México, DF. “Porque la educación es un derecho y no un privilegio” reza un cartel que levanta con orgullo una muchacha que participa en la movilización. Junto a ella marchan indignados y con la rabia en el grito, pero con ambiente festivo, cientos de jóvenes más que se niegan a ser excluidos de las aulas universitarias. Y es que, como cada año, en este 2011 más de 200 mil muchachos han sido rechazados de las universidades públicas de la Ciudad de México.
La situación es alarmante. Sólo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se aplicaron este año 197 mil 524 exámenes de selección y únicamente fueron admitidos 10 mil 284 jóvenes, es decir que más del 90 por ciento fueron rechazados[1]. A eso se suma que más de 50 mil jóvenes en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y más de 60 mil en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) fueron rechazados también, más del 70 y más del 80 por ciento de los que aplicaron el examen de ingreso, respectivamente.
Como alternativa, se les ofrece seguir sus estudios en instituciones tecnológicas que, a decir de ellos mismos, “no representan una opción para nuestro desarrollo profesional por no ser en realidad universidades (que cumplan con las tres funciones básicas de toda universidad: la docencia, la investigación y la difusión de la cultura), sino centros de adiestramiento laboral, basados en la enseñanza de habilidades manuales”. También se les ofrece ingresar a las filas del empleo informal y el subempleo, o agrandar las ya muy abultadas cifras de desempleo juvenil, es decir, convertirse en eso que a los ideólogos de hoy les ha dado por llamar: los ninis (jóvenes que por sus condiciones sociales, económicas y culturales no estudian y no trabajan).
Respecto a la educación media superior, o bachillerato, desde 1996 que comenzó a aplicarse el examen único de selección, miles de jóvenes son enviados a escuelas que no desean y otros miles más no obtienen lugar en ninguna institución. Para este año, de los 310 mil estudiantes que presentaron el examen único son alrededor de 21 mil 500 los que no obtendrán un lugar en ninguna opción educativa, más de 150 mil no obtendrán un lugar en sus primeras opciones y de ellos un aproximado de 60 mil optará por no inscribirse[2]. El propio rector de la UNAM, José Narro Robles, declaró que únicamente el 20 por ciento de los estudiantes que lo solicitan obtendrán un lugar en el bachillerato universitario.
Pero los excluidos no se resignan a ser excluidos, y no aceptan ser condenados a convertirse en mano de obra barata para las empresas transnacionales ni en insumos humanos para el crimen organizado o para las fuerzas policiacas y militares, así que desde el año 2006, los estudiantes rechazados de las universidades públicas de la ciudad se organizan y emprenden un proceso de lucha por su derecho social a la educación superior pública, gratuita y de calidad en el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES).
El MAES nace en el contexto de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN, cuando algunos de los jóvenes rechazados de las universidades, con altos promedios en sus bachilleratos y altos puntajes en el examen de admisión, deciden rechazar el discurso que los cataloga como reprobados e incapaces para estudiar una carrera universitaria de alto nivel. Se habían conocido en las instalaciones de la Facultad de Ciencias de la UNAM cuando tomaron el curso de preparación para el examen de ingreso a la universidad, organizado por el Comité Estudiantil Metropolitano (CEM) e impartido gratuitamente por estudiantes de los últimos semestres de diferentes carreras: Ingeniería, Física, Letras Hispanas, Sociología, Química y muchas más. Fue en ese curso cuando comenzaron a hacer, junto con los asesores de los cursos, los integrantes del CEM y académicos especialistas en educación superior de la UNAM, la UAM y el IPN, una crítica profunda y bien informada a los exámenes de ingreso a las universidades.
Desde su perspectiva, las instituciones de educación superior han utilizado como instrumento para intentar justificar la exclusión educativa, al examen estandarizado de admisión, que “se aplica como parte de un proyecto continental, y el cual, lejos de medir conocimientos y capacidades académicas, es un mecanismo para estratificar a los solicitantes por la condición social y económica de sus familias, para seleccionar a unos pocos y dejar fuera a la mayoría con el argumento falaz de que reprobaron el examen”.
El problema de fondo, afirman, no es que miles de aspirantes reprueben el examen de selección, sino “las políticas públicas restrictivas y excluyentes que nos ha impuesto el modelo neoliberal”. Estas políticas implican por un lado, la disminución, o por lo menos el no aumento de las matrículas, mientras la demanda crece de manera considerable con los años; y por el otro, la negativa a construir nuevas universidades públicas de alto nivel académico y que ofrezca la oportunidad a los jóvenes de formarse como científicos, como humanistas, como ciudadanos y seres humanos críticos y libres, y no sólo como mano de obra barata.
Hay que mencionar que en la Ciudad de México, en los últimos treinta años, la única institución educativa que se ha creado con estas características y en parte como resultado de la coyuntura política generada con la huelga estudiantil de 1999-2000 en la UNAM, es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
Así, mientras de acuerdo con los datos del Banco Mundial en 2005, México tuvo el ingreso nacional bruto per cápita más alto de Latinoamérica, el índice de cobertura en educación superior del país es apenas de 29 por ciento, por debajo de los índices de cobertura en América Latina, pues, por ejemplo Costa Rica y República Dominicana tienen una cobertura del 34 por ciento, Bolivia 39 por ciento, Uruguay por ciento, Chile y Venezuela 52 por ciento, y Argentina con un 67 por ciento[3].
¡No aceptamos ser rechazados!
