¿Por dónde se comienza cuando se quiere contar una historia? Desde el inicio, es la fácil respuesta. Pero, ¿de dónde comienza una historia que ya tienen inicio y hasta un final, con fechas y lugar designados? La respuesta entonces puede ser distinta. Quizás valga la pena comenzar desde abajo, desde aquel lugar demasiadas veces descuidado. Así queremos contar la reciente experiencia de las movilizaciones en ocasión de la muy esperada 15 Conferencia de las Partes (COP15) convocada en el contexto de la Convención Marco sobre cambio Climático de la ONU (UNFCCC), esa misma convención que dio origen, en 1997, al mal afamado (y fallido) Protocolo de Kioto.
El movimiento
Una gran apuesta del evento danés de finales del año pasado fue la relativa a la posible recomposición del movimiento social alrededor del tema climático. Se dijo en distintas ocasiones, animados por excesivo optimismo o por sincera confianza, que Copenhague – que además coincidía con el décimo aniversario de la llamada ‘Batalla de Seattle’ – podía ser la ocasión para que el ya débil ‘movimiento de movimientos’ pudiera resurgir, crecer (se dijo mucho), recomponerse, evolucionar.
Tom Kucharz, de la organización Ecologistas en Acción, apuntó durante la exitosa marcha del 12 de diciembre que la protesta/propuesta de Copenhague era “una nueva convergencia global de todos los movimientos sociales, de todos los continentes y con muy distintas culturas políticas que exigen un cambio de sistema económico mundial para conseguir la justicia climática”.
Tom Kucharz añadió: “El éxito (de la movilización) es una clara muestra de que diez años después de Seattle hemos dado algunos pasos hacia adelante: ya no estamos protestando nada más, sino también estamos proponiendo”.
“Estoy entusiasta”, dice una joven francesa mientras contempla la multitud coloreada que camina frente a ella. “No hay banderas de partidos ni de sindicatos, casi no hay contingentes separados, están todos mezclados. La mayoría somos chavos que vivimos en la periferia de París con un trabajo de base en el barrio, sobre todo acerca del tema de la vivienda”.
Desde la experiencia de una década de lucha en los movimientos sociales, otro activista apunta: “En Seattle el enemigo era claro: la Organización Mundial del Comercio; aquí la cosa es mucho más difícil de definir”. Durante las asambleas de preparación de las manifestaciones, alguien preguntó: “¿Quién es el enemigo?”. El sistema, fue la respuesta generalizada. “¿Qué es el sistema?”… Luca Casarini, militante italiano, encara los problemas del movimiento visto desd Copenhague: “¿Qué es el sistema? ¿La América de Obama, las corporaciones de la green economy o la China que aquí se presentó inclusive como portavoz de los pobres del mundo? La respuesta parece ser: todo esto. Ni siquiera los hermanos Wachowsky en Matrix han sido tan banales”. Casarini apunta hacia el movimiento que con dificultades se presentó en Copenhague: “En el foro alternativo siempre hay mucha gente, mientras afuera la policía detiene a medio mundo. Están todos: Bové, Vandana Shiva, las ONGs latinoamericanas…todos dicen muchas cosas, inclusive muchas justas, otras que merecerían más discusión.
Por ejemplo: ¿qué decir de la celebrada Venezuela revolucionaria de Chávez, que se rige en el petróleo y por ende las emisiones de carbono? ¿O del gobierno de Brasil que para producir sus agrocombustibles destruye la Amazona y desplaza a miles de campesinos?”.
La represión
A pesar de las divergencias en los análisis acerca de los nuevos equilibrios globales que Copenhague ayudó en definir, otro tema permanentemente fue el elevado y peculiar nivel represivo.
Un joven activista italiano tras la experiencia en Copenhague escribió un pequeño diario en el que se puede leer: “Dinamarca invirtió mucho dinero y esfuerzo para crear el imaginario de la fábula de la ciudad progresista que se hace promotora de la salvación del planeta: Copenague, la ciudad de la esperanza. Inmediatamente entendemos que así no es”. Y comienza a describir los escenarios más comunes de esos días en la capital danesa: “Hay miles de policías que paran a cualquier persona sospechosa. Autobuses, taxis, carros, bicicletas, grupos de personas son filtrados. Es impedida cualquier forma de desplazamiento colectivo, lo cual impide unir los frentes de lucha y estar enterados de todo lo que sucede”. Explica la crónica del italiano que “es suficiente muy poca cosa para ser detenido y llevado a unas celdas especiales durante 6 o 12 horas; es suficiente tener una expresión rara, tener un gorro particular, una cámara fotográfica, un mapa marcado…”, cosas por las que la policía se llevó en los días de la COP15 a varios miles de personas a las celdas preparadas para la ocasión.
