Chiapas, México. Pronto serán 17 años del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en las montañas de Chiapas. Es un lapso grande que abarca cuatro gobiernos federales; resulta fácil olvidar, o distraerse respecto al hecho de que todo ese tiempo, día a día, centenares de comunidades indígenas han vivido en una guerra continua, cuidadosamente diseñada por los altos mandos federales, en sus elementos propiamente castrenses y en las estrategias de contrainsurgencia. Aún ahora que el país entero se militariza y los puestos y controles del Ejército federal ya no son exclusivos de los territorios indígenas (incluyendo Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz), el territorio autónomo zapatista sigue siendo la región más abrumadora y permanentemente militarizada de todo México.
En estas condiciones adversas, las comunidades rebeldes de Chiapas se las han arreglado para construir una autonomía profunda y realista, con formas de gobierno originales y democráticas que funcionan mejor y con más transparencia que los malos gobiernos dominantes en México, los administrados por la clase política que se reparte en un puñado de partidos que, para fines prácticos, son iguales. Los “gobernantes profesionales” se alían o venden cuando conviene, los principios no son su fuerte. Están en un buen mercado, les reditúa. Tarde o temprano resultan prevaricadores, interesados, autoritarios, mentirosos. Todos (¿hay excepciones?), dispuestos a practicar la represión como método de sobrevivencia. Su relación con las luchas y movimientos sociales, aún cuando logran hacerla clientelar y mediatizadora, busca controlar y desmantelar cualquier alternativa de autonomía, autogestión y democracia comunal. También imponer barreras a lo reclamos de los pueblos indígenas como entidades de la Nación, como mexicanos con todos los derechos, incluyendo el de ser ellos mismos, no importa qué tan “diferentes”.
El logro de la experiencia zapatista de gobiernos autónomos no reside sólo en su prolongada duración de tres lustros y la permanente voluntad pacífica hacia sus hermanos no zapatistas, sino en la construcción, desde la raíz, de sistemas educativos, de salud, de producción agrícola y comercialización de productos, impartición de justicia, comunicación. Todo de manera independiente al deteriorado sistema político. Está abierta a un permanente aprendizaje de su “mandar obedeciendo”. Han materializado una propuesta de cambio en tiempos de conservadurismo, indolencia y mala fe de las estructuras de gobierno. Un mensaje de que las cosas se pueden hacer de otro modo, y bien.
Tan pronto como lea el nombre de algun Clinton, pienso–mentiroso. nos deshicimos de senor Bush y presto los Clinton y su marioneta, Obama. Pobre Mexico tan leos de Dios, tan proximo de los EE.UU. Viva los Zapatistas, Viva Mexico. Basta todos los tiranos.