Con base en el análisis brevemente expuesto arriba, los estudiantes que integran el MAES, consideran injusta la situación en la que los coloca un sistema sumamente excluyente y enarbolan como consigna de su movimiento un ¡No aceptamos ser rechazados!
Desde 2006, primer año en que se movilizaron, y hasta ahora, tienen demandas que han traducido en un conjunto de propuestas a partir de las cuales se puede resolver el problema de cobertura en educación superior.
Entre las demandas generales del movimiento encontramos la exigencia del aumento inmediato de la matrícula en la UNAM, IPN, UAM, UPN, UACM, ENAH, y en el conjunto de instituciones públicas que imparten educación media superior y superior en la Ciudad de México y su área metropolitana, hasta lograr el acceso de todos los aspirantes; que se construyan nuevas instituciones públicas de educación superior de acuerdo con el modelo universitario ya citado; que se cancele el examen de admisión como mecanismo para el ingreso a la educación media superior y superior y que se aumente el presupuesto asignado a la educación pública.
Una de las demandas importantes del Movimiento es la incorporación del Colegio de Bachilleres como sistema metropolitano de bachillerato de la Universidad Autónoma Metropolitana; de los planteles de carácter técnico del área metropolitana como son el CETIS, el CONALEP y CECYTEM, a un sistema de bachillerato tecnológico del Instituto Politécnico Nacional, y de las Preparatorias Oficiales del Estado de México y los Colegios de Bachilleres del Estado de México (COBAEM) a la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Garantizando así, el pase automático de los estudiantes que terminan el bachillerato al nivel universitario. Además, señalan que con esto se garantizaría el nivel académico de la educación impartida en estas instituciones, al ser las mismas universidades las que recibirían a sus egresados y se ocuparían de sus planes y programas de estudio, tal como ocurre con los sistemas de educación media de la UNAM y el IPN.
En el marco de sus demandas, para el MAES es fundamental que se abra “un debate público e incluyente, interinstitucional y multisectorial, en el que como primer paso puedan plantearse alternativas de solución al grave problema de la falta de cobertura en educación media superior y superior”. En este debate se tendrían que discutir mecanismos más justos y equitativos para el acceso de todos los aspirantes a la educación superior pública, gratuita y de alto nivel académico.
Es con la movilización política que los jóvenes del MAES y sus familias han logrado mantener estas demandas en el debate nacional durante todos estos años, y más aún, han logrado sentarse con las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y de las principales universidades públicas con presencia en la ciudad de México, a discutir la problemática que les ocupa y a exigir que se haga efectivo su derecho constitucional a la educación superior.
Como resultado del diálogo con las autoridades, han firmado acuerdos que permiten a los jóvenes movilizados ingresar, por una vía distinta a la del examen de admisión, a la UNAM y al IPN, más no de manera inmediata. Hasta el año pasado, el acuerdo consistió en que durante un año, la UNAM y la SEP otorgaron becas en alguna institución universitaria privada, por su parte los jóvenes se comprometían a mantener un promedio mínimo de 8 y no reprobar ninguna materia, y de cumplirlo, serían incorporados en el tercer semestre en alguna de las facultades o escuelas de la UNAM o el IPN. Este año, empezaron las movilizaciones desde el mes de febrero, cuando fueron a marchar hacia el lugar donde se realizaba el examen de ingreso a la UNAM, y al día de hoy, después de asambleas, brigadas de información en semáforos, transporte público, mercados y plazas, foros públicos, marchas y otras actividades, se encuentran exigiendo a las autoridades educativas la instalación de la mesa de diálogo y tienen la convicción de que lograrán mejorar los acuerdos e impulsar el diálogo público al que año tras año las autoridades se han negado.
Después de seis años son muchos los estudiantes que gracias a la lucha que han emprendido como parte del MAES están a punto de terminar sus carreras universitarias. Algunos de sus testimonios los podemos consultar en su página de Facebook: “Yo ingresé a la universidad como resultado de nuestra lucha en el MAES”.
A continuación, dos de los testimonios que aparecen en la página:
Miguel Ángel Reyes: Me incorporé al MAES en 2007 y yo ya estoy concluyendo mi carrera de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En unos días más seré un pasante. El MAES si tiene iniciativa y demandas para asegurar el ingreso de todos los jóvenes a la educación superior.
Nicte-há Yoyotzin: Hace cuatro años conocí el MAES y gracias al esfuerzo que se realizó estoy en la universidad, ahora cuatro años y medio después estoy a punto de terminar mi carrera. Con la constancia, el esfuerzo y convicción podemos lograr grandes cosas. Esta lucha no se acaba… apenas comienza.
[1] Datos elaborados por el MAES a partir de la publicación de resultados en los procesos de admisión a las universidades.
[2] Ibid.
[3] Datos ofrecidos por José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y publicados por el periódico La Jornada el 5 de agosto de 2010.
Publicado el 01 de Agosto de 2011
[…] fueron admitidos 10 mil 284 jóvenes, es decir que más del 90 por ciento fueron rechazados[1]. A eso se suma que más de 50 mil jóvenes en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y más de 60 […]
El examen de ingreso de hecho es la forma más «moderna» de exclusión del derecho a la educación y de segregación del estudiantado que no tiene acceso a una educación básica suplementaria.
Regresemos a la universidad de masas, devolvámosle su sentido democrático a la educación
Hay mas opciones de educacion media pero hay que establecer o tratar de establecer que quieren ser cosa que es dificil de descidir saliendo de la secundaria, no todos caben en la UNAM, o POLI, pero esto turce las aspiraciones de los jovenes.