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Ayotzinapa, Guerrero. En el altar de muertos del patio de la Normal Rural Isidro Burgos no están solamente los rostros de Daniel Solís Gallardo, Julio César Mondragón y Julio César Ramírez Nava, los tres estudiantes ejecutados extrajudicialmente por policías de Iguala el 26 de septiembre. Una fila de rostros jóvenes se funde con las flores de cempasúchil, las velas, los panes y los dulces en conserva que alimentan a los muertos en las festividades del 2 de noviembre. Los familiares de los 43 detenidos desaparecidos no se dirigen a este altar, sino a uno situado a un costado, donde hay santos y una vela por cada joven al que su familia espera recuperar con vida.
No son sólo tres o cuatro los que han muerto asesinados por el gobierno, señala un joven normalista, que compartió grupo con Daniel Solís, y que llama a que estas muertes no sigan en la impunidad. Están también Gabriel Echeverría y Alexis Herrera Pino, los de la matanza de Ángel Aguirre, ejecutados también extrajudicialmente el 12 de diciembre de 2011, durante el desalojo de una protesta en la Autopista del Sol. La fotografía de uno de ellos lo muestra montado en una cría de burro, jugando, mientras el otro sonríe desde el marco.
Nos causa tristeza llegar a estos días y recordar a los compañeros caídos, admite el joven entrevistado, que mira largamente las fotografías de los chicos con los que compartió aula, pasillos o actividades. Y conmueve ver a los padres, que miran los rostros de sus hijos.
La difamación de las autoridades contra los normalistas también origina muertes, acusa el joven entrevistado, pues produce prejuicios en la gente, que después comete actos vandálicos. La palabra parece corta ante el ejemplo: apenas en enero de 2013, un trailero embistió a un grupo que colectaba fondos en la carretera. Ahí murieron, cerca de Atoyac, Eugenio Tamarí Huerta y Fredy Fernando Vázquez.
Mientras explica que las frutas, panes y conservas son para alimentar a quienes los visitan del más allá, el estudiante lanza: Nosotros, a los caídos no los enterramos, los sembramos para que florezca la libertad.