Desierto de Atacama, Chile. En medio del desierto, que se supone es el más árido del mundo y no permite vida alguna, vemos una iguana medio atragantada por su tremenda presa, un saltamontes del tamaño y con colores de un lorito. Alrededor de la iguana está un grupo de carabineros de Chile y el espejo de sus botas lustradas refleja la boca abierta del bicho. La iguana está en lo suyo, no hace caso a nadie, no le importan ni asustan los humanos que la registran a la vez unos 5 camarógrafos y 3 fotógrafos, incluyéndome, los policías se ríen y tratan de acariciarla con una luma. Estamos en la entrada a la mina San José, en el desierto de Atacama, a 40 kilómetros de la ciudad de Copiapó, ubicado a unos 800 kilómetros al norte de Santiago de Chile.
Aquí en los próximos días se espera el rescate de 33 mineros atrapados hace más de dos meses a casi 700 metros de profundidad. A sus expectantes familiares les acompañan tres cordones de seguridad policial y cerca de mil 700 periodistas del mundo que llegaron a cubrir esta crónica del milagro anunciado.
Una de las características del evento, es que casi todos los rumores, que son muchos, llegan a ser ciertos. El rescate sería mucho antes de lo previsto, porque el presidente de Chile Sebastián Piñera debe salir de viaje a Europa y antes de eso necesita presenciar el evento aquí en la mina… Pero repasemos esta historia desde el comienzo.
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