Entre la luz y la sombra

Felipe Martínez

Levantar esperanza en medio de la crisis

Desde hace tiempo se me ha vuelto una constante escuchar historias de familiares, amigos, amigas y conocidos que se quiebran ante la desesperanza de este mundo sin sentido. Esto también lo vivo en carne propia cada cierto tiempo.

En la búsqueda de alguna explicación a esta situación y sentimientos, siempre es necesario ligar permanentemente la desesperanza contemporánea con las condiciones estructurales del sistema económico, social y cultural en el que nos encontramos. En otras palabras, relacionar la crisis de vida con la crisis sistémica que atraviesa el capitalismo.  

Transitamos una época cada vez más vertiginosa, donde la profundización del individualismo como estrategia fundamental del sistema se ahonda con métodos cada vez más imperceptibles y naturalizados, que en el fondo tienen como finalidad quebrar, fragmentar y disgregar la sociedad, los lazos comunitarios, y así también romper la relación de humanidad y naturaleza.

La sociedad de consumo, el narcisismo y la fugacidad de las redes sociales hacen parte de esos múltiples elementos que día a día profundizan la mentalidad individualista, la cual genera un creciente desinterés frente a lo que acontece en el planeta. Es así como la miseria y pobreza de millones, la muerte generalizada, la injusticia constante y los cada vez más evidentes cambios de la naturaleza ante la crisis climática, son vistos como temas de poca o nula importancia.  

De esta manera, las preocupaciones y propósitos de la vida actual se convierten en comprar y consumir productos que generen placeres individuales. De la mano con esto, la lógica del sistema implanta culturalmente nuevos valores antisociales como la desconfianza entre los seres humanos, el esfuerzo individual como la única opción para sobrevivir, y el miedo permanente de salir a transitar las calles.

Es así como camina la sociedad global, en medio de una profunda tristeza constante que es embellecida y adornada mediante bienes de consumo inútiles y fugaces que alimentan la mentalidad individualista. Esta situación transforma la existencia y la vida en un sinsentido permanente, genera desesperanza, conformismo y desazón ante la realidad; hace inimaginable un mundo distinto.

Para superar esta situación, la acción política revolucionaria se vuelve una razón para reencontrar el sentido de la vida. Es así como históricamente van naciendo procesos de diverso tipo, ya sean partidos políticos, movimientos sociales, colectivos comunitarios, pedagógicos, de artistas, culturales, organizaciones de mujeres, grupos ambientalistas, entre muchos otros que cuestionan permanentemente esta pesada realidad que vivimos dentro del sistema y la intentan transformar.   

Sin embargo, pese al esfuerzo y empeño que se pone en cada actividad y proyecto durante años, el sinsabor permanece ahí y no se va, pues el objetivo de transformar la realidad se ve cada vez más lejano. Contexto que no es nuevo, sino que carga la herencia del declive de los modelos socialistas que se veían como la alternativa o polos opuestos al capitalismo, pero que luego de diversos errores y contradicciones ideológicas, terminó sufriendo una fuerte derrota en 1989 con la caída del muro de Berlín, lo cual desató el desvanecimiento de un posible horizonte para superar el sistema.

Aunque algunos países continuaron en la senda del socialismo, hoy estos se encuentran en una difícil crisis que les asfixia y les obliga a ser cada vez más incrustados en las lógicas del capitalismo. Por tanto, en la actualidad, las lógicas mayoritarias de la política alternativa siguen girando alrededor de las dinámicas del sistema, lo que implica una pérdida de sentido a las transformaciones radicales y lleva a los pueblos a insertarse en un mundo en permanente incertidumbre y sin alternativa concreta que desplace al capitalismo como sistema social hegemónico del mundo contemporáneo.  

Esta crisis estableció un cambio esencial de lo que implica el activismo y la militancia en las generaciones actuales, donde la vida individual comienza a jugar un papel cada vez más relevante. Escenario que en generaciones pasadas no se veía tan marcadamente, pues en esas generaciones lo colectivo y los procesos políticos realmente implicaban el sacrificio de la vida.

Aunque sin duda, estas diferencias se dan en la medida de los cambios estructurales del sistema y la lógica individualizadora, dónde la política se transformó en un show de likes en redes sociales, que van creando nuevos influencers políticos que pueden devenir en empresarios de la indignación, como lo menciona Edwin Cruz en su artículo “¿Réquiem por el militante?” (1). Es innegable que esta situación también nace de la lectura que hacen estas nuevas generaciones ante el sacrificio de vida que dieron las anteriores y los resultados obtenidos, los cuales despiertan temores y escepticismo, más aún hoy en un contexto sin horizontes claros de hacia dónde caminar. Es allí donde surgen interrogantes del tipo: ¿Realmente vale la pena entregar la vida a la lucha social o es mejor vivir otras experiencias individuales como viajar, estudiar, construir una familia, o trabajar con esfuerzo para intentar garantizarse una mínima estabilidad para el futuro?

De esta manera se transforma el quehacer político y usualmente todo queda convertido en realizar activismo en tiempos intermitentes, o simplemente cada que se logra tener tiempo libre, ligado a esto está la encrucijada permanente de cómo consolidar economías para hacer sustentables los proyectos comunitarios, culturales y sociales. Esto muchas veces lleva a optar por la opción de hacer política institucional, con la ilusión de poner candidatos en las estructuras del Estado, y desde allí intentar transformar de a poco las cosas.  

Así las generaciones antiguas y las nuevas se encuentran en un escenario común, en un camino con pocas salidas, donde a pesar de apostarle a la dinámica institucional, pasa el tiempo y cada vez es más claro que los cambios soñados desde allí no llegan, pues la misma estructura del Estado imposibilita los cambios, los hace mucho más lentos, los difumina y no permite avanzar como se quisiera.

Es en este contexto donde se hacen cada vez más necesarios esos Chisperos que levanten la esperanza (2), que ayudan a generar preguntas que llevan a reencontrar la brújula perdida, que en la práctica están intentando construir e imaginar un mundo más allá del capitalismo, que inventan nuevos paradigmas que aportan en el refrescamiento de las luchas de los pueblos a lo largo de todo el mundo, que abren horizontes más allá del sombrío presente que transitamos.

Fue así, como se realizó en la ciudad de Bogotá, los días 28, 29 y 30 de julio de 2023, la conferencia internacional “Desafiando al capitalismo hacia la construcción de una sociedad democrática”, en donde se encontraron diversos movimientos sociales del mundo para dialogar sobre la pregunta ¿Cómo vivir juntxs en este mundo? Allí se trataron de discutir las acciones, paradigmas, pensamientos e ideologías de cada región y cada territorio que se están desarrollando, con el objetivo de seguir nutriendo los horizontes emancipatorios a nivel global (3).

Como Chisperos de diversos lugares del planeta, las diferentes experiencias contaron un poco de cómo ven la crisis del capitalismo y cómo intentan superarla. Aunque las tensiones y diferencias no se hicieron esperar, por lo menos se abrieron los puentes del dialogo para superarlas. Aquí ya inició una nueva experiencia por procesar y seguir nutriendo, pues el reto que tenemos ante la vida no es sencillo e implica seguir fortaleciendo las bases para desafiar al sistema, lo cual será un proceso generacional de décadas que necesitará levantar esperanza en medio de la crisis. Es una situación de vida o muerte.

Para terminar, una canción que evidencia la esperanza floreciendo y fortaleciéndose en medio de despiadados y crudos escenarios contemporáneos. En este caso el enfrentamiento directo al horror y terror del Estado Islámico en Medio Oriente, una de las mayores amenazas que atenta contra la humanidad y que por el momento fue derrotado. La traducción está en los comentarios de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=S6gGeMRFoYI

Notas

  1. Ver: https://www.desdeabajo.info/ediciones/edicion-no304/item/requiem-por-el-militante.html
  2. Por Chispero hago referencia a esa organización política popular, fundamental en el proceso independentista de 1810 en Bogotá, donde su principal líder fue el histórico José María Carbonell. Proceso que, según Ricardo Méndez Morales, el trabajo popular de Los Chisperos era ir “hablando a las gentes de los barrios pobres de Bogotá, después de las siete de la noche, en sus propios términos, hablando de sus realidades cotidianas y de las ilusiones que esas mismas gentes podían llegar a abrigar, como hablar de justicia, de derechos humanos, de igualdad, de fraternidad, de necesidades palpables de todos los días para todos. Esa organización política popular y de Los Chisperos, está detrás de los cartones desgastados de la historia oficial, y con este hecho imponderable y omitido oficialmente, está el líder chispero José María Carbonell.” Ver artículo: https://www.desdeabajo.info/actualidad/colombia/item/y-donde-esta-carbonell.html
  3. Para más información sobre la conferencia visitar: https://desafiando.net/

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