Entre la luz y la sombra

Felipe Martínez

Desborde popular. Encuentro de los pueblos de abajo (II)

Como se comentó en la columna anterior (1), en los próximos meses de Entre la luz y la sombra, compartiremos apartados o capítulos que vemos importantes del libro “Desborde popular. La rebelión caleña en el paro de abril de 2021 en Colombia”. Esta vez dejamos el relato del encuentro de dos pueblos de abajo que participaron en la resistencia popular. Un encuentro que podría verse como el de dos mundos diferentes, el rural y el urbano, pero que sin conocerse se lograron apoyar, solidarizar y aprender juntos el uno del otro. Aquí veremos la fuerza y la imaginación de la juventud popular para resistir en la ciudad, así como la potente decisión de los indígenas organizados en el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), de salir de sus territorios para apoyar la resistencia urbana. Un acto que refleja los lazos profundos de comunidad que dieron sostén a este levantamiento popular que duró tres meses y permitió en este caso que los indígenas y los jóvenes de las barriadas, comprendieran cómo vive el uno y el otro, cuáles son sus dolores, sus anhelos y sueños. Aquí una historia vivida que permite vislumbrar los brotes de que otra sociedad es posible y ya viene en camino fortaleciéndose entre los pueblos.

De la movilización a las barricadas

¿Sabe qué socio? Nosotros somos la bomba atómica de este país. ¿Y sabe qué? donde a mí me prendan esta mechita, salen a volar toda esta manada de hijueputas gomelos… ¿Miserables? ¡Miserable su madre!”

John – Película Topos

A partir del 29 de abril, la ciudad comenzó a experimentar una intensificación del conflicto que nadie imaginó. Aunque en la noche del 28 la situación se había calmado un poco, los días siguientes (29, 30, 1 y 2 de mayo), la gente volvió a las calles con la fuerza que posibilita la rabia. Fue así como se empezaron a consolidar grandes bloqueos a lo largo y ancho de la ciudad, entre esos, la zona norte y Puerto Resistencia, que después de una feroz resistencia a los ataques de la fuerza pública (que terminarían con dos derrotas definitivas del Esmad), se consolidaría como el referente más importante en la ciudad, que irradiaría una llama que pronto encendería en el resto de puntos que se fueron creando a lo largo y ancho de la misma.

La situación era compleja. Las movilizaciones dejaron de ser la única estrategia de la sociedad, y se empezaron a construir barricadas, que serían los gérmenes de los puntos de resistencia. La respuesta a esta actitud de la sociedad, fueron las prácticas paramilitares a cargo de personas en camionetas que iban por múltiples zonas de la ciudad a disparar con armas de fuego y armas traumáticas. En algunos sectores, como el punto de la Portada al Mar, las personas aseguran ser víctimas de ráfagas de armas largas, que eran accionadas desde conjuntos residenciales donde habitan familias adineradas. Pese a esto, la gente, y principalmente la juventud popular, seguía saliendo a las calles y consolidaba barricadas en diversos puntos de la urbe.

La decisión de Iván Duque ante el desborde social, fue decretar la “asistencia militar”, que les daba poder a las fuerzas militares y de policía, de asumir el control de la situación a nivel nacional. Fue así que el primero de mayo llegó a Cali el comandante del Ejército Eduardo Zapateiro, quien declaró que en cuestión de días controlaría toda la situación de orden público y de no cumplir con su cometido, renunciaría. Promesa incumplida, pues la rebelión que se presentaba en las calles no fue detenida en pocos días, sino que se desencadenaría por tres meses. Veamos algunas de las historias que nos describen un poco lo que sucedía al interior de las barricadas que daban cuenta de la nueva situación que reinaba en la capital caleña:

Barrista: “Cuando nosotros salimos en la zona norte, la gente se organizó por el lado de la Avenida Ciudad de Cali, lo que se conoce como Paso del Comercio, pero que después de lo que hicimos se bautizó como “Paso del Aguante”. Cubrir esa salida de la ciudad no fue fácil porque era muy grande y para consolidarlo teníamos que conectarnos con varios puntos, como el de Sameco. Durante los primeros días mucha gente se iba para la casa porque no habían suficientes barricadas. Entonces, entre los que nos quedábamos nos tocó empezar a diseñar un hábitat para que estuviéramos 24/7. Ahí fue que nos pusimos a recoger escaparates, derribamos postes, todo lo que veíamos servía para el bloqueo. Cada día que las autoridades criminales no podían pasar, nosotros ganábamos un bloqueo más, una barricada más. Éramos muy juiciosos, caminábamos de noche buscando qué llevar para fortalecer las estructuras. Ya con el paso del tiempo nos tocó construir trincheras con costales con arena, para cubrirnos de las balas.

