Buenos Aires, Argentina. La lucha por la defensa de la tierra del pueblo mapuche, en el sur de Chile, no es nueva. Como tampoco es nueva la represión y la criminalización de la protesta y la voracidad de las multinacionales “que llegaron a nuestro territorio, gente que maneja mucho dinero y cuya vida gira sólo alrededor de eso e impiden realizar nuestras tradiciones y nuestras ceremonias”, relatan Luz Huecchucoi, Madelvn Villa, Paula Ulloa y Katerine Muñoz, de la Alianza Territorial Mapuche y del Movimiento en Defensa del Mar, en una entrevista colectiva. No son portavoces, especifican, pues sus palabras representan sólo una mínima parte de la lucha.
La diferencia entre la visión empresarial y la indígena es radical: “Nosotros – los mapuche – no vemos a la tierra como a algo para producir y sacar ganancia”. Al contrario, explican, “creemos que el ser humano es parte de la tierra como el resto de la naturaleza. Por lo tanto, no somos dueños de la tierra, somos hermanos que habitan la tierra”.
La defensa del mar
Madelvn Villa, de la Región XIV, la región de Los Ríos, relata que la lucha del Movimiento en Defensa del Mar es contra CELCO, la poderosa empresa chilena Celulosa Arauco y Constitución.
La lucha, insiste, “es mantener nuestra forma de vida”. Y, sin embargo, la lucha misma ha modificado de alguna manera esa forma de vida. Además, el proyecto empresarial “rompe la dinámica de vida adentro de la comunidad principalmente porque entrega dinero”.
La descripción de la dinámica de corrupción es común a otros contextos, pero el estigma que la indígena le asigna al concepto de valor es asombroso: “Llegan y le dicen ‘te pago y tú me ayudas’, luego firman contratos de ayuda mutua. Todo se traduce en dinero. Quienes tengan la posición más fuerte (en la comunidad), una oposición más fuerte (en contra de la empresa), valen más; quienes tienen más llegada con la gente, cuyo discurso se alza más fuerte y es más notorio, pues vale más, un par de millones más, un par de ceros más, ¡te pago el sueldo por un par de años más!”.
Represión y comunicación
“No se está luchando en contra del chileno, con el hermano que está a lado, sino con el
Estado que es quien da el aval a toda esta situación”.
Los indígenas mapuche advierten que “es preocupante que (el Estado) utilice la ley antiterrorismo en contra nuestra. Esa ley viene desde la dictadura militar (1973-1990) y lo más terrible es que se criminaliza al ser mapuche, se le tilda de terrorista”, lo cual tiene como consecuencia un número importante de indígenas hoy todavía presos en las cárceles chilenas.
Por otro lado, “hay un problema con los medios de comunicación”. Apunta Paula Ulloa: “Los medios tratan de callar la verdadera historia que ocurre en las comunidades…”. Reconoce que “muchas veces los compañeros no mapuche (la llamada ‘sociedad civil chilena’) tienen también una visión equivocada, errónea del mal llamado conflicto mapuche”. Se criminaliza al pueblo mapuche y se le condena a la marginalidad…pero el pueblo Mapuche no está en los libros, ¡está vivo!”.
Ante la pregunta de cuál sería la mejor forma de expresar la solidaridad con su causa, la respuesta es tajante: “La solidaridad con nosotros es antes que todo entender que nuestras demandas son justas”.
“Estamos pidiendo poder ser mapuche en nuestros territorios… Sólo pedimos poder realizar nuestras actividades, llevar a cabo nuestras tradiciones y que las grandes empresas multinacionales se vayan y no destruyan la Mapu”. Y para que no haya duda: “Queremos recursos naturales sanos, aire limpio, queremos salvar a la Mapu, pero no queremos todo esto sólo para nosotros, sino para toda la humanidad”.
Publicado el 01 de Febrero de 2010