Para ler a versão em português clique aqui
Territorio guaraní, Brasil. La mayor hidroeléctrica del mundo en términos de generación de energía, Itaipu, localizada en el río Paraná, entre Brasil y Paraguay, cumplirá 30 años de funcionamiento en el 2012. A pesar de la inmensa riqueza que la usina ya generó en estas tres décadas, la empresa que la administra ha sido incapaz, hasta hoy, de saldar la deuda que contrajo con la remoción de decenas de comunidades indígenas guaranís para la formación de su lago.
El nombre de Itaipu viene de la lengua guaraní y significa “piedra que canta”. Fue construida en pleno territorio indígena, en un lugar donde los cronistas e historiadores registran la presencia de grupos guaranís desde hace siglos. Se estima que casi 100 comunidades guaranís – hablantes de dos dialectos nhandeva (conocidos como Avá-Guarani) y mbya – sufren el impacto de la instalación de la usina, y la inmensa mayoría de ellas hasta hoy no ha recibido la compensación adecuada por los territorios tradicionales que perdieron: más de 80 mil hectáreas, sólo del lado brasileño, según cálculos de los estudiosos.
José (nombre ficticio), 52 años, era un joven cuando el área donde vivía, Oco’y Jacutinga, fue afectada por el lago formado por Itaipu, obligado a mudar radicalmente un estilo de vida que, hoy, sobrevive sólo en su memoria: “La gente tenía lugar suficiente para cazar, río para pescar, espacio para nuestra cultura”. Después de que surgió Itaipu, todo cambió. En 1982, José fue a vivir a la recién creada aldea avá-guarani do Oco’y, al lado del lago de Itaipu, en San Miguel de Iguazu (PR). Pocos años después, con la rápida superpoblación de aquellas 251 hectáreas, participó del movimiento que presionó por la constitución de una nueva aldea guaraní.
En 1997, surgió el Tekoha Añetete, tierra indígena localizada en Diamante D’Oeste (PR). Eran mil 744 hectáreas compradas por Itaipu. Aún así, era poca tierra. Tanto que 11 años después él partió con 17 familias aliadas para fundar una nueva aldea, la Vy’a Renda Poty, ocupación de 109 hectáreas no regularizadas, próximas a Santa Helena (PR).
De acuerdo con informaciones de los indígenas recogidas por la antropóloga Malu Brant en la región de Itaipu, del lado brasileño existían al menos 32 aldeas guaranís. Todas desaparecieron entre 1940 y 1982, periodo entre la creación del Parque Nacional de Iguazú (1939) y la inundación para la formación del lago Itaipu (1982).