Aunque la violencia tiene el nombre de los grupos paramilitares de la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort) y del Movimiento de Unificación y Lucha Trinqui (MULT), el conflicto que desencadenó la actual destrucción del municipio autónomo de San Juan Copala, en Oaxaca, es complejo y viene de muchos años atrás.
Enrique Gómez Levy, conocedor de la zona triqui y miembro del organismo Enlace Rural, advierte que el triqui que habita en Copala aprendió la violencia desde el siglo XVI, cuando en el lugar jueces, caciques y policías de la Colonia les arrebataban sus mejores tierras, además de que los curas de aquel momento exigían diezmos desproporcionados. Síntoma que parece reflejar no sólo la problemática de Copala, sino una radiografía que explica mucho del México actual, Levy agrega: Los maestros de la región, desde mediados del siglo pasado, fueron convertidos en agentes de partidos, promotores de la subordinación incondicional. Introdujeron la división y la desvaloración de las autoridades tradicionales.
Otra de las razones que Gómez Levy apunta como uno los detonadores de la violencia en esta región se refiere a los recursos naturales con los que cuentan. Algunos cuantos tienen acceso a las ganancias que dejan la venta o producción de los recursos. Levy argumenta dos casos en particular; el primero, el sistema comercial del café, el cual –menciona- es fraudulento, fue corrupto y se llegaba a pagar en especie, con aguardiente o con armas. El otro caso que contextualiza la actualidad de Copala son las reservas de madera y metales, las cuales son codiciadas por los terratenientes de la Costa y del Valle de Putla en la Sierra Sur y de Tlaxiaco.
Enrique Gómez encuentra una causa más a las tantas razones sobre la generación de violencia en esta zona. Cuando surgía –explica- algún líder o militante de la renovación política y productiva de los triquis en Copala, estos eran perseguidos y asesinados, y “nunca se pudo reparar la falta de sus ideales para el bien del pueblo”.
Finalmente, relata Gómez Levy, “la aprobación de un partido político manipulado (del MULT), propició una división a la hora de ejercer el voto y terminó por minar a la izquierda, además de fulminar cualquier esperanza que viniera desde la trinchera de lo político a favor de la gente”.