“O están con el Estado o están con nosotros”: normalistas de Ayotzinapa

Desinformémonos

México, DF. “Todo ciudadano debe tomar posición ahora, y sólo hay dos camino: o están con el Estado o están con nosotros”, afirmó el normalista de Ayotzinapa Gabriel Aceves, durante el quinto aniversario de la revista Desinformémonos. El joven señaló que la exigencia de justicia por desaparición forzada de los 43 estudiantes abrió una coyuntura donde la gente puede organizarse, y que si se quiere transformar realmente algo, “debe cambiarse la estructura del Estado”.

El normalista Diego Genaro llamó a todos los sectores ciudadanos a la movilización, pues la desaparición forzada y la impunidad no son un problema particular de Ayotzinapa, sino de todo el país. Por eso, “sólo hay dos caminos, quienes quieren transformar y quienes quieren que se quede así”. Incluso, sostuvo, “los periodistas que escriben notas a favor del pueblo también son perseguidos”.

El quinto aniversario de la revista Desinformémonos reunió a periodistas de medios comerciales y a quienes hacen comunicación desde las comunidades y los movimientos: Marcela Turati, Fréderic Saliba, Edith Herrera, Román Hernández y Gloria Muñoz Ramírez, acompañados por los normalistas de Ayotzinapa Gabriel Aceves y Diego Genaro. En el debate, moderado por el periodista Javier Solórzano, se pusieron en la mesa los retos de los reporteros ante la desaparición forzada de 43 normalistas y la ejecución de seis civiles a manos de la policía de Iguala, el 26 de septiembre.

La directora de Desinformémonos y columnista de La Jornada, Gloria Muñoz Ramírez, consideró que “desde el periodismo también tenemos que gritar del 1 al 43 y también tenemos que pedir justicia”. Explicó que los periodistas de grandes medios y de medios alternativos “no somos enemigos, nos están matando a todos parejos”, y valoró que en la mesa estén también “los protagonistas que hoy nos convocan”, en referencia a los normalistas.

Muñoz Ramírez explicó que desde Desinformémonos “no tenemos prurito en decir que somos parciales, pero a la vez no concebimos otro periodismo que no sea el de investigación”, lo que obliga a los medios de abajo a ser doblemente rigurosos. Señaló que el medio decidió, ante la cobertura de Ayotzinapa, colocarse “de donde somos: del lado de la movilización”.

“Todos sabían que en todo el mundo se estaba reclamando al gobierno, que había imágenes impresionantes, la plaza de Moscú, las madres de Plaza de Mayo, además de en cada rincón de este país. Sí, todos sabemos, menos los familiares y los normalistas porque es por redes sociales. Entonces se hizo la campaña con Tlachinollan”, para llevar las imágenes a Ayotzinapa.

Fréderic Saliba, corresponsal del diario francés Le Monde, explicó que la cobertura de la desaparición forzada de los 43 normalistas a manos de la policía de Iguala fue útil para poner presión sobre un gobierno que no actuaba. Reconoció que los medios “reaccionamos tarde, al momento en que se encuentran las fosas ya en octubre”. Quien también reaccionó tarde fue el presidente Enrique Peña Nieto, pues en otro país “el presidente un día o dos después está en la escuela y con los estudiantes, aunque sea para tomarse la foto. Reveló el desprecio hacia el pueblo mexicano y estos profesores”.

El periodista francés señaló que en Iguala encontró “una violencia a la que no estamos acostumbrados en Europa”, donde los normalistas son “como el alma de la República”. Esto resultó un shock frente a imagen que había en Francia de México, con una economía del despegue y una cobertura del narcotráfico “mucho más relajada” que durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.

Hay un efecto devastador para la imagen de México, pero hay una nota positiva, remató Saliba: “la sociedad civil está más evolucionada que sus propias élites y es capaz de cambiar un sistema que éstas quieren proteger”.

La antropóloga y comunicadora na savi, Edith Herrera, explicó la necesidad de hacer trabajo periodístico al interior de los pueblos, “que muchas veces se informa en los monopolios”. Se necesitan, en un estado donde hay 19 alcaldías tomadas por los manifestantes, medios de comunicación que informen desde dentro, “desde abajo, desde lo local, con un lenguaje que no es el mismo que se usa en otros espacios”.