Es que los primeros días nos mandaban grupos grandes de Esmad, pero ya después empezaron a utilizar los grupos especializados, como el Goes (2) y la Sijin (3), pero también camionetas con personas de civil que nos empezaban a disparar, a montar el terror. Entonces, la misma gente tuvo que tener una autodefensa, le tocó asumir el tema de que esto no podía ser piedra contra plomo, y así empezaron a llegar las armas de fuego también, reales y traumáticas. Una cosa sí hay que dejar clara, y es que todo eso se generó como respuesta de la sociedad a las acciones del Estado criminal que arremetía contra la población sin misericordia. Es que lo que hicieron ellos fue un crimen contras los derechos humanos, y ya cuando nos dimos cuenta que esa gente era criminal, entonces los igualamos y ya no nos importó si eran autoridad o no. Ahí perdieron su legitimidad, nosotros veíamos únicamente criminales en representación del Estado.

Por la cantidad de bloqueos, las tanquetas no podían pasar, no podían entrar, en cambio a La Luna entraban fácil. En Puerto Resistencia también hicieron una obra maestra, sabiendo que tenían una exigibilidad tan grande, pero ellos no taparon su perímetro más externo, en cambio nosotros sí pudimos taponar perímetros de kilómetros, además nos diferenciamos de otros puntos porque utilizamos la tachuelización. Una estrategia que aprendimos de las historias de los paros de los años setentas, la famosa operación tachuela que había en Colombia. Al final fue tal la cosa que cuando vino la avanzada militar, y ya terminamos los bloqueos, les tocó venir con maquinaria Caterpillar y se demoraron un día entero desarmando todo lo que habíamos labrado en las vías”.

Alejandro: “Aunque ya llevábamos como tres días con bloqueos, el día que llegó la Minga a Cali (2 de mayo) en el punto de Portada al Mar, que es la salida hacia Buenaventura, se vinculó mucha gente de Terrón Colorado, El Ancla, Montebello y del sector rural del corregimiento de Cali. Era una cosa rarísima porque en esas zonas, por lo menos en Terrón, políticamente la gente siempre ha sido goda. Toda la puta vida la comuna uno ha sido goda y en estas últimas décadas, uribistas. Y aunque nosotros en los 90 tuvimos un grupo juvenil y quedaron algunos pelaos (4) en procesos ambientales, eso no cambió el comportamiento político tradicional de la gente.

Por eso nos sorprendíamos tanto, porque allá salió mucha gente a tropeliar, a bloquear, pero luego comenzaron los rumores de que iban a saquear. Todo el mundo se estaba preparando, pues las barricadas posibilitaban que la gente hiciera lo que quisiera. Entonces, ahí es que decimos que el papel de los indígenas fue fundamental, porque cuando ya todo estaba en caos, un dirigente de la Minga se les paró ahí encima de la barricada y les dice con autoridad: “Bueno, estamos escuchando el run run que se quieren meter a algunas partes a robar. Acuérdense que esto es un paro nacional y que aquí llegó la Minga y al que veamos que le gustan las cosas de lo ajeno, que asuma las consecuencias porque nosotros no vamos a dejar dañar el paro”.

Esa presencia de la Minga ayudó a que las cosas no se desbordaran por el lado delincuencial, como nosotros temíamos. Fue un acompañamiento fundamental porque en esas barricadas no había gente de izquierda, o si había era uno que otro, y acompañaba más en el tema de derechos humanos. Pero en realidad eso no lo direccionaba nadie, no teníamos capacidad. Entonces, cuando los pelaos empiezan a ver la organización indígena quedaron asombrados, y se decían entre ellos: “jueputa, mirá que poco de gente, estos tienen botas, tienen radios, camionetas y andan en las chivas”. Esos chinos se preguntaban “¿Cómo es que se hace esa mierda?” Nunca habían visto una organización social de ese tipo, entonces eso fue fundamental para que girara nuevamente la coyuntura a un estallido social y no a un estallido de otra clase, no tan insurreccional ni nada de eso que vimos.

Recuerdo que los pelaos a partir de eso empezaron a hablar más entre ellos y como a tomar conciencia que lo que estaban viviendo era un paro. Y empezaban a analizar cómo era la guardia y de alguna manera intentaban asemejarse a ellos, tomando más carácter e identidad como primeras líneas, porque eso en realidad era nuevo, no se había escuchado mucho. Entonces veían videos en redes sociales de la gente en Chile y ya se fueron organizando más. Eso lleva a que el paro comience a tener un carácter mucho más juvenil popular, pues ellos eran los que estaban al frente de la confrontación.