“Sentados en orden, uno tras otro. Las piernas de uno acogiendo los brazos del otro ligados tras la espalda. Filas ordenadas en el frío asfalto. Hace frío: nos ponen cobijas. Las ligas que nos detienen los pulsos son demasiadas apretadas: las ensanchan. Si necesitas ir al baño tempestivamente te llevan”. Esta es la crónica de una detenida en una de los tantos operativos policíacos de esos días. Continúa la activista: “Luego las jaulas. Siete personas por cada una, frente a la puerta unas cajas de plásticos con los efectos personales de cada uno. No declaras, no te identifican. Efectivamente, no tienen ninguna demanda en tu contra. Ninguna acusación. Sucede en Copenhague. Cada día. Se llaman ‘police’s acts’”, explica la ciudadana que fue detenida. Cuenta que en un papel que les fue entregado se explica que “la detención no es un arresto, pues ahí, en esas celdas, máximo te quedas 12 horas”. La diferencia sustancial: “La detención se puede llevar a cabo sin ninguna acusación formal por parte de la policía”.
“Bien. Estamos en una jaula sin ninguna razón…Pienso en las pistas para las bicicletas. En la universidad gratuita. En el rédito mínimo garantizado para los estudiantes, en el derecho a la vivienda garantizado para todos. ¿Cuál es el precio? Me quitan las esposas de plástico, me llevan a la jaula. Me dicen que al salir me acompañaran al metro. Pero no me dicen claramente porque estoy aquí. ‘Un control, en 12 horas máximo estás afuera”. Concluye: “Aquí todo es perfecto, una vida que en general parece feliz, pero sólo para quienes obedecen”.
Cambio climático
El tema objeto de la Conferencia oficial ha sido naturalmente considerado y enfrentado también por el vasto y trasversal movimiento de protesta/propuesta. “Esta es una novedad importante”, subrayó Klaus, activista ecológico alemán, “pues en esta ocasión además de la protesta tenemos propuestas que hacerle al mundo”. En el contexto del foro alternativo – el denominado KlimaForum09 – convocado por las cientos de organizaciones que desde todo el mundo acudieron a la cita danesa, activistas y militantes, tanto a título de su propia organización como a título individual, expresaron su rechazo al actual modelo productivo y económico que produce el cambio climático que amenaza la vida en el planeta, pero también presentaron propuestas tanto prácticas como estratégicas para enfrentar al problema.
Acerca de la dependencia que el actual sistema económico y productivo ha creado, sobre todo para los países del sur del mundo, Marlon Santi, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) comentó: “Sé que nuestros bosques están en negocio, están en venta nuestros espacios de vida…y vine a protestar en contra de eso”. Apuntó que “el mercado de carbono no va a cambiar las cosas mientras no haya un serio compromiso de frenar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)” y añadió que “los únicos afectados vamos a ser nosotros”, es decir “los pueblos indígenas del mundo”. Por suerte, continuó, “en estos espacios encontramos a muchos aliados, como son organizaciones ambientalistas, pero también organizaciones sociales y políticas de distintos países”.
Santi, además de ser activista en el foro alternativo, fue parte también de la coalición Justicia Climática Ahora, misma que envió algunos delegados a la COP15. Estar en ese espacio oficial, explicó el dirigente indígena, “significa hacer discusiones con los gobiernos; yo hice lo que pude, hemos cabildeado para que no aceptaran esta forma de tomar las decisiones y propusieran cambios verdaderos”. Finalmente añadió: “He aprendido mucho en ese espacio, he visto como trabajan estos gobiernos”. Al hablar de un punto de referencia para él y su movimiento, Santi menciona al movimiento zapatista “con el cual siempre seremos solidarios”. Al mismo tiempo, confirmó que en el espacio del foro alternativo, “compartimos mucha de nuestra cosmovisión, es decir, la relación casi filial con la madre tierra”. Y, por el contrario, “adentro de la Conferencia, los gobiernos, las grandes ONG ambientalistas que proponen cosas…no entienden”. Santi afirmó que “la naturaleza no necesita ser protegida por el hombre como lo pregonan estas organizaciones, sino es el hombre el que debe ser protegido de sí mismo”.
Publicado el 01 de Febrero de 2010