La Patagonia, Chile. El 27 de febrero pasado no fue un buen día para Chile y tampoco para su presidente. Es que se cumplían dos años del tremendo sismo que mató al menos 500 personas y afectó material y espiritualmente en forma directa a un millón de habitantes, con 220 mil viviendas destruidas totalmente o inutilizables, que viene a ser casi lo mismo.
La conmemoración fue triste para la población. Numerosas organizaciones sociales y políticas cuestionaron el gran atraso con que el gobierno neoliberal viene trabajando en la reconstrucción, sobre todo en el caso de las viviendas de la gente. Según varios cálculos, a dos años del desastre el avance anda por un mínimo del 10 y un máximo del 20 por ciento de los compromisos gubernamentales.
Piñera, en cambio, emplea la estadística de lo reconstruido en cuanto a los centenares de centros de salud y los establecimientos educacionales, donde aparentemente los avances son del orden del 70 por ciento. De todos modos la queja del pueblo trasandino es muy fuerte y ha limado la imagen positiva del ex dueño de LAN y otras importantes empresas a sólo el 22 por ciento.
Piñera podrá decir que ese sismo le “vino de arriba”, de la naturaleza, pero a dos años de ese drama tuvo tiempo suficiente para reparar lo grueso de los daños. Y no lo hizo, pese a que los principales damnificados, como suele ocurrir en estos sismos, son los sectores menos pudientes cuyas viviendas son más frágiles o que viven a la orilla del mar, a merced de los tsunamis.
En ese difícil momento político para la derecha chilena instalada en el Palacio de la Moneda, a mediados de febrero pasado le estalló la rebelión de los pobladores de la región patagónica de Aysén, a mil kilómetros al sur de Santiago de Chile.
Se trata de una zona postergada por el gobierno nacional, que no tiene hospitales, donde los combustibles son muy caros, cuyos pescadores artesanales se sintieron vulnerados por una nueva ley de pesca, etcétera. Luego de pasarse años pidiendo soluciones a los diferentes gobiernos que se alternaron en La Moneda (desde la Concertación hasta el piñerismo), esa gente se hartó.
Como primera medida formó el Movimiento Social Aysén “Tu problema es mi problema”, con trabajadores, estudiantes, vecinos, pueblos originarios, pescadores, entidades ambientalistas, militantes, etc.
Sus demandas quedaron plasmadas en este programa: “1) rebaja sustancial a los combustibles, 2) salud de calidad, 3) equidad laboral, 4) participación ciudadana vinculante, 5) universidad pública regional, alta cobertura y calidad de la educación en general por la vía del sistema de diferenciado de financiamiento, 6) administración y regionalización de los recursos naturales (hidrobiológicos, agua, minería y suelos), 7) empoderamiento de la pesca artesanal regional, 8)canasta básica y mejoramiento de calidad de vida, 9) subsidio al transporte e integración física, 10) programa de desarrollo del pequeño y mediano campesino rural y 11) una política de vivienda regionalizada y pertinente a la realidad territorial”.
Puntillosos, enviaron este petitorio al presidente y a todos sus ministros, gastando las últimas esperanzas de ser escuchados.
Como la primera respuesta gubernamental fue el silencio y la negativa, los pobladores de la localidad de Aysén se lanzaron a las calles e instalaron barricadas allí y en las rutas. Corría mediados de febrero último.
A nivel nacional hubo una oleada de simpatía con esos patagones que se atrevían a ponerle los puntos sobre las íes al presidente. Éste, en cambio, gruñó, ladró y mordió, enviando fuerzas especiales de Carabineros a la región insurrecta. Y se sabe que esos efectivos son de armas tomar, con una formación no precisamente especializada en el respeto a los derechos humanos.
Piedras, gomeras, escudos metálicos improvisados, de una parte; y la habitual parafernalia represiva de la otra, que es la que habitualmente gana con sus fusiles, escopetas, gases lacrimógenos y tóxicos, etcétera.
Pero el 24 de febrero, sobre el “Puente Presidente Ibáñez”, algo falló en los cálculos de Piñera y su ministro del Interior, el reaccionario Rodrigo Hinzpeter, los dos responsables mayores del envío del contingente. Al principio los Carabineros pudieron tomar ese puente, pero 3 mil pobladores lucharon durante once horas, el mismo número de pliego reivindicativo, y al final desalojaron del puente a las fuerzas especiales de Carabineros. Estos no podían creer que los pobladores les hubieran doblado el brazo, en un combate tan desigual. Posiblemente esos civiles tampoco podían dar crédito a su victoria, la primera en tantísimo tiempo, sobre esos amaestrados perros de la guerra de una institución que desde tiempos del pinochetismo, 1973, vienen mamando esa doctrina de la “Seguridad Nacional”.
El 24 de febrero fue festejado por el Movimiento Social Aysén como día de la dignidad. Eso en cuanto a su valor político. En lo práctico, esa victoria, que humilló al gobierno y su esquema represivo, se tradujo en un auge de los cortes de rutas de la región, que ya existían hasta su víspera pero que luego se multiplicaron.
Hinzpeter declaró que el gobierno analizaría la aplicación de la ley de Seguridad Interior del Estado, considerando casos de terrorismo y subversión a los reclamos ciudadanos. Es otra perla del pinochetismo que sobrevivió en el Chile del actual gobierno de derecha (PRN-UDI) y también en sus predecesores de la Concertación (Democristianos, socialistas y variantes como el Partido por la Democracia).
Esa amenaza de Hinzpeter exacerbó más los ánimos en la región y concitó más apoyos del arco progresista a nivel nacional. La sindical CUT, la estudiantil FECH, los partidos de izquierda y centroizquierda, alguna prensa progresista, el obispo de la zona afectada, Luis Infanti, etc, expresaron su apoyo al movimiento.
Faltan 10
De los 11 puntos planteados por el Movimiento, sólo uno fue satisfecho: el relativo a la salud y la necesidad de contar con un hospital en la zona. El titular de Salud, Jaime Mañalich, viajó a la zona y tomó compromisos considerados aceptables por los manifestantes. Sin embargo eso no significa que se trate de un ministro “blando” ni sensible. Poco después, cuando se generó la polémica sobre las declaraciones de Hinzpeter sobre posible aplicación de la ley de Seguridad Interior del Estado, Mañalich aseguró que si él fuera el ministro del área ya la habría empleado.
Sobre el precio de los combustibles no hubo siquiera un amague de rebaja, lo que refleja la dureza neoliberal de las privatizaciones en Chile. No es que en Argentina se viva en el mejor de los mundos, con el dominio férreo de Repsol, Esso, Shell, Petrobras, etc, que manejan ese negocio clave. Poco efecto tienen hasta ahora las reconvenciones, críticas, multas y exhortaciones del gobierno de CFK, el ministro Julio de Vido, el secretario de comercio Guillermo Moreno y los gobernadores de la Ofephi. Del otro lado de la Cordillera parece que es mucho peor…
Uno de los puntos que más enfureció al gobierno de Piñera fue el que reclama el derecho a participación vinculante de la población. Esto debe leerse en clave de represas hidroeléctricas a construir por empresas privadas aún cuando las poblaciones afectadas planteen su oposición. Dirimir esas diferencias por medio de referendos o plebiscitos es lo peor que puede pedirse al presidente.
Por eso, aunque viajó a la región el ministro de Energía, Rodrigo Álvarez, para discutir en principio este tópico de los combustibles y las represas, al final pegó la vuelta a Santiago porque el gobierno condicionó el diálogo con el Movimiento Social a que éste levantara todas las interrupciones al tránsito en las rutas.
Fue un ultimátum: si no levantan los cortes no hay diálogo. Y los pobladores contestaron que no podían levantar todas sus medidas de movilización sin conocer antes cuáles eran las respuestas del poder central que portaba Álvarez. Que podían flexibilizar los cortes y de hecho lo hicieron, dejando pasar a los vehículos particulares. Igual se produjo lo que el Movimiento consideró un “portazo” de Piñera y una “bofetada” al diálogo.
En este momento no hay novedades de reanudación de esa conversación entre las partes. Pero incluso si el presidente lograra desmoralizar a las poblaciones patagónicas tan combativas –algo que hoy no es muy probable-, eso no significará mucho en su carrera política. Ya enfrentó desde abril hasta noviembre del año 2011 una histórica movilización de los estudiantes universitarios y secundarios, que lo desnudó políticamente. Y ahora quedó otra vez en cueros por Aysén. ¿Quién será el próximo que le enseñe a Piñera cuántos pares son tres botas?
Esta desastrosa política social de Piñera contrasta con los desmedidos elogios que le dispensa desde Argentina su amigo Mauricio Macri, la oposición conservadora y la prensa monopólica. Este espectro pone al modelo de Chile como ejemplo. ¿Ejemplo de qué?
Acto Por la Descentralización de la Riqueza y el Poder
en apoyo de la Misión Aysén y de los pueblos en lucha
Frente a los últimos sucesos de violencia estatal contra el pueblo de Aysén, a manos del mal gobierno de Sebastián Piñera, La Vía Popular y de los Pueblos a la Constituyente, como espacio de unidad revolucionaria de los que luchan, organiza el Acto “Por la Descentralización de la Riqueza y el Poder” con el objetivo de financiar la Misión Aysén que consiste en llevar a las organizaciones del pueblo patagón el primer camión con apoyo económico, ropa y alimentos para mantener y fortalecer su rebeldía.
Este se realizará el miércoles 14 de marzo desde las 20:00 en el Teatro Cariola ubicado en San Diego 246 y contará con participación de artistas nacionales y de diversos movimientos sociales vinculados a la Vía. La asistencia tiene un costo de $1.000 más un alimento no perecible; además habrá equipos que recibirán cualquier aporte voluntario (pañales, ropa, alimentos, etc.).
Como Vía Popular y de los Pueblos creemos en la legitimidad de las reivindicaciones de esta región rebelde, que al igual que Magallanes, Calama y la comuna de Peñalolén, Cabildo, Huasco, Mehuín, Dichato, y muchas más expresaron el sentir de las mayorías cansadas de la explotación económica, de la injusticia política, de la opresión cultural y la depredación ecológica de una minoría dominante. Como Vía Popular y de los Pueblos reconocemos que el problema de los patagones, es el problema de todo Chile y de todo el Sur: un mal desarrollo que perpetúa a las trabajadoras y trabajadores a la pobreza, al hambre, a la infelicidad, a la muerte. Como Vía Popular y de los Pueblos compartimos con los hermanos que no sirven soluciones sectoriales, no son suficientes parches, ya no basta la contención de la rabia, se requiere de una transformación radical de las bases fundamentales de esta sociedad, y esto lo haremos desde abajo. Por último como Vía Popular y de los Pueblos llamamos a la utilización de todas las formas de lucha necesarias para defender la soberanía y autonomía popular de las regiones, comunas y movimientos del país, y abrir el cause rebelde para un camino de liberación nacional (Resumen Latinoaméricano).
Publicado el 19 de Marzo de 2012