Hubo un tema complejo, que hay que analizar con cuidado. Vos siempre escuchabas a los pelados dentro de las barricadas decir que el Ejército los protegía y que la Policía era el enemigo, y eso es mentira, nosotros veíamos cómo el Ejército y los tombos (5) siempre se hablaban, y aunque a veces sí se metían a parar un poco las confrontaciones, para nosotros esa manera de actuar fue una estrategia psicológica militar, que les interiorizaba que una parte de la fuerza pública era buena, cuando en realidad actuaban en unidad de mando”.

Sigifredo: “Cuando empezaron los tropeles, el segundo día en PR, yo veía que muchos de esos pelaos eran reservistas del Ejército, otros expolicías, pero también exguerrilleros, exparamilitares, mejor dicho, ahí se estaba expresando todo el residuo del conflicto armado del país que se encontraba viviendo en los barrios populares, entonces había un saber militar el hijueputa. Apenas se prenden los disturbios organizaron rápidamente como 8 líneas de defensa que abarcaban prácticamente dos kilómetros a la redonda, eso era gigantesco, uno veía y eso eran más de 10 cuadras tropeliando.

La organización de la estrategia militar lo dejaba aterrado a uno, eso se decían rápido cómo agruparse, moverse y posicionarse en la pelea. Sin conocerse entre ellos se hablaban para no perder. Los vínculos se crearon allá casi que espontáneamente, y todos los saberes se juntaron para pelear contra un enemigo común. Cuando quemaron el CAI, y dos días seguidos sacaron corriendo al Esmad, le dieron una derrota militar a la Policía de una manera impresionante, porque eso eran prácticamente como cinco barrios combatiendo contra el enemigo, que en el momento era el Esmad.

Vea, ese día ví cosas impresionantes, porque es que la resistencia popular tiene cosas muy bonitas. Me acuerdo que estaba parado en una esquina, cuando un montón de señoras de unos 50 y 60 años traían gasolina y botellas. Volteo a mirar y la gente dizque haciendo bombas molotov. Era la gente, otros trayendo leche, bicarbonato, agua. Uno se pregunta ¿de dónde salió toda esa vaina? Y hermano, eso también salió de toda esa experiencia de la lucha popular de años que hemos hecho, ahí se juntó toda y salió la rabia que todo el mundo tenía”.

Popa: “Yo siento que tirar piedras es como una demostración de que estamos tirando lo poco y nada que tenemos a la mano, y como no estamos organizaos, el tirar una piedra tiene un acto social y un trasfondo psicológico, que está expresando más allá de decir “te queremos agredir”, está es gritando que no tenemos recursos y que nos estamos defendiendo con lo poco y nada que tenemos, y lo poco y nada que tenemos está en el piso, en la tierra y se expresa en las piedras”.

4D: “Para mí la gente salió a respaldar el tropel porque la gente entendía que el que estaba ahí con la capucha era el que tenía en la casa comiendo, era el hijo, el padre, el vecino, el sobrino, o sea no era un desconocido, y eso hace que la gente sienta esa apropiación de la movilización, porque decían: “es que ellos somos nosotros, o sea, él se quita la capucha y viene y se baña aquí, se sienta a comer con nosotros, yo sé quién es, lo vi crecer, lo vi vivir, sé su experiencia, he visto los problemas que ha tenido”. O sea, el primera línea es alguien con el cual la gente se relaciona cotidianamente en el barrio.

Voz anónima: “Te digo una cosa, a nosotros en medio de la coyuntura del paro nos llamó uno de la dirección que orienta lo urbano de las Farc (segunda Marquetalia). En esa reunión él nos dijo que si nosotros necesitábamos ya el apoyo nos colaboraba con todo y que organizáramos para orquestar acciones más grandes. Pero en medio de la reunión llegamos a la conclusión con él, que si bien ese tipo de apoyo era importante tenerlo en caso de un conflicto grande, en el momento no era relevante y podía perjudicar aún para peor lo que estaba sucediendo, porque no teníamos una organización fuerte. Entonces le agradecimos por tenernos en cuenta en los espacios, pero que mejor nos colaboraran con comida y desde ellos también llegaron donaciones, pero en el fondo ellos entendieron que esto era de la gente”.

La llegada de la Minga a Cali

Diana: “Bueno, nosotros como movimiento, al momento del paro del 28 de abril nos encontrábamos en el proceso de la Minga hacia adentro, porque habían pasado muchos casos de desarmonización en los territorios. Un día antes hubo una junta directiva, y se dijo que se iba a respaldar la movilización del 28 de abril, pero que no íbamos a salir a hacer movilización larga, se quedó en el respaldo apenas.

