apoyan tal vez cesarían los bombardeos, y podría tal vez empezar un proceso de toma de conciencia y diálogo diferente al del genocidio. Sé que es una propuesta y apuesta fuerte y radical, incluso dirán algunos que irreal, como también lo son la paz evangélica y la audacia de la noviolencia.
A reserva de ‘pensarlo en voz alta’ entre muchos más, se trataría de construir un humilde y audaz “experimento con la verdad” (Gandhi dixit), junto a las familias víctimas en Gaza y con familiares de los rehenes del lado israelí.
Por supuesto que se dirá que el gobierno de Israel no va a permitir que el papa y otros líderes religiosos, y laicos que puedan acompañarlos, entren y permanezcan allí. Me viene entonces a la mente el pasaje del evangelio donde metieron por el techo a un enfermo que nunca alcanzaba a tocar a Jesús para sanar, y se curó (Mc. 2, 3-5). Hay muchas formas noviolentas por tanto de construir esta acción, pero se necesita lo principal: fe, valor, confianza y determinación moral.
Se dirá también que el papa tiene una edad avanzada (88 en diciembre) y está enfermo, aunque acaba de hacer en septiembre el más largo viaje de su pontificado al sureste asiático (Indonesia, Papúa, Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur). En parte es verdad, pero hay situaciones extremas de la vida humana y de la humanidad que exigen acciones extremas proféticas, y estoy convencido que este genocidio televisado las 24 horas en tierra santa representa una situación de frontera moral límite de la humanidad, y que por eso exige que los máximos líderes con poder social y religioso den un profundo testimonio de construcción de paz. Que “metan sus cuerpos” noviolentamente para cambiar la idea de Netanyahu de “guerra justa por la resurrección” (7 octubre 2024) por la idea evangélica de “resurrección desde una paz justa”.
¡Se han tardado demasiado!, creo diría un tal Jesús de Nazareth, que nació en Cisjordania y huyó por Gaza hacia Egipto recién nacido.
Pietro Ameglio
Miembro del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), del Colectivo “Pensar en voz alta”, y del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en 2011.