En el olvido, las promesas de reconstrucción para La Montaña de Guerrero

Edith Na savi

Tlapa, Guerrero. Después de los anuncios gubernamentales de reconstrucción y la campaña mediática para legitimar la actuación de las instituciones, en La Montaña de Guerrero sólo quedaron promesas incumplidas para los damnificados, que con sus propias manos intentan abastecerse de comida y recuperar viviendas y caminos.

A tres meses del paso de la tormenta Manuel, las comunidades no reciben los dictámenes de riesgo de sus tierras ni respuesta a sus demandas de abasto de granos básicos. Sólo la promesa de reconstruir una carretera que facilitará la entrada de los proyectos mineros y “ecológicos” a los que los pueblos se oponen.

Hasta hace poco, en La Montaña de Guerrero se podía caminar, respirar tranquilamente y ver pasar la vida cotidiana de los pueblos, con la conciencia de que el diario vivir implica la construcción cotidiana de la sobrevivencia ante el abandono total del Estado. A pesar de ello, los pueblos vivieron, de algún modo, relativamente tranquilos.

Ahora no sólo la tormenta Manuel dejó destrozos en La Montaña, sino que el mismo gobierno lucra con el desastre entre los pueblos históricamente olvidados.  Entre los daños están las afectaciones a viviendas, carreteras destrozadas, cultivos totalmente perdidos y que un desabasto de maíz para el año 2014, así como un número considerable de pueblos que, sin tener los dictámenes sobre los daños, siguen viviendo en condiciones de riesgo por las zonas en que se ubican.

Ante este panorama, el gobierno -sin ningún esfuerzo por consultar a los pueblos directamente afectados-, empezó a ejecutar un plan de supuesta atención inmediata en situaciones de desastre. El programa refleja una visión algo distorsionada sobre las verdaderas afectaciones que hay en toda la región de La Montaña. También hay una distribución inequitativa de los víveres, y ya se dan contratos con empresas para reparación de caminos, carreteras y puentes -que no son supervisadas y tienen un historial de hacer lo que quieren.

Los encargados oficiales de pasar a los pueblos para hacer el conteo de viviendas, cultivos y parcelas afectadas, no hicieron su trabajo correctamente, reconocen las mismas autoridades.  Muchas parcelas quedaron sin ser visitadas y, por ende, no se registraron. Algunas otras brigadas nunca llegaron a las casas, sino que solicitaron los datos a los ayuntamientos ó con el comisario municipal.

Estos encargados oficiales son los promotores de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, quienes al no tener trabajo durante el periodo de la contingencia, fueron obligados a recorrer los pueblos para realizar el registro y conteo de las afectaciones. Lo hicieron porque la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) se los ordenó, pero no se trata de personas comprometidas con la situación de los pueblos.

Para el caso de los estudios de suelos de las zonas afectadas por deslaves, desgajamientos ó aludes, se dio un trabajo precario, lento y nada transparente sobre los dictámenes a cargo del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). En las comunidades de La Montaña pocas veces actuaron con seriedad, como si  el riesgo en que los pueblos se encuentran no fuera grave. En algunos pueblos, como San Marcos, municipio de Metlatónoc, estuvieron un par de horas y sobre eso dictaminaron. Los resultados de ese dictamen no han llegado a la comunidad.

Aprovechando el desabasto de alimentos en las comunidades, se reactivó el programa Cruzada Nacional Contra el Hambre. Bajo la fachada de “comedor comunitario”, los militares armados entran y salen de las comunidades, preguntando quiénes tienen armas, qué es lo que la gente cultiva y sobre procesos de organización al interior de los pueblos.

Para los gobiernos estatal y federal, bastó con anunciar el presupuesto millonario para la “reconstrucción de Guerrero”, lo que al parecer se reduce a la turística Acapulco.  Hubo discursos, promesas y espectaculares anuncios acompañados de la sesión de fotos en los municipios de Metlatónoc y Cochoapa por parte del gobernador, para hacer notar su “apoyo” a las comunidades más afectadas.

Mientras tanto, los presidentes municipales, líderes locales y caciquiles almacenaron los víveres, despensas, cobijas, colchonetas, ropa y todo lo que estuviera a su alcance, pues para el periodo electoral próximo todo esto les sirve de botín. Hicieron  negocio redondo con la necesidad de la gente humilde y sencilla de La Montaña.

