Los Tupinambá de Bahía, un pueblo perseguido

Cristiano Navarro Fotos: Cristiano Navarro y Secretaria de Prensa / Ricardo Stuckert / PR Traducción: Waldo Lao Fuentes Sanchez

Bahía, Brasil. Era el día festivo de Corpus Christi, y Glicéria Jesús da Silva, mejor conocida como Glicéria Tupinambá, iba para su comunidad de Serra de Padeiro con la sensación de haber cumplido una misión. El día anterior, en Brasilia (DF), había participado en la reunión de la Comisión Nacional de Política Indigenista (CNPI), de la cual forma parte. Allá pudo, personalmente, denunciar ante el presidente Lula la fuerte persecución de la policía federal a los líderes Tupinambás que actúan en la lucha por sus tierras tradicionales, en el sur del estado de Bahía. Entre ellos sus dos hermanos, el cacique (líder comunitario) Rosivaldo Ferreira, más conocido como cacique Babau, y Givaldo Ferreira da Silva, presos por las acusaciones de atentado a la paz pública y delincuencia organizada.

Glicéria no tuvo oportunidad de contar a su pueblo el aparente éxito de la reunión. En la pista del aeropuerto de Ilhéus (Bahía) fue detenida por la policía federal con un falso cargo del robo de un vehículo. Llevaba en los brazos a Erúthawã, su hijo de 2 meses de edad. Pasaron cinco días, hasta que el pasado 8 de junio la justicia finalmente concedió habeas corpus para que los Tupinanbás implicados en ese caso respondan al proceso en libertad.

La detención de Glicéria fue el comienzo. Además de otras cosas, evidenció las contradicciones del gobierno de Lula respecto a las políticas indígenas. Además de colocar en jaque la tan prestigiada actuación que la policía federal viene mostrando en el escenario nacional en su combate contra la corrupción. Desde el encarcelamiento del cacique Babau, importantes organizaciones indígenas de Brasil se manifestaron públicamente sobre esa grave situación. Con la nueva detención las manifestaciones tomaron todavía más fuerza.

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