Para Herrera, fue importante el taller de periodismo tomado con Desinformémonos este año. “No hubo discusión si somos objetivos o no. Los otros ya tienen sus medios, y los pueblos necesitamos los nuestros”, explicó. “Hay una responsabilidad ahora de ver cómo el periodismo y la información se comparten. En el caso de los pueblos originarios, en este momento se necesita la versión que dan de primera mano los compañeros, para que la gente pueda conocer los testimonios de los padres, que llenan de coraje y de rabia”. Por eso, indicó, los comunicadores indígenas se han dado a la tarea de hacer recorridos informativos, además de sus espacios en radios y periódicos comunitarios.

El coordinador del área de comunicación del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Román Hernández, habló de la revictimización a la que algunos medios someten a los padres de los desaparecidos y los normalistas: “Lo primero es que de alguna manera culpan a las víctimas de lo que les sucedió. Por ejemplo, el diario El País habló de que las Normales son conocidas por ser nidos de guerrilleros y de que tienen ‘bastiones’ –así lo dijo- en todas partes del país”.

El otro aspecto de la revictimización es someter a preguntas constantes sobre los hechos a las víctimas de violaciones a derechos humanos. Hay un estudiantes, explicó, que en sólo 15 días dio cien entrevistas, además, el trastocar excesivamente la vida cotidiana también los afecta. “Se valora el enfoque del periodista de hacer retratos puntuales, pero quieren ir a meterse a las casas de las familias que están viviendo en la Normal”, detalló Hernández. Relató el caso de un reportero de Televisa que buscaba la manera de aparecer en cuadro, abrazando y consolando a una madre de familia.

El integrante de Tlachinollan señaló que la cobertura de los medios libres es distinta, pues hay mayor confianza y empatía con familiares de desaparecidos y estudiantes. Llamó a los periodistas a “pensar dos veces antes de hacer una pregunta, y recordar que se tiene enfrente a una víctima a la que se le puede generar una secuela”.

La reportera Marcela Turati, fundadora de Periodistas de a Pie y colaboradora del semanario Proceso, sostuvo que esta cobertura es diferente de otros casos de masacres porque “no sólo eran estudiantes: no pudieron decir que estaban metidos en algo, como es la narrativa oficial en otros casos”. Además de ser muchas las víctimas, son hijos de familias pobres que quieren ser maestros; una autoridad dio la orden y actuaron juntos Estado y narco, lo hicieron frente a reporteros, y los militares los dejaron a su suerte, enumeró.

Turati señaló que en estos momentos, hay un miedo “terrible” al hacer la cobertura en Guerrero, pues “está todo lleno de halcones. La policía desaparece en la noche, y todo el tiempo hay personas que te siguen y te sacan fotos”.  Además, los periodistas deben saber de fuentes forenses, de economía, de educación, de fuerzas de seguridad, entre otros aspectos.

“Sólo con el corazón bien informado podemos enfrentar a este México que se presenta”, finalizó Marcela Turati.

En Guerrero hay ya 19 municipios tomados, y se impulsa que “la gente empiece a crear sus consejos ciudadanos e instrumentos propios para no depender del Estado. No podemos pedir garantías a los mismos que nos están masacrando”; por eso, los normalistas “damos mucha importancia a quienes construyen autonomía, en este caso, en la comunicación”, sostuvo Aceves.

Diego Genaro señaló que “ya no tenemos palabras ni para expresar cómo nos sentimos”. Expuso el dolor que sienten al ver el sufrimiento de los padres y madres de los desaparecidos, que piden que no los abandonen, mientras el Estado juega con sus sentimientos: “Se nos sale el corazón, sentimos una rabia tremenda”.

Los normalistas llamaron a que los periodistas “manejen la verdad”, sostuvo Genaro. Y ante los cuestionamientos a si su lucha es estudiantil o de otro tipo, reviró: Lo que hay que preguntarnos es en qué país vivimos.  No seamos ciegos y sordos. Se mata y desaparece a estudiantes, se mata a 49 niños en guardería, a 40 campesinos en un casino… Esa es la pregunta que nos debemos hacer”.

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