Los milagros que promete Peña Nieto

Todo mundo se preparó desde el mes de septiembre para la anunciada visita del presidente Enrique Peña Nieto a La Montaña, pero fue cancelada porque, de acuerdo con fuentes periodísticas, no había condiciones sociales ni políticas para acudir a la zona. Finalmente, el 26 de noviembre de 2013 acudió a Tlapa de Comonfort,  que no fue de los lugares más afectados durante el paso de la tormenta Manuel.

La visita de Peña Nieto a la zona tuvo como uno de sus objetivos anunciar la inversión millonaria destinada a “reconstruir el estado de Guerrero”. Entre las promesas planteadas para La Montaña, se mencionó la construcción de la autopista Puebla- Tlapa- Marquelia, proyecto que se prevé estará al servicio de las grandes empresas privadas del país, para atravesar de modo estratégico la región -amenazada por proyectos como la Reserva de la Biósfera y la explotación minera.

Mientras Peña Nieto aprovechó su visita para inaugurar obras, un contingente de estudiantes que apoyan al magisterio de la entidad bloqueó por varias horas el acceso a la ciudad, con pancartas en mano exigiendo que sus demandas fueran escuchadas. Lo que se registró fue un fuerte operativo policiaco en todas las entradas a Tlapa, principalmente en las cercanías al Batallón 93 de Infantería, donde se observó la presencia de militares armados, policía estatal y policía municipal. Para detener la marcha, se formó una valla de antimotines que en la historia de los tlapanecos pocas veces se ha visto.

La visita del presidente de México se montó con algunos dirigentes que tuvieron acceso al lugar y con gente –principalmente mujeres- que fue llevada a cambio de despensas o apoyos en efectivo. Los pueblos se retiraron sin que fueran escuchadas sus demandas, y el gobierno se ufanó de visitar La Montaña.

Indignación

La atención a los damnificados de La Montaña dejó de ser noticia, una vez que el gobierno anunció los presupuestos millonarios para levantar Guerrero. La campaña de las televisoras sobre la atención gubernamental a los pueblos –con imágenes de los daños en distintos pueblos, que dejaron de circular a los pocos días- nunca llegó al corazón de los pueblos de La Montaña, donde cientos de familias indígenas quedaron sin casa y sin alimentos.

Los caminos en la montaña aún están deteriorados y está pendiente conocer los dictámenes de CENAPRED sobre la reubicación de algunas comunidades –muchos de los cuales se quedaron en oficinas de la capital Chilpancingo o, en el mejor de los casos, en los ayuntamientos, pero llegaron a manos de los pueblos.

A pesar de tener anunciados presupuestos millonarios para la reconstrucción de la infraestructura del estado,  los temas de alimentación, salud y vivienda quedaron relegados.

Los pueblos por sí solos tuvieron que arreglar caminos, gestionar apoyos directamente en la capital del estado -porque los municipios no resuelven bajo el argumento de que “no tienen presupuesto”- y buscar alimentos. El Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña exigió el abasto de miles de toneladas de maíz para el siguiente año, contemplando que habrá escasez por las graves pérdidas de los cultivos en la región. El gobierno aún no da luz verde a esta propuesta, y los pueblos tendrán que luchar para que se les garantice el abasto de su principal alimento.

Se cumplieron ya tres meses del desastre en La Montaña, y a muchos pueblos aún no se les resuelve el principal problema, el de la vivienda digna. En San Miguel Amoltepec, un pueblo ñuu savi de Cochoapa el Grande, los habitantes viven todavía en campamentos a la intemperie, cubriéndose del frío, el calor y las heladas con láminas y plásticos.

Reconstrucción desde la base comunitaria.

La negligencia del Estado y el lento proceso del conteo de afectaciones anuncian un panorama complicado para las comunidades de La Montaña. Solamente los pueblos pueden decir cómo quieren que sea hagan las cosas y cuáles son sus exigencias en cuanto a alimentación, vivienda, salud, educación, caminos y carreteras.

También es un serio cuestionamiento el por qué la urgencia de reconstruir una carretera que atraviese los caminos de La Montaña. ¿Por qué no se habló con el Consejo de Comunidades Damnificadas de La Montaña para el diseño de la propuesta de atención a los pueblos? Y ¿por qué se sigue hostigando y deteniendo a integrantes de la Policía Comunitaria?

Los pueblos, además de no ver ni sombra de los millonarios recursos para la reconstrucción del estado, sirven para inflar datos, para bajar recursos y para negociar millones.

Lo único que queda es trabajar y reconstruir La Montaña de estos pueblos, de sus padres y de sus hijos.

Publicado el 23 de diciembre de 2013

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