El derechista gobierno español aprobó recientemente recortes en la educación por 3 mil millones de euros; entre las medidas se encuentra la subida de las tasas universitarias. En respuesta, se realizó una huelga unitaria del sector de la educación pública con movilizaciones en prácticamente todo el Estado.
Los sindicatos cifraron el seguimiento de la huelga en 70 por ciento, mientras que las movilizaciones en las calles fueron masivas, de decenas de miles de personas en cada ciudad.
El gobierno hizo amagos de responder con detenciones y despliegues policiales. En algunas ciudades, las movilizaciones continúan.
Barcelona, Estado Español. Sólo una semana después del multitudinario aniversario del 15M (o #12M15M) las calles se han vuelto a llenar de resistencia social. En esta ocasión, el vector a través del cual se ha desplegado la política de movimiento ha sido el educativo. Una formidable confluencia de luchas, que abarcaba desde las guarderías hasta los doctorados, pasando por todos los grados de la enseñanza, ha sacado de los centros educativos a todo el mundo en una modalidad de huelga general sectorial que desborda, una vez más, los cauces de la participación institucional habituales previstos por el régimen. Los más diversos sectores de la educación han recurrido así a un empoderador entramado de estructuras de movilización (plataformas, asambleas, acampadas, etc.) que, por medio de la invocatoria y el llamamiento a la movilización el #22M, ha conseguido batir récords de participación y abrir nuevas perspectivas movilizadoras.
No es casual que esta haya sido la primera gran proyección del #12M15M, ya que lo que las derechas están poniendo en juego en esta legislatura no es una gestión más o menos conservadora dentro de los márgenes de implementación previstos por el régimen. La educación se encuentra, de hecho, en la reconfiguración misma de la constitución material sobre la que se quiere proyectar el encaje periférico del Estado español en el marco europeo de un desarrollo extremadamente desigual a favor de los centros históricos del capitalismo europeo y en perjuicio de las periferias del mismo. A la vista está (para quien quiera verlo) que el campo antagonista sobre el que se han proyectado las movilizaciones de hoy no es otro que el de la definición del lugar que corresponde al Reino de España en el seno de la Unión Europea (UE).
Para el mando español, cuya composición social se nuclea en torno a la lumpenoligarquía y su proyecto histórico de subalternidad respecto de la Europa productiva, resulta evidente que el papel en que se ha (sub)desarrollado geohistóricamente el modelo español debe ser limitado en las próximas décadas a la condición de colonia turística, fundamentalmente europea, y de tránsito efímero para los mercaderes del capitalismo global -que se espera palíen en temporada baja el hueco dejado por el turismo de masas-. No por nada han sido los proyectos de Eurovegas y la feria global de la telefonía móvil los emblemas con los que se ha querido ofrecer una salida a la crisis.
Así las cosas, parece claro que lo que se pretende es enfatizar la única vía de escape que queda a la lumpenoligarquía tras la liquidación de cualquier proyecto industrial y/o tecnológico en las últimas décadas. No importa si para ello se debe dilapidar el descomunal esfuerzo inversor realizado en programas de becas, en inversión en infraestructura, en mantenimiento de ciclos educativos, entre otros. Todo ello puede ser sacrificado en este devenir neocolonial de subalternidad y dependencia de la Europa más rica. Por eso, lo que hoy está en juego no es un “reajuste” o un “recorte”, sino todo un modelo productivo.
En el Reino de España, el intelecto colectivo y una fuerza de trabajo excedentaria en capacidades cognitivas ha crecido muy por encima del proyecto subsidiario de la lumpenoligarquía. Toda una generación desborda en la actualidad las capacidades intelectuales del mando y éste se ve superado, especialmente desde el 15M, por una composición técnica del antagonismo que ya no encaja en los esquemas de una colonia turística. Sin el menor pudor se ha vuelto a abrir la espita de la emigración, en la confianza de desahogar la contestación social. Sin embargo, tras la jornada de hoy, a todas luces resulta insuficiente para frenar el progreso del movimiento.
Llegados a este punto, el movimiento alcanza un punto crítico del que dependerá en enorme medida su propio éxito: o bien se deja domesticar en los márgenes de la representación institucional previstos por el régimen (mientras el mando lo va deconstituyendo de manera paulatina pero inexorable); o bien, consigue reconfigurar sus repertorios de acción colectiva y deja de quejarse plañideramente ante unas autoridades al servicio de la lumpenoligarquía para asumir su propia autonomía. En este orden de cosas, desde el #12M15M se ha venido desplegando de manera continuada un original laboratorio de luchas metropolitanas.
Bajo el hashtag #occupymordor, primero, y más adelante bajo otros como #lacaixaesmordor o el de hoy mismo #22MaMordor, el #12M15M se ha proyectado más allá de las limitaciones a que lo querían reducir los dispositivos de la sociedad del espectáculo y ha conseguido modificar el target primero del 15M. Y es que con una derecha entregada a la lumpenoligarquía y con mayorías absolutas en el parlamento, convencida del proyecto subalterno de la colonia turística, está claro que el movimiento no se puede permitir ya arañar en los márgenes de la negociación política que hoy apenas ofrece el régimen, sino que se ha de decantar, de manera decidida por liberar el conocimiento por medio de una estrategia antagonista y generar las bases institucionales sobre las que instaurar su propio gobierno: el régimen político de lo común.
Publicado el 28 de mayo 2012