Cuando ya empezamos a ver en los medios lo que estaba sucediendo en Cali, todo lo que se venía dando, ya el movimiento indígena hizo otra reunión y en ella se habló de que teníamos que salir a respaldar unas zonas en Cali y otras en Popayán, que también estaba haciendo pelea.

Cuando llegamos a Cali fue un sentimiento muy bonito porque uno se daba cuenta que en últimas los que se movilizaron de primero no fuimos nosotros sino ellos, nosotros llegamos 5 días después, cuando ya todo estaba hecho. Me molestaba un poco que algunas personas llegaban como a sacar protagonismo, y yo decía: ‘el indígena está sacando protagonismo de algo que no le pertenece’.

Recuerdo que cuando empezábamos a llegar un compañero dijo: ‘es que Diana, creo que esa gente por poco y carga esta chiva de la alegría que representaba que uno llegará’. Teníamos sentimientos muy bonitos, sin embargo sentía el egocentrismo indígena al sacar pecho de la movilización o de la Minga nacional, yo siempre le decía a los compañeros: ‘esta lucha no es nuestra, esta lucha es de todos nosotros, que la gente se movilice tal vez es el logro de muchas movilizaciones que se hicieron antes, en las que la gente veía de ejemplo, pero no podemos sacar protagonismo por algo que no iniciamos y ni siquiera vamos a sostener’.

Cuando ya nos instalamos, empezamos a movernos por la ciudad. Se crearon dos grupos, una comisión más política y otro de avanzada. Yo me quedé con el grupo de la avanzada, que lo lideraba el compañero Albeiro Camayo (6), con él siempre nos movilizamos y un grupo de las guardias denominada los guardias operativos y pedagógicos. Los pedagógicos eran los que mantenían el diálogo, entonces siempre era visitando a la gente, preguntándoles por qué se movilizaban. El trabajo de los operativos era ir a tantear terreno. Decían dónde era que estaban ocurriendo los hechos más violentos en Cali, entonces teníamos que movernos por Puerto Resistencia, por Siloé, Portada al Mar. Ahí llegábamos a acompañar esos puntos, digamos, para conocer qué es lo que estaba ocurriendo y en ese sentido también mediar, porque el movimiento indígena cumplía esa labor de mediar entre la fuerza pública y los manifestantes, aunque sí tocaba enfrentarse, pues ellos ya sabían cómo hacer la jugada.

Nosotros estuvimos en tres momentos que atacaron a la gente a bala, uno de esos fue en La Luna, que pasó un man en un carro disparando y nosotros nos fuimos ahí detrás correteándolo en las camionetas. Cuando se dieron cuenta que los íbamos persiguiendo nos empezaron a disparar, pero cuando ya los teníamos bien cerca nos bajamos y ya lo fuimos correteando así no más, luego, entonces, el señor se metió como a una tienda y le llegamos ahí. La gente lo escondió, decían que no estaba ahí, que no había nadie. Entonces empezamos a revisar las cámaras de esa tienda y claro el man estaba allí. En eso la guardia lo agarró y le preguntaron que dónde trabajaba y él dijo que trabajaba arreglando motos, pero revisamos, pues en ese lugar iban puros policías a arreglar las motos y al man lo habían contratado para dispararle a los muchachos en los puntos.

Otra de las cosas que nos pasó fue en la Portada al Mar, allá nosotros íbamos llegando al sitio de concentración, que era como un polideportivo o una cancha, y como a los tres minutos de estar ahí se escucharon unos tiros, entonces nos fuimos hasta allá y cuándo llegamos había un camión. Decía la gente que de ahí salieron los manes a disparar y dejaron el carro tirado. Cuando se revisó el camión había prendas de policías y militares adentro.

Ya cuando las cosas estaban un poco más tranquilas, pues nos quedábamos hasta tarde hablando y conversando con la gente, conociendo bien cómo era el trabajo que venían haciendo. Ahí uno veía jóvenes que no tenían que comer y encontraban en esa organización de las barricadas (que después se llamaron puntos de resistencia), el desayuno, el almuerzo, la comida, el algo, como decimos nosotros, tenían algo para alimentarse. También veíamos unas madres que decían: “mi hijo está allá peleando y pues la única forma que tengo de ayudarles es acá cocinando, porque allá hay jóvenes que no comen nada en todo el día y se van allá a pelear, entonces en últimas esto que hago es como el pago que se les hace a ellos por estar ahí defendiéndonos”. Eso era muy fuerte para uno.

