La Puerta del Sol de Madrid se ha convertido en el kilómetro cero de una redefinición generalizada del vivir. También en el epicentro de una redefinición extrema de la distancia. Estar allí estando aquí, estar aquí estando allí. Muchos hemos acampado en ese kilómetro cero aún estando a miles de kilómetros físicos, en otras ciudades, en otros países. Estos días nos hemos encontrado a las puertas de los consulados españoles de medio mundo o nos hemos escuchado en las conversaciones interminables que recorren las redes sociales en Internet. En algunas plazas hemos sido decenas. En otras centenares. Entre todas y todos somos miles. “También los exiliados estamos indignados”. Aquellos que estamos fuera, que un día nos fuimos de nuestro país, nos hemos hablado y hemos compartido la emoción, la alegría y la presencia. También el dato ya para siempre imborrable de que las distancias son siempre más afectivas que geográficas. Para muchos de nosotros y nosotras el 15 de mayo señala en el calendario la fecha de nuestro regreso. Una especie de enamoramiento: estar contentos del país en el que hemos nacido. Un gran giro. Un enorme y colectivo cambio de ánimo.
Una de las singularidades del movimiento que ha nacido es su carácter profundamente desterritorializado. Una enorme insurrección pacífica y polifónica que tiene en las redes uno de sus espacios más fecundos. Quizá los que vivimos en otros puntos del planeta somos el elemento más intenso de esa desterritorialización. Internet no ha sido para nosotros una ventana por la que asomarnos a lo que está pasando, se ha convertido en una puerta por la que entrar y participar directamente del sí emergente que se ha activado: ser parte de una energía común y sin centros. Sobre todo participar de su relato. Walter Benjamin sospechó con razón de la economización generalizada de la escritura, pero se equivocó al vaticinar el fin de las narraciones. Durante todos estos días los 140 caracteres de Twitter se han multiplicado por millones en una escritura colectiva y multitudinaria que va tejiendo en tiempo real el relato de lo que está pasando. Un narrador colectivo, plural, heterogéneo. La creatividad ha convertido el microblogging en macroblogging. El movimiento 15-M no está utilizando las redes para pescar, sino para poner en práctica una auténtica ecología de la comunicación y de las historias. Una verdadera potencia postmediática.
Que un movimiento se represente y se cuente a sí mismo nos habla seguramente de una crisis de las dinámicas tradicionales de la representación. También de un tiempo propio. El primer logro de la spanishrevolution es que en medio de un proceso electoral las votaciones y sus resultados hayan sido lo menos importante. Si algo se está subrayando es que definitivamente el tiempo de la democracia no puede ser únicamente el tiempo de las urnas. Tampoco el de la delegación de los asuntos comunes. El reloj de la Puerta del Sol ha marcado ya para siempre otro tiempo. La hora de un deseo colectivo de otra vida seguramente ajena a las coordenadas tradicionales de la representación política. Quizá porque hemos soportado demasiado tiempo la imposición de una infantilización y de una desresponsabilización atroz por parte de los políticos y de los partidos. Si juntos estamos siendo otras miradas, otras voces, otro hacer, tenemos que ser capaces de devenir otra política. Si efectivamente encarnamos otro tiempo, definitivamente vamos a necesitar de otras instituciones. Del común de la política a las políticas del común. Quizá ese pueda ser un calendario para ganarle de una vez por todas al destino. Para reapropiarnos entre todos y todas de los resortes de nuestra vida.
Porque si algo está siendo la spanishrevolution es una celebración colectiva de la vida. De la vida y de la alegría. Los que nos encontramos en las plazas o en las redes estamos compartiendo sobre todo una profunda y enorme alegría. Resulta tremendamente interesante como del insoportable cúmulo de malestares compartidos que arrastramos ha nacido una alegría tan multitudinaria y un querer vivir tan potente. En cierto sentido, el primer efecto de la spanishrevolution ha tenido un carácter terapéutico: un bloqueo generalizado de las pasiones tristes. De un punto de partida reactivo a un infinito de creatividad y de posibilidades. Una alegría generalizada que parece expresarse más como un movimiento hacia el ser por venir, que como una fuerza de refundación de lo pasado. “Nada que defender, todo por construir”, propone un mensaje una y mil veces retuiteado en estos días. Un multitudinario ejército pacífico y desarmado sin tiempo para desfiles ni grandes ademanes, concentrado en sí mismo y consagrado a la libertad, que diría Lawrence. Porque sólo entre todos y todas sabemos y podemos todo. Sin miedos. Definitivamente la posibilidad de otra política y de otra vida. Y adelante con los faroles.
Publicado el 01 de Junio de 2011