Ahí entendimos cómo funcionaba todo, veíamos que detrás de las primeras líneas estaban las segundas líneas, que están más atrasito llevando piedras y armando barricadas, luego había otra que llevaba agua, leche y cosas para aguantar, y detrás de ellos habían los de la salud, pero también la comida, mejor dicho, no era solo la primera línea. Detrás de eso había mucha gente y de ese ejercicio que hay ahí casi no se hablaba. Es que la gente estaba movida por lo que les dolía, por lo que les daba rabia. Muchos tenían conocidos, hijos o familiares que les habían matado.

Los temas del robo y esas cosas pues uno en últimas lo entendía, porque mirándolo bien era a lo que los había llevado la sociedad, el gobierno. Era en lo que los habían obligado a convertirse, entonces para muchos era eso o mendigar. Yo siento que en ese estallido todo partió de las necesidades que hay en la sociedad, que no hay garantías para nada, ni siquiera para vivir; eso fue lo que llevó a que todo eso reventara, pero la misma dinámica de la lucha fue llevando a que muchas veces los muchachos pensaran en la comunidad y decidieran de alguna manera protegerla. Para mí todo eso es muy profundo y es muestra de que algo está naciendo, algo se está pariendo con el paro, pero lo difícil y lo duro es que eso se usó únicamente para la coyuntura electoral que siguió, que era importante, pero bueno, quien sabe cuándo volvamos a ver eso que ya empezó a nacer.

La gente en la ciudad no tiene nada que agradecernos porque nosotros, en últimas y si lo vemos así, estábamos cumpliendo con lo que nos corresponde, o sea nosotros hemos vivido la lucha desde siempre y a uno desde niño lo llevan a las mingas y asambleas, y eso ya es algo muy nuestro, entonces por eso yo sentía que el hecho de no salir a la Minga y no respaldar desde el día uno, pues era también un tema de indiferencia del movimiento indígena hacía la sociedad, y creo que aún no comprendemos de una buena manera ese como respeto o admiración que la gente nos tiene. Pero ellos no sabían que por dentro uno veía esas barricadas que habían construido, con toda esa ‘ingeniería’, que hasta unas estaban con soldadura, y yo decía: ‘el movimiento indígena le quedó pendejo a lo que han hecho ellos y eso que nosotros llevábamos 50 años en todo esto’”.

Jair: “Un apoyo que se hizo desde el movimiento indígena fue abrir los escenarios de diálogo entre manifestantes e instituciones. Entonces, nosotros pedimos que se abrieran espacios en la Universidad del Valle, y allí reunimos como a 85 pelados de todos los puntos, esos muchachos los fuimos recogiendo punto por punto. Tuvimos como tres reuniones donde metimos a los jóvenes para que se encontraran con las autoridades indígenas. Ahí se les preguntaba sobre lo que estaba pasando y cómo nos íbamos a organizar. Después de esas reuniones hicimos encuentros donde ya había la participación de otros actores, como la Iglesia, liderada por monseñor Darío Monsalve, que abrió espacios en la Universidad Católica.

Todo eso que hicimos fue dándole origen a lo que se llamaría Unión de Resistencias Cali, la famosa URC, que nació con muchos problemas internos porque no sabían cómo coordinarse y organizarse, además de la constante discusión sobre la representatividad, porque nadie era legitimo para representar a todos; fue un ejercicio bastante interesante que puso a los jóvenes en otra dinámica. Finalmente fue la única organización de los jóvenes que pudo tener el liderazgo y sentar al Gobierno. Ahí ellos vieron cómo era negociar con el Estado, las tensiones de ese ejercicio, lo estratega que había que ser para no mostrar las dificultades internas, pero también se vieron en medio de una mesa de negociación de alto nivel, donde estaba gobierno local y nacional, así como múltiples organismos internacionales como garantes, entonces esos pelaos ya se veían acompañados en una mesa con delegaciones de la ONU. Seguramente eso les dejó grandes aprendizajes y lecciones por procesar”.

Notas

  1. https://desinformemonos.org/desborde-popular-la-rebelion-calena-en-el-paro-de-abril-de-2021-en-colombia-i/
  2. Grupos Operativos Especiales de Seguridad. Son las fuerzas especiales de la Policía.
  3. Seccionales de Investigación Judicial de la Policía.
  4. Forma coloquial de referirse a los jóvenes, también se les dice “chinos”.
  5. Forma coloquial de referirse a los agentes de Policía en Colombia.
  6. Histórico líder indígena que se desempeñaba como coordinador regional de la guardia del Norte del Cauca, quien sería asesinado meses después del estallido social, por integrantes de las disidencias de las